Hoy sería un día diferente para el peronismo mendocino si en las elecciones de este domingo hubiera sacado apenas 1,8% más de votos que los que obtuvo ¿Qué hubiera cambiado? Con 27% de los sufragios, en lugar del 25,2% que sacaron, los peronistas estarían celebrando el ingreso a la Cámara de Diputados de dos diputados nacionales, en lugar de uno.
La matemática fue cruel con el peronismo mendocino, que nunca apostó a salir primero, sino a ser un decoroso segundo. Expresado con otras cifras, le faltaron al justicialismo unos 18.000 votos (sacó 253.109 en total) para que la derrota digna a la que aspiraba se convirtiera, casi casi, en un triunfo.
Si eso hubiera ocurrido, no sólo hubiera podido renovar las dos bancas que hoy tiene en la Cámara de Diputados de la Nación, sino que la representación real hubiera sido reflejo cabal de la unidad que se esforzó en generar a lo largo de este año: un referente de los intendentes (Emir Félix) y una representante del kirchnerismo (Marisa Uceda).
Pero no le alcanzó. Además, enfrente tuvo una alianza oficialista tan exitosa que sacó más del doble de los votos y que además menguó su tropa de legisladores provinciales a futuro. No podía festejar en ese contexto, a pesar de haber mejorado su sintonía con la ciudadanía.
En este escenario, gracias al sistema de proporcionalidad D'Hont, el radicalismo y La Libertad Avanza se quedaron por primera vez en la historia de Mendoza con cuatro de las cinco bancas en disputa para la Cámara de Diputados.
En este contexto, con moderación, los popes del justicialismo reconocieron que perdieron y sólo pidieron poner en valor en la noche del domingo su evidente "recuperación" respecto de las elecciones 2023, cuando la fórmula para la gobernación obtuvo en las urnas casi 11 puntos menos que ahora.
Dijeron que están en camino de una mejoría, porque habían vuelto a ser segundos, tras aquella muy mala elección.
Los moderados
Moderada buscó ser también la campaña electoral del peronismo mendocino, en la cual los intendentes al mando silenciaron sus diferencias internas con el kirchnerismo y salieron a decir que querían "ponerles límites" a Milei y a Cornejo.
El analista Elbio Rodríguez aseguró días atrás que la formulación "poner límites" no podía ser muy efectiva de cara al electorado, porque suponía que aquellos a quienes el PJ quería limitar algo habían hecho bien.
O sea, el PJ no calificó en esta campaña a su rival como el malo de la película, sino que en su lugar sugirió que Milei estaba un poco pasado de vuelta y que el PJ tenía fuerzas y estructura para controlarlo.
Por ese camino intentó recuperar el amor perdido de los votantes, objetivo que consiguió a medias.
Pero claramente en el peronismo mendocino no todos piensan de esta manera "moderada" y se sabía de antemano que después de la elección vendría una nueva pulseada por el liderazgo interno.
¿Cuándo se dará esa discusión? Por los primeros gestos tras el comicio, no será de manera inmediata, ya que el día después de la derrota digna, nadie quiere agitar las aguas.
Otra oportunidad para el PJ
El comando partidario analiza que quedó atrapado por un "fenómeno nacional" a favor de Milei y deja para otro momento la autocrítica.
"En lo provincial deberíamos sostener el rumbo y la lógica con que hemos retomado después de la elección de 2023, porque claramente en ese plano estamos en un proceso de recuperación", opinan algunos dirigentes cercanos a la conducción, para nada proclives a dar un golpe de timón, por lo menos ahora.
Además de haber opiniones positivas sobre los resultados de este domingo, hay quienes parecen razonar también con el calendario electoral en la mano, que para cuatro departamentos controlados por el peronismo, todavía no terminó.
En efecto, en Maipú, San Rafael, Santa Rosa y La Paz se deberán votar en febrero (faltan solo cuatro meses) concejales, porque la mayoría de los intendentes del PJ desdobló las elecciones locales, al igual que Luján y Rivadavia.
A nadie en el PJ le conviene agitar internas cuando un último desafío (ahora más que nunca, complejo) está tan cerca.