Casi la mitad de los argentinos es pobre: historias de los que menos tienen en Mendoza y sus deseos de Navidad

Según el último informe de la UCA, 44% de los argentinos es pobre. Sin embargo, estas familias no necesitan de números que les grafiquen lo que viven todos los días.

Casi la mitad de los argentinos es pobre: historias de los que menos tienen en Mendoza y sus deseos de Navidad
Margarita Martínez vive en una precaria casa del asentamiento Las Viñas en el Algarrobal, Las Heras junto a sus seis hijos y su pareja, Alfredo Infante, quien trabaja en la construcción. Son parte del 44,2% de la población argentina que es pobre. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes,

“Se ha incrementado mucho la ayuda. Uno dice que de a poco se está saliendo de pandemia, pero al mismo tiempo estamos entrando en la otra pandemia que es la pobreza. Cada vez viene más gente a buscar comida, se corre mucho de boca en boca, y no le podés decir que no a la gente que viene. Pero mientras podamos, vamos a ayudar a quienes vengan”, sintetiza Gabriela Carmona, responsable del Comedor Horneritos ubicado en El Algarrobal y que asiste a más de 1.500 personas de ese distrito, de El Plumerillo y de El Borbollón. Los martes les entregan una ración para que cenen, mientras que los jueves preparan mediatarde para las más de 160 familias que asisten al lugar.

Eso que Gabriela palpa en primera persona y en la experiencia diaria tiene su explicación estadística, para aquellos que suelen buscarle números a todo (aunque detrás de cada frío número hay una persona y una vida). Según las conclusiones más recientes del informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, la pobreza en 2021 fue de casi 44%. Además, ese mismo informe confirmó que el porcentaje de argentinos que trabajan y de igual manera son pobres marcó un récord histórico.

Margarita, Alfredo y su familia armaron este miércoles el arbolito de Navidad, y aprovecharon para pedir sus deseos navideños y de cara al 2022: que la situación mejore. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.
Margarita, Alfredo y su familia armaron este miércoles el arbolito de Navidad, y aprovecharon para pedir sus deseos navideños y de cara al 2022: que la situación mejore. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.

“Abrimos el comedor el 23 de marzo de 2020 y empezamos dándole de solamente a 50 personas, pero hoy ya estamos en más de 1.500. Por una cuestión de la cantidad de personas a las que asistimos y que solamente nos manejamos con donaciones, hacemos una comida fuerte una vez por semana –los martes- y los jueves, una mediatarde. Pero también tenemos un grupo de WhatsApp donde avisamos cuando llega alguna donación especial, lo comunicamos a la gente a la hora que sea y siempre están acá. Hay días de 35° y 36° en que la gente siempre está esperando en la calle por su ración”, destaca la voluntaria, quien encabeza además una movida solidaria y “mágica” para que los chicos y familias de la zona puedan tener una Navidad distinta, por más que sea solamente un solo día en todo el año.

Margarita Martínez (29), su esposo y sus 6 hijos viven en una precaria vivienda –mitad de ladrillos, mitad de madera- en el asentamiento Las Viñas, de El Algarrobal. La familia aguarda con ansiedad cada martes y jueves para ir a Los Horneritos a buscar la cena y la mediatarde, respectivamente. Y ni hablar de días cuasi milagrosos como este miércoles, en que recibieron esa grata sorpresa con forma de mensaje de WhatsApp en el grupo del comedor donde les avisaban que había una donación de mercadería y podrían tener un plato de comida también hoy.

“A principios de año me dio positivo el test de coronavirus. Gracias a dios no tuve síntomas ni nada, pero en el día a día a mí se complicó mucho ya que no podía salir a hacer nada, ni siquiera changas. Tuve que estar aislada, y no es fácil, porque es una casa chica. Yo estuve en contacto con mis hijos y, gracias a Dios, no les pasó nada. Pero es duro que la gente te discrimine el doble, por ser pobre y por contagiarte”, reflexiona a su turno Margarita, quien es ama de casa y siempre está expectante ante la posibilidad de que surja una changa de planchado que le signifique algunos ingresos más y que, al mismo tiempo, le permita no estar tan ausente en la crianza de su hijita más chica (Eylul, de un año y medio).

Los 6 hijos de Margarita y Alfredo viven junto a sus padres en una precaria vivienda del asentamiento las Viñas, en El Algarrobal (Las Heras). Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.
Los 6 hijos de Margarita y Alfredo viven junto a sus padres en una precaria vivienda del asentamiento las Viñas, en El Algarrobal (Las Heras). Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.

“Mi deseo para el año que viene es que haya algo más de esperanza para nosotros, los pobres, porque somos los más discriminados”, piensa en voz alta y mientras termina de armar el arbolito de Navidad junto a algunos de sus hijos y antes de ir al comedor. Y casi en el acto, como quien pide permiso para pedir un segundo deseo, acota: “Y si tuviese un deseo de Navidad, sería poder terminar la piecita que estoy haciendo para mis hijos, para un bienestar de ellos y mío también. Para que puedan dormir más cómodos. Porque tienen una pieza de madera y con piso de tierra. Y cuando llueve, es todo un tema”.

¿Feliz Navidad?

Es miércoles, 8 de diciembre –feriado- y, como lo indica la tradición cristiana, en la casa de Margarita y su esposo, Alfredo, se disponen a armar el arbolito de Navidad. La vivienda es a duras penas acogedora, con algunas paredes de ladrillo, otras de madera y pisos de tierra (de esos que se convierten en un lodazal cuando llueve). Pero en la casa no falta el pinito.

Mientras están en la mitad del armado del arbolito, reciben el mensaje que podría considerarse como una especie de “milagro” para marcar la antesala navideña: aunque no es martes ni jueves, los esperan en Los Horneritos porque recibieron una donación y hoy entregarán comida. “En la medida en que vamos pudiendo, vamos avanzando con la casa para que sea cada vez más ladrillo y menas madera”, cuenta la mujer, que ha priorizado criar a su hija por sobre las posibles changas de planchado que le puedan surgir. Su marido, en tanto, también vive de changas y –afortunadamente- por estos días le ha salido una de albañilería.

La casa de Margarita y Alfredo tiene suelos de tierra y está construida a la mitad con ladrillos, mientras que la otra mitad es de madera. Foto: Ignacio Blando / Los Andes.
La casa de Margarita y Alfredo tiene suelos de tierra y está construida a la mitad con ladrillos, mientras que la otra mitad es de madera. Foto: Ignacio Blando / Los Andes.

A la pequeña Eylul se suman Natanaé (5), Angelina (8), Brisas (9), Juan (12) y Santiago (14) como descendencia de Margarito y Alfredo. Los 8 viven en esta casita del asentamiento Las Viñas, donde las habitaciones pudieron ser separadas en dos salas para que en una de ellas duerman las mujeres y, en la otra, los hombres. “Cuando uno es pobre, lo discriminan el doble por haber tenido coronavirus. Creen que tenés el peor virus del mundo, pero la gente parece no entender que tarde o temprano nos va a tocar a todos alguna vez”, sigue pensando en voz alta Margarita.

En el lugar la familia vive hace 7 años y no necesitan de números ni estudios de ningún observatorio social para darse cuenta de que la calle está cada vez más dura. “Es muy difícil, muy complicado el día a día. Muchas veces lo que tenemos no alcanza para nada. Las Fiestas ya no son lo que eran antes para mí, porque antes podíamos compartir más en familia y no había tanta pobreza. Pero lo importante es que todos los días estamos bien, mal que mal. Y lo que tengamos, aunque sea una sopa, lo compartimos. Mientras estemos sanos y no nos falte salud, todo lo demás se maneja”, agrega.

Los 8 tienen un único teléfono celular, y es con este con el que los chicos debieron acomodarse –como pudieron- para tener clases virtuales durante la pandemia. “Lo importante es que todos pasaron de grado y están bien. Pero el tema de las tareas virtuales fue difícil. Porque no solo tenemos un solo teléfono, sino que –además- teníamos que pedir que nos compartan Wi Fi para poder hacerlas. Más de una vez tuve que ir yo hasta la escuela para buscar las tareas”, recapitula Margarita.

Margarita Martínez vive en una precaria casa del asentamiento Las Viñas en el Algarrobal, Las Heras junto a sus seis hijos y su pareja, Alfredo Infante, quien trabaja en la construcción. Son parte del 44,2% de la población argentina que es pobre. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes,
Margarita Martínez vive en una precaria casa del asentamiento Las Viñas en el Algarrobal, Las Heras junto a sus seis hijos y su pareja, Alfredo Infante, quien trabaja en la construcción. Son parte del 44,2% de la población argentina que es pobre. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes,

¡Feliz Navidad!

El comedor Horneritos es uno de los que a más población asiste en Mendoza, y –como bien explica con humildad su encargada, Gabriela Carmona- siempre tratan de darle algo a quienes asisten al lugar.

Por esto mismo es que están plan de organizar un festejo de Navidad para todas las familias a las que asisten semanalmente. La fecha elegida es el viernes 17 de diciembre, una semana antes de la Nochebuena; y el objetivo es que los chicos de El Algarrobal, El Borbollón y El Plumerillo puedan tener una comida navideña, pero también un regalo.

“Nos han donado un traje de Papá Noel. En la mayoría de los lugares que he visto, los chicos suelen sacarse la foto con Papá Noel, pero nuestra idea no es que solo se saque una foto, sino que él cumpla con su rol de dar un regalo. Y por eso hemos empezado una campaña con la que ya hemos juntado algunos poquitos juguetes”, explica Gabriela, del comedor.

El comedor Horneritos (El Algarrobal) asiste a más de 1.500 personas y todos los martes les dan cena, mientras que los jueves preparan mediatarde. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.
El comedor Horneritos (El Algarrobal) asiste a más de 1.500 personas y todos los martes les dan cena, mientras que los jueves preparan mediatarde. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.

Para intentar multiplicar las donaciones, han pensado en la idea de “Padrinos mágicos”, para que aquellas personas que tengan pensado ir a comprar algún regalo de Navidad por estos días, compren un segundo juguete para poder donarle al Papá Noel que visitará a estos más de 600 chicos el viernes 17. “Se llama ‘Padrinos mágicos’ ya que el niño no va a saber quién es la persona que colaboró con el regalo, y la persona no va a saber quién es el niño que lo reciba. Todo va a ser por medio de Papá Noel, quien va a entregar el juguete”, se explaya la solidaria Gabriela Carmona.

Además, la meta es preparar ese día pizzas y jugo, y organizar un festejo en la calle para que los chicos puedan comer y compartir en el lugar. Incluso, ya se han sumado bandas y artistas que también participarán desinteresadamente.

El próximo viernes 17 de diciembre, Gabriela Carmona (responsable del comedor Horneritos) quiere festejar la Navidad para los chicos del lugar, por lo que busca "padrinos mágicos" que donen juguetes para los chicos del lugar. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.
El próximo viernes 17 de diciembre, Gabriela Carmona (responsable del comedor Horneritos) quiere festejar la Navidad para los chicos del lugar, por lo que busca "padrinos mágicos" que donen juguetes para los chicos del lugar. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.

Cómo ayudar

Aquellas almas solidarias o padrinos mágicos que quieran colaborar con la Navidad del Comedor Horneritos pueden arrimarse al establecimiento –en calle Horneros y De la Cisterna, dentro del barrio portal del Algarrobal- o bien comunicarse al teléfono 2613136783.

“Es increíble lo solidario que es el mendocino, lo sé porque lo demuestran siempre”, concluye Gabriela.

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