Comas faltantes

Sobra la coma entre elementos repetidos cuando una misma expresión modifica a otra y enfatiza o precisa su significado: “Es muy muy claro”.

El lenguaje en las redes sociales se caracteriza por una constante innovación. (Robert Kneschke / Shutterstock)
El lenguaje en las redes sociales se caracteriza por una constante innovación. (Robert Kneschke / Shutterstock)

Todos asistimos al deterioro en el uso del lenguaje, que se produce en las redes sociales. Ese descuido se debe a que hay un desconocimiento de reglas de normativa, desconocimiento que proviene de la falta de enseñanza de formas correctas, desde la escuela primaria; también se argumenta que lo que interesa en la comunicación es la rapidez de lo inmediato y que, por lo tanto, son perdonables los errores en normativa y las omisiones en materia de puntuación.

. Una falta frecuente es la que omite la coma cuando se incluye un vocativo. Y muchos se estarán preguntando qué es un vocativo y para qué sirve. Se denomina así a la palabra o palabras que se usan para invocar, llamar o nombrar a una persona o cosa personificada, cuando nos dirigimos a ella. A veces, el vocativo es, simplemente, el nombre de la persona con la que estamos hablando, su cargo o título, su posición familiar o laboral. Lo importante es su separación del resto del contenido por medio de una o más comas, conforme a su ubicación en la oración. El uso de estas comas es obligatorio. Si el vocativo va al comienzo, será una sola la coma separadora, como en “Alumnos, mañana deben estar aquí a las 10″. Si el vocativo está en el medio de la oración, se lo aísla entre comas: “Oíd, mortales, el grito sagrado”. Si se ubica al final, quedará precedido de coma y, después de él, irá el signo de cierre que indique el fin del sentido: “Pasen por acá, amigos”. Se puede usar como vocativo, el título o cargo de la persona a la que se pretende llamar o, simplemente, un tratamiento genérico: “Doctor, ¿cuál es la dosis de este remedio?”; “Ministro, tiene usted la palabra”; “Señor, córrase de allí”. También puede indicar una posición familiar o laboral: “Renuncio a este cargo, colegas”; “Te quiero mucho, abuela”.

Otras veces, el vocativo encierra un modo afectivo de dirigirnos al interlocutor: “Amor, ¿me pasarías el diario?”. Además, el vocativo puede encerrar una construcción: “Apreciados amigos, ha llegado el momento de tomar una decisión”. La omisión de la coma puede originar un cambio de sentido: “Vamos a comer, chicos” frente a “Vamos a comer chicos”; “Están buscando, contadora” frente a “Están buscando contadora”. También puede confundirse el sujeto con el vocativo”: “Inés trae la correspondencia” (el sujeto es Inés) frente a “Inés, trae la correspondencia” (la coma señala que Inés es el vocativo, la persona a la que se da la orden; el sujeto, en una comunidad tuteante, es “tú”). Un error generalizado en los correos electrónicos, de modo sistemático, es la omisión de la coma separadora del vocativo. Así, leemos “Hola Eduardo” y “Buenas tardes queridos amigos”; lo correcto es, conforme a lo dicho, “Hola, Eduardo” y “Buenas tardes, queridos amigos”. Tampoco son correctos los títulos de programas televisivos en que se saluda a Mendoza o al país, sin la coma que aísla este nombre como vocativo. Debe ser, entonces “Buen día, Mendoza” o “Buen día, país”.

Es necesario considerar también el valor de la presencia o ausencia de las comas que encierran un adjetivo o una proposición adjetiva. La presencia de comas delimita cláusulas explicativas; su ausencia, en cambio, da al adjetivo o a la expresión adjetiva un carácter especificativo. Observemos qué distinto es decir “Los estudiantes aplazados deben presentarse antes” y afirmar “Los estudiantes, aplazados, deben presentarse antes”: en la primera oración especifico que, de todos los estudiantes, solamente los que estuvieron aplazados deben presentarse antes; en el segundo caso, el participio “aplazados” ha quedado entre comas porque estoy dando una explicación: esos alumnos deben venir antes porque no fueron aprobados; incluso, en la oralidad, ese participio entre comas se dice en un tono más grave que el resto de la oración y va entre dos pequeñas pausas. Lo mismo ocurre en enunciados como “La casa que está frente al mar es muy fría” y “La casa, que está frente al mar, es muy fría”, en los que, respectivamente, se diferencia una casa del resto de construcciones o se explica la razón de la baja temperatura de una casa en particular.

Muchos creen que, cuando utilizamos la conjunción “y”, no podemos precederla de una coma. Eso es así cuando se realiza una enumeración de elementos ya que cada elemento enumerado se separa del siguiente con una coma, salvo el precedido de la conjunción, que no la lleva: “Pueden consultar este artículo en revistas, diarios, publicaciones periódicas y gacetillas diversas”.

Cuando la enumeración se cierra con la abreviatura “etc.” y el texto continúa, es necesario colocar una coma después de la abreviatura: “Los documentos, las solicitudes, los formularios, etc., se guardan en esa parte del armario”. Pero, si venimos haciendo una enumeración y la presencia de la conjunción “y” no introduce un elemento más, sino que indica un cambio en la dirección del pensamiento, entonces es lícito colocar una coma: “Estudió inglés, italiano, alemán, y postergó otro tipo de actividades”. A veces, la conjunción “‘y” se usa con sentido adversativo; allí, entonces, es preciso colocar una coma precedente: “Hizo todo tipo de sacrificios, y (pero) no pudo salir adelante” Aprendimos que la conjunción adversativa “pero” va precedida de coma: “Limpiaron la ciudad tras la lluvia, pero muchas calles aún muestran vestigios del desastre ocurrido”. Sin embargo, hay ocasiones en que esta conjunción no queda precedida de coma: es el caso de “pero” cuando contrapone adjetivos: “Es inteligente pero muy pedante”. Tampoco se coloca coma después de “pero” si viene a continuación una pregunta: “Pero ¿qué hace ese hombre parado allí?”.

Sobra la coma entre elementos repetidos, cuando una misma expresión modifica a otra y enfatiza o precisa su significado: “Es muy muy claro”.

Recordamos que hay ocasiones en que la omisión de este signo de puntuación conlleva cambio de significado: “No, iré al mediodía” frente a “No iré al mediodía; “Si quiero” frente a “Sí, quiero”, en situaciones que el lector puede imaginar.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

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