Creo en el Líbano y tengo fe

El pueblo es la coexistencia auténtica y la legítima representación de lo que el Líbano significa, la clase política representa al sectarismo separatista, mafioso, clientelista y corrupto que precisamente se contrapone a lo que el Líbano debe y quiere ser.

Imagen ilustrativa
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Para quienes me conocen y siguen mis posteos, quizás no hace falta aclararles que considero que la identidad libanesa es la coexistencia religiosa, el pluralismo político, la libertad individual y la cultura cosmopolita que hacen al Líbano un país único y diferente.

Entiendo que hay muchos comentarios dando vueltas que han generado tensiones confesionales en un país fuertemente lastimado en donde es natural refugiarse en la identidad primaria, que es la comunidad religiosa a la que cada uno pertenece y eso genera miedos y percepciones insulares y a veces divisivas.

Quiero dejar claramente expresado que yo no considero que lo que pasó en el Líbano nos lleve a una guerra civil o sectaria, el pueblo que se viene manifestando desde hace varios años y más enfáticamente desde octubre del año pasado y cuyo ímpetu se renovó tras el desastre en el puerto de Beiurt, no es sectario, ni representa a ninguna comunidad en particular.

Todo lo contrario, son libaneses antes que nada y están precisamente luchando para desmantelar el andamiaje sectario que la clase política ha armado, abusando y desvirtuando la histórica coexistencia confesional del Líbano para beneficiarse con ello a título personal o partidario.

El pueblo es la coexistencia auténtica y la legítima representación de lo que el Líbano significa, la clase política representa al sectarismo separatista, mafioso, clientelista y corrupto que precisamente se contrapone a lo que el Líbano debe y quiere ser.

La lucha no es entre musulmanes y Cristianos, ni entre maronitas, católicos, protestantes, ortodoxos, drusos, chiitas o sunnies, la guerra es entre la gente honesta contra los delincuentes y criminales, es la lucha de los libaneses, contra los anti libaneses.

Es una lucha entre los libanizadores contra los libanocidas.

La explosión y todo lo que la causó dañó tanto a mezquitas como a iglesias, a cristianos y a musulmanes que solamente juntos podrán reconstruir el país, porque divididos solo permitirán que la misma clase política sectaria, que los viene gobernando desde hace 30 años continúe manejando el país... y ya sabemos cómo les fue...

Hezbollah merece un capítulo aparte, no porque sea un partido exclusivamente chiita, que tiene todo el derecho a serlo en un país democrático, libre y pluralista.

El problema de Hezbollah son sus armas que son usadas a su absoluta discreción y sin consultar con nadie, tanto en contra enemigos del Líbano como también para defender a sus aliados autoritarios (oh casualidad, también enemigos del Líbano) involucrando al país en conflictos ajenos que no nos conciernen, conviniéndonos indirectamente en participantes y potenciales víctimas de esos conflictos.

También Hezbollah utiliza sus armas como instrumento de poder político interno y es de público conocimiento que utilizan su fuerza para negociar con aliados y rivales políticos, para controlar las fronteras y el aeropuerto de Beirut a su antojo y obviamente , y acá es donde la realidad nos llama la atención, controlaba el puerto en donde se almacenó ilegalmente e irresponsablemente, el material explosivo que originó la catástrofe, y no es casual que los diferente gobiernos libaneses hayan hecho oídos sordos a los numerosos reclamos para sacar ese material del puerto.

NO estamos ante una posible guerra civil, pero si quizás ante una posible nueva guerra de independencia, de limpieza de las instituciones políticas, de purga de la clase gobernante y para construir un Líbano compatible con aquel que hace 100 años decidió, no ser un país solamente maronita sino multiconfesional, con pertenencia y apertura tanto hacia oriente como hacia occidente.

Si es por eso por lo que hay que luchar, luchemos. No queremos hacerlo con armas, sino con ideas y debate, con diálogo y razonamiento conjunto, con amor a la patria y brazos tendidos a todos los Libaneses primero y también a todos los países amigos que nos quieran ayudar a preservar a este país tan único como especial.

Las armas hoy solo las tienen los enemigos del Líbano que describí, los sectarios, los que pretenden que una comunidad controle al resto, los que están asociados con ideologías y fuerzas externas, los que defienden a este gobierno que quebró al país y que deslibanizo al Líbano.

* Director del Centro de Estudios Libaneses para América Latina

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