No es la “V” de Churchill

Winston Churchill
Winston Churchill

Las manos piensan, las manos dicen. Con esto estoy forzando el pensamiento de Heidegger, si se quiere. El día siguiente al de las elecciones del 22 de octubre pasado, un amigo me esperaba con el dedo índice y el dedo medio en “V” y una sonrisa tenue, un poquitín boba -diría Sabina- pero burlona y nerviosa. Felicitaciones -le dije- ganaron. El siguió sonriendo y agradeció mi cumplido.

Los dedos en “V” no fue un invento peronista, esto deberían saberlo los más jóvenes. No está muy claro quien lo inventó, pero sí es claro que Churchill, el líder conservador británico, vencedor del nazismo en la 2GM, lo popularizó en 1941 luego de una alocución radial. Los dedos en V son un signo de victoria que dicen mucho más que unas cuantas palabras. En Argentina el gesto nació en los setenta como una consigna que anunciaba el regreso de Perón: “Perón Vuelve” significaba. Miguel Cantilo concluye en su Marcha de la Bronca, “… con los dos dedos en V…” Luego quedó como símbolo del justicialismo, ganaran o perdieran en una elección.

El lenguaje gestual era profuso y complejo en tiempos prehistóricos de humanos cazadores y recolectores. Sin ser especialista en el tema, puedo afirmar que los dedos en V que me mostraba mi amigo -el de la sonrisa boba- me decía muchas cosas, a saber: la llegada de Akenatón al trono del Imperio Egipcio hace 3.200 años con el advenimiento del monoteísmo y la eliminación del que adoraba a otros dioses; o la victoria de Moisés hace 3.000 años, otro monoteísta que mató a cientos de miles por venerar a un vellocino de oro; o el gobierno de Pericles o el de Julio César, que se erigieron en dictadores porque la democracia entorpecía y retrasaba sus proyectos; o la llegada al poder del líder revolucionario francés Robespiere, o la entrada triunfal de Mussolini a Roma en 1922, o los votos recibidos por Hitler en 1932, que llegaron al 37% de los empadronados, siendo el partido con mayor cantidad de votos en Alemania. Los dedos en “V” de mi amigo, significan también la épica entrada de Fidel Castro el 1º de enero de 1959 a la Habana.

Ya ven, los dedos en V puestos en mano de un admirador de las políticas populares, nunca recaen en triunfos de una democracia republicana, representativa y ramplona al uso del liberalismo constitucionalista, occidental y decimonónico. La “V” como símbolo en nuestro país es siempre nacional y popular, y se eleva de vez en cuando con una marcha -de marchar y marcar el paso- que todos cantan al unísono, como el “Cara al sol” de la Falange Española, o como “La Giovinezza” del fascismo italiano (Juventud significa) o la canción de “Horst Wessel” (Bandera en alto) del nazismo alemán, o como “La Bayamesa” de la Revolución cubana.

Ahí lo veo como si fuera ayer a mi amigo -el de la sonrisa boba- festejando algo que no se entiende qué: si haber llegado a la cifra de más de 20 millones de argentinos sumidos en la pobreza y más de 10 millones en la indigencia, o que la inflación está al 150% anual o si el dólar superó la barrera de los 1.000 pesos. Abro un libro de historia y leo “…programa de gobierno: arreglar la economía y volver a poner a la gente a trabajar… Devolver a la patria su posición de liderazgo en la región e incluso en el Mundo… Formar un gobierno de unión nacional y para todos…” Claro, es parte del programa del que ganó las elecciones -me dice mi amigo, el de la sonrisa boba- ¡No! -le digo yo- es el programa de gobierno del Partido Nacional Socialista Alemán para acceder al poder en enero de 1933.

El divulgador más importante -Churchill- de los dos dedos en “V” nunca hubiera sospechado que su icónico gesto caería en manos que piensan de manera tan diferente a las suyas.

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