El barrilete

El cielo se veía poblado, eran pájaros amarrados a la mano de un niño, pájaros de vuelo corto que sin embargo engalanaban la vista cuando uno miraba hacia arriba.

El barrilete
El barrilete

Hay cosas que se van perdiendo con el tiempo, asuntos que antes se usaban profusamente y ahora no tienen injerencia en el mundo actual. Es que el mundo se renueva constantemente y lo que era una cuestión común en otros tiempos, pasa a ser algo completamente obsoleto. Tenemos numerosos ejemplos de tal transformación que incluye nuestra forma de proceder hasta los adminículos que usábamos para nuestras necesidades.

En los juegos, por el ejemplo ,el cambio ha sido extraordinario. Antes se usaba una casa para jugar a las cartas. Se armaban tenidas suficientemente calurosas aún en época de invierno. Ahora se los ha cambiado por los casinos. Ya dije la sorpresa que me causó la gente que hace cola para entrar en los casinos y espera su buen tiempo para poder dar rienda suelta a sus ganas de jugar.

En los juegos de niños por ejemplo, el cambio ha sido muy brusco. Antes usábamos el tobogán, la maroma, el molinete para distraernos de una manera total, alegre, simpática. Y si bien siguen existiendo en alguna plazas antes cualquiera tenía una hamaca en el patio de su casa.

En toda ciudad había calesitas para dar varias vueltas en el mismo lugar con un señor que mostraba la sortija para que alguien de los que habían quedado a pie tuvieran la oportunidad de subirse gratis en la próxima vuelta. Ahora no se ven calesitas por ningún lago, salvo la de la rotonda del parque General San Martín que sigue defendiendo su estirpe.

Han vuelto los monopatines pero más que como un útil para la distracción como un modo de traslación que tiene sus variantes, porque hasta hay patines con pequeños motores que los impulsan.

La que ha renovado su vigencia es la bicicleta. Abandonada por muchos y por mucho tiempo, se ha transformado en un vehículo muy usado por esta sociedad y cada vez son más los que se animan a llegar impulsado por sus extremidades inferiores.

El que ha perdido prácticamente toda su importancia y su práctica es el barrilete, también llamado volantín en algunas regiones. Antes eran una distracción fantástica para los niños que se podían pasar horas sosteniendo el hilo que los acercaba al cielo.

Podían comprarse, pero la voluntad era hacérselo uno mismo, juntando caña, papel, hilo y engrudo. Y con eso era suficiente para que nos alegrara las horas.

Ahora no se ve ninguno. Claro dale al niño la opción de jugar con su teléfono celular o el de sus padres y remontar un barrilete y ya van a ver cuál eligen.

El cielo se veía poblado, eran pájaros amarrados a la mano de un niño, pájaros de vuelo corto que sin embargo engalanaban la vista cuando uno miraba hacia arriba. Debería existir un colectivo que bregue, que reclame por la vuelta de los barriletes, para que nuestro cielo tenga otros habitantes aparte de los pájaros pero también para hacer dueño el cielo a nuestra humilde manera.

Vuela pájaro de papel, vuela con todas las ganas, colea por el aire que eso es elegancia con altura, andá a rascarle la panza a las nubes que allá abajo hay un niño que sonríe.

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