El peronismo cambia de piel pero no de mañas

Así como el peronismo sabe construir y retener poder como nadie en la Argentina porque su cultura se identifica con las más hondas pasiones de los argentinos, el de los últimos años tiene un problema, y no solo Alberto sino también Cristina: así como es habilísimo para acumular poder, es muy malo para gobernar. No obstante eso, si el peronismo es capaz de dejar atrás al kirchnerismo pero sobreviviendo en el gobierno y el poder, puede lograrse el sueño de Evita de que no quedará un solo ladrillo que no sea peronista. Como que con el peronismo (y sin nadie más) alcanza y sobra para conducir este barco llamado Argentina aunque más no sea para lograr el módico objetivo de seguir navegando en la decadencia, cada día un poquito peor, pero sin hundirnos nunca del todo.

Pronosticar una de las dos cosas que ocurrieron era difícil pero posible. Pronosticar las dos juntas, imposible: que en las PASO Milei que parecía tercero iba a salir primero y que a los dos meses el peronismo que salió tercero en las primarias salía primero y a tres puntos de ganar en primera vuelta. Algo muy raro está pasando por debajo en la Argentina para que se exprese en esta brutal ciclotimia electoral, como una brújula a la que le han saltado todas las agujas, las cuales giran hacia todas las direcciones y hacia ninguna. Algo que aún no sale del todo a la superficie, que es muy difícil de entender, que aún no podemos ver. Y que tal vez, de tan variable y tempestuoso, para lo único que sirva es para dejar todo como está.

Siempre hay que respetar el voto del soberano porque es la esencia de la democracia. Y nunca hay que subestimarlo con esas ofensivas falacias de que el pueblo no sabe votar o que es ignorante o que vota con la panza. Pero, y sobre todos en momentos delirantes como el que hoy vive la Argentina, tampoco hay que sobreestimarlo, porque todos, ciudadanos y dirigentes, parecen más confundidos que otra cosa. Como que nadie supiera bien qué hacer, y en el interin giraran hacia adelante, hacia atrás, hacia todas y ninguna de las partes. Y el que hasta ahora mejor supo conducir la confusión es el peronismo. Porque hay cosas que sólo él sabe y puede hacer.

Solo el peronismo puede hacer creer que Massa no tiene nada que ver con un gobierno que hace un año está conduciendo solamente él.

Solo el peronismo puede hacer creer que Cristina no tiene nada que ver con el gobierno que inventó y que en cuatro años nada más tocó la campanita del senado.

Solo el peronismo puede hacer creer que Massa no tiene nada que ver con Cristina (aunque es probabilísimo que si gana cuando menos la archivará).

Solo el peronismo puede hacer creer que la devaluación del 13 de agosto la hizo el FMI con la oposición de Massa y que Massa, para compensar otorgó mil rebajas impositivas a fin de contrarrestar (en una medida carísima en sus costos pero insignificante en sus efectos materiales) lo que hizo el perverso FMI contra él y su pueblo. El viejo peronismo de Perón, además de ofrecer movilidad social ascendentes estructural y mil derechos sociales, también te daba para navidad sidra y pan dulce, pero ahora sus herederos hasta te quitan el pan dulce y a cambio te devuelven las pasas de uva y te piden que los votes. Y lo votan.

Solo el peronismo puede hacer creer que la culpa de cuatro años del gobierno más desastroso de la democracia (reconocido hasta por ellos mismos) se debe a la culpa de Macri.

Solo el peronismo puede lograr romper una regla electoral mundial: que se vota con el bolsillo. Acá se votó para que los que te arruinaron la vida, te la salven.

Pero no es que la gente sea tonta. La oposición fue mala. Enfrente hoy está un tontón que sin necesidad alguna, trajo a la escena electoral al Papa Francisco y a Raúl Alfonsín para putearlos. Y Massa, ni lerdo ni perezoso y con absoluta inteligencia, se apropió de los dos. De Alfonsín justo cuando se cumplen 40 años de haberle ganado el radicalismo al peronismo y de haber refundado don Raúl la democracia. Y del Papa que lo odia a Sergio, pero Milei logró hacerse odiar más.

Sin embargo, estamos ante algo más profundo que las meras paradojas que podemos denunciar. Es que el peronismo, como la santísima trinidad, es una cuestión de fe. Con Perón quizá porque se multiplicaron los panes y los peces sobre todo para los más humildes, la cuestión de fe podría ser creíble. Pero hoy el peronismo es una religión que solo te ofrece fe, y que no solo no te da ni panes ni peces, sino que te los quita. No obstante, los años de reinado nacional y popular han logrado persuadir a grandes sectores de la población de que la culpa nunca es de la Iglesia peronista, sino de los pecadores que no pertenecen a ella.

Por eso, como religión y política en Argentina son una misma cosa, hoy votar a Massa o a Milei es votar a dos formas de religiosidad. La ortodoxa del aparato de la Iglesia oficial nacional y popular que ante el peligro de ser sustituidos, logró convocar a la inmensa mayoría de sus obispos para designar un nuevo papa. Y la de una religión alternativa al aparato pero no a la religiosidad peronista porque además de que Milei se propone como el mesías, también busca ser la continuación de Menem, un viejo Papa peronista, y de Cavallo. Como si la lucha entre católicos y protestantes hoy hubiera reencarnado en la Argentina. Una lucha en que los laicos son de palo, una lucha que los que no tienen fe miran sin ver. Y sin entender.

La sociedad parece estar por demás confundida (lo cual incluso, frente al actual estado de cosas, es más lógico que tener bronca o miedo) y ante la falta real de opciones (porque JxC acaba de confirmar esta semana que hace mucho tiempo que ya era una bolsa de gatos) hay que ver para qué lado está confundida. Si para votar un apoyo al deplorable actual estado de cosas, o si para votar una solución mágica que dificilmente nos saque de este estado de cosas. Macri (con las mejores o las peores intenciones, según quien lo juzgue) intenta terciar en esta dura opción de hierro, pero para eso debe dinamitar su coalición y ponerse a dirigir otra. Hasta donde podrá llegar está por verse. El Mauri, para admiración de unos y desprecio de otros, pero como buen animal político que es, intuye que si la pelea es Massa-Milei, el primero es políticamente muy superior al segundo aunque arrastre más culpas. Por eso intenta convertir la lid en Massa versus Macri. dos talentos políticos equivalentes.

No hubo en estas elecciones un huracán con determinada dirección, hubo huracanes en direcciones diversas y hasta opuestas. La bronca y el miedo se neutralizaron. Una le dio el triunfo a Milei, el otro le dio el triunfo a Massa. Ahora confrontarán ambos.

Milei se transformará en un gatito mimoso si logra contener su personalidad a fin de pedir el voto antiK que es mayoría en el país, pero al que a mucho de él, el libertario agredió al cuete mientras que atacó al kirchnerismo mucho menos de lo que debió. Tendrá que hacerse creíble para la parte del electorado antiK moderado. Considerar enemigo de la patria y massista a todo quien no quiere votar ni por uno ni por otro, en vez de persuadir al que duda, lo reforzará en su abstención. Acá se trata de convencer, no de amenazar si se quiere lograr algo. En particular alguna parte del voto radical, al que sigue estúpidamente agrediendo o dividiendo igual de estúpidamente entre los buenos partidarios de Alem (de quien no debe quedar ninguno) versus los pérfidos de Alfonsín.

Aún así, ¿quién hubiera dicho que sin siquiera haber presentado un candidato presidencial pero ganando un montón de provincias e intendencias. los radicales serían convertidos en los Tupac Amarú de esta elección, siendo condenados por todos los demás al escarnio? Hagan lo que hagan los descuartizarán. Si votan a Massa serán acusados de venderse al enemigo. Si votan a Milei no sólo sentirán en el fondo de sus almas que Alfonsín desde el cielo los condenará al infierno de la indignidad sino que votarán por el tipo que más, y más inútilmente, los insultó y agravió en las últimas décadas, a ellos y a toda su historia. Si no votan a nadie los acusarán de bosta de paloma y de ser funcionales a Massa. Y el colmo de los colmos, si Milei no gana, la culpa exclusiva será de los radichetas neutrales. En la Argentina (peronista y no peronista -si es que esta última sigue existiendo) siempre la culpa es del otro.

Massa seguirá como hasta ahora que le fue muy bien, proponiendo la gran cooptación nacional para devenir el representante superior de la casta. Y seguirá desmontando al Frankenstein que él tanto, más que nadie, ayudó a crear para acabar con JxC. Busca convencer de que él es el peronismo de la unidad nacional y que viene a cambiar el kirchnerismo por otra cosa, aunque eso no lo diga directamente. Puede así lograr parte del voto antiK que no sea gorila o antiperonista. Bastante de Schiaretti, bastante del radicalismo, incluso algo del Pro, la parte que Milei llamó (otra vez inútilmente) ratas inmundas y zurdos de mierda.

Hasta ahora ha habido dos sorpresas sorpresivas, dos enormes cisnes negros. No sabemos si hay lugar para un tercero. Pero el voto es de una variabilidad colosal, la racionalidad es escasa, la pasión nubla la vista y no te deja ver. A algunos los hace odiar, a otros los hace temer, y ni el miedo ni la bronca son buenos consejeros para poder votar en interés propio. Ahora los dos candidatos van a apelar al justo medio, a la unidad nacional uno, a la unidad contra el pasado K otro. Veremos qué cala mejor en la gente y quien expresa mejor lo que quiere decir. Hoy por hoy la dirección final del voto es indescifrable. Un desafío apasionante frente a un voto apasionado, pero no por la ilusión y la esperanza, sino por la confusión, la desesperanza y la falta de perspectivas. Son malas pasiones porque son malos tiempos, nos va mal a casi todos y nadie tiene demasiada esperanza en que nadie puede mejorar esto. Aunque por alguien hay que elegir.

A JxC le faltó enamoramiento, seducción ante un pueblo gravemente sensibilizado por pasiones extremas. Solo demostraron pasión por una sola cosa, la interna entre ellos. Y como hoy lo confirma la ruptura en ciernes, la sociedad vio con justeza que esa propuesta ya venía partida desde mucho antes, con la única esperanza de ganar y allí ver si se podían reunir. Pero no les creyeron. Y todo demuestra que la gente no estaba tan equivocada en no creerles.

Al peronismo le sobró astucia y logró Massa mover al aparato. Utilizó la falta de experiencia, diríamos la ingenuidad de Milei en las PASO para que corriera a JxC con su ayuda indispensable y en la primera vuelta logró correr a Milei por sus infinitas torpezas. La bronca fue lo que lo hizo ganar al libertario, el miedo es lo que lo puede hacer perder. El peronismo te va a joder, pero te va a subsidiar mientras te jode, en tanto los demás te van a joder igual pero sin subsidiarte. Lograron persuadir a una buena parte de la sociedad de eso. La falta de pasión y el extremismo ingenuo contra el aparato inmortal o la inmortalidad del peronismo que ahora inventa un candidato pícaro y amoral que reúne las condiciones que le faltan a los otros dos candidatos. Que además sea el principal responsable del caos actual no tiene demasiada importancia porque Macri, la pandemia, el FMI, la guerra, la sequía, Hamás, etc, etc. Al fin y al cabo nadie mejor para sacarte del lío en que estás que el que te metió en el lío, que es el único que sabe como están las cosas. ¿Quién mejor para apartar a Cristina del poder que un sucesor de la misma iglesia en vez de una oposición foránea que ya parece no necesitarse si el peronismo está creando su propia oposición? Se aducirá con razón que los votos fueron porque Massa le dio platita a la gente en los dos meses de campaña, pero con eso solo no se explica todo. Hay algo de religioso en todo esto.

Massa se propone como la perestroika, como el Gorbachov de la Iglesia peronista, tratar de salir del sistema K pero salvando al Partido y a sus integrantes. El peronismo está buscando una cabeza nueva para seguir con el cuerpo viejo. Una cabeza que saque a la anterior con todos los honores (e indultos) posibles, pero que la saque. Algo que sólo puede hacer el peronismo con su aceitada máquina que es capaz de ganar aún siendo el que está causando el desastre que la gente quiere cambiar. Porque la fe a veces puede mover montañas, y a veces hacer que las montañas no se muevan aunque te tapen la visión y te hagan la vida insoportable. La mayoría del voto en la primera vuelta le ha delegado a los principales culpables del desastre la responsabilidad de cambiar. Casi gana Massa en primera vuelta, le faltaron tres puntos. Una proeza. Un récord guinnes: que el ministro de economía con peores guarismos de los cuatro años del peor gobierno de la democracia aparezca como quien puede salvar al país de Alberto y de Cristina e incluso, si llega a presidente, salvarnos del actual ministro de economía que es él mismo. Logró convencer a millones de ciudadanos que si le dan más poder va a poder cambiar el desastre que el mismo provocó. Eso, como dice el Pepe Mujica (aún apoyando a Massa), sólo es posible de entender en un país donde el peronismo es algo más que un partido político, es la identidad esencial de la naturaleza social y cultura argentina, guste o no guste. Contra lo cual lo peor que se puede hacer es intentar anularlo o hacerlo desaparecer, El peronismo es como somos, incluso como son aquellos que lo niegan, rechazan o repudian, los que se creen de otra especie sin saber que el gorilismo es un invento peronista. Es impresionante. Ha creado en dos meses dos cisnes negros: uno Milei, otro él mismo.

La gente ve al peronismo como el modo de ser más auténtico de la argentinidad. El peronismo con casi 80 años de existencia está más vigente que nunca. Desde la muerte de Perón (la movilidad social ascendente sobrevivió exactamente hasta su muerte) ha hegemonizado políticamente mucho y culturalmente casi siempre, pero no ha construido casi ningún logro verificable ni en el progreso de Argentina ni en el de la mayoría de sus habitantes.

Patricia fue la segunda marca de Milei. Hoy Milei es la segunda marca de Massa. Milei jodió a Patricia y ahora Massa jodió a Milei. El peronismo sigue teniendo la iniciativa aún en su peor momento. La única alternativa de oposición que se fue construyendo durante el kirchnerismo se la llevó el viento, y la nueva nadie sabe siquiera si podrá salir del seno materno. Si el peronismo es capaz de continuarse a sí mismo dejando atrás al kirchnerismo pero sobreviviendo en el gobierno y en el poder, puede lograrse el sueño de Evita de que no quedará un solo ladrillo que no sea peronista. Como que con el peronismo (y sin nadie más) alcanza y sobra para conducir este barco llamado Argentina aunque más no sea sólo para lograr el módico objetivo de seguir navegando en la decadencia, cada día un poquito peor pero sin hundirnos del todo. El resto son exotismos. Ni institucionalismos abstractos ni retornos alberdianos, ni siquiera Trump o Bolsonaro. Basta con el peronismo si el peronismo logra ser votado en un país mayoritariamente antiK para reemplazar al kirchnerismo peronista. Hasta en Mendoza, que eligieron a Milei contra el kirchnerismo, el peronismo casi deja en tercer lugar al radicalismo en la Meca radical, a pesar de vivir la peor crisis de su historia local. Acá también comenzó a prender Massa. Y los pobres peronistas menducos, que estuvieron a punto de extinguirse, vuelven a creer en milagros. La felicidad vuelve a sus rostros y corazones.

Solo si Massa no logra desprenderse del hálito K podría ganar Milei, algo que numéricamente no es nada imposible pero hoy más difícil que la semana pasada. Soplan vientos fuertes en la Argentina pero cambian de lado con la misma velocidad con que soplan. No hay ningún sentido de la historia. El voto es emocional dicen los expertos, y nadie lo discute. Pero si las pasiones son demasiado extremas e impulsivas, como la bronca o el miedo, como el enojo y la furia, son más fáciles de manejar por los demagogos que incluso las críticas en contra suya las ponen a su favor. El que se vayan todos es la mejor forma de que se queden los peores, porque los que se sienten imputados injustamente se van, pero los otros se quedan. Acusar a todos de corruptos es la mejor forma de indultarlos a todos porque identifican al justo con el pecador, con lo que el único que gana es el pecador. Y vivimos tiempos de esas pasiones que se vuelven en contra de lo que pretenden con ellas los que las expresan. La gente grita su justa indignación a los vientos, pero se banca las corrupciones concretas. Antes solo se las bancaba cuando las cosas le iban bien, pero ahora hasta cuando las cosas le van mal.

Massa hizo una campaña extraordinaria, movilizó y unió a todo el peronismo y desbancó a Milei que había penetrado en sus territorios como antes lo había hecho Cambiemos. Todo parece indicar que si el peronismo tiene una opción, la sociedad prefiere la salida peronista, que es más culturalmente suya. Lo demás lo ve lejano salvo que no le quede otro remedio. Milei es mucho más peronista en su estilo que Patricia. Pero, no está de más insistir, así como el peronismo sabe construir y retener poder como nadie en la Argentina porque su cultura se identifica con las más hondas pasiones de los argentinos, el de los últimos años tiene un problema, es muy malo para gobernar, muy malo. Y no solo Alberto sino también Cristina. Es una extraña criatura nacional y popular hasta los tuétanos: habilísimo para conseguir, mantener y acumular poder, pero muy malo para gobernar.

En fin, lo cierto es que tanto Milei como Massa no hablan tanto de ellos dos sino de las pulsiones profundas de la sociedad argentina. Hoy desesperada, pero siempre igual a sí misma en lo esencial.

* El autor es sociólogo y periodista. clarosa@losandes.com.ar

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