¿América Latina pierde relevancia en el ámbito global?

América Latina está perdiendo relevancia a nivel global frente al resto del mundo emergente.

Xi Jinping y Lula Da Silva, presidentes de China y Brasil respectivamente, durante la visita del mandatario brasileño el pasado 15 de abril de 2023.
Xi Jinping y Lula Da Silva, presidentes de China y Brasil respectivamente, durante la visita del mandatario brasileño el pasado 15 de abril de 2023.

Hay dos visiones sobre nuestra región. Una de ellas la ubica como periferia del mundo occidental desarrollado. Es decir, formando parte del bloque occidental junto con Norteamérica y Europa en su conjunto. Se trata de una matriz histórica, cultural y geográfica. La otra se da en el contexto del llamado “Sur Global”, que abarca África, el Sudeste Asiático (hoy liderado por Indonesia), gran parte del mundo árabe e India. América Latina se mantiene como periferia de Occidente en lo político y cultural, pero en términos económicos, geográficos y en alguna medida sociales, integra este “Sur Global”.

La tasa de crecimiento económico marca una clara diferencia. En lo que puede ser denominado el Hemisferio Norte emergente, integrado por China, Rusia y Asia Central, es más elevado que en Occidente. China e India crecerán este año más del 5%, e incluso Rusia lo hará el 2,4% pese a la guerra, mientras que Estados Unidos no llegará a este porcentaje y crecerá 1,8%, y la Eurozona lo hará sólo 0,6%. Desde este punto de vista, América Latina tiene una tasa de crecimiento más cercana a la de Estados Unidos y Europa (1,7%) que la de China e India. Latinoamérica aparece así cruzada por ser al mismo tiempo la periferia del Occidente desarrollado, pero al mismo tiempo una región del mundo emergente en cuanto a condiciones estructurales en lo económico y social. Frente a ello, el PBI de África crecerá el doble, algo más de 3,2%.

En los grupos de países en el ámbito global, el G7 y los BRICS aparecen como expresión del mundo desarrollado y el emergente. El PBI del segundo ha superado este año al primero y su población es aproximadamente cuatro veces mayor. Los BRICS han llegado al 31% del PBI mundial y el G7 está en el 30%. Esto implica que el PBI per cápita es un cuarto del que tiene este último. Éste a su vez tiene homogeneidad política e ideológica, identificándose con la democracia representativa como sistema político. La guerra de Ucrania ha reforzado los intereses geopolíticos comunes entre Norteamérica y Europa en el marco de la OTAN. Los BRICS, por su parte, tienen diversidad ideológica. China es un régimen autoritario de partido único; Rusia una democracia autoritaria de partido hegemónico; India es la democracia más grande del mundo por su electorado, criticada hoy por el G7 por supuesto autoritarismo; Sudáfrica tiene un régimen democrático de partido dominante; y Brasil cuenta con un sistema político de democracia representativa que se asemeja al del G7. El BRICS ha constituido un grupo “plus” integrado por aquellos países que podrían ser miembros plenos en el futuro. Es el caso de Arabia Saudita, Nigeria, Argentina y otros. Pero es un proceso que no se buscará acelerar. Ninguno de los dos grupos, ni el G7 o los BRICS, parecen dispuestos a sacrificar cohesión por ampliación. El G20 es el grupo de países en el cual convergen los dos mencionados anteriormente, más potencias regionales: México, Indonesia, Turquía, Corea del Sur, Australia, Arabia Saudita y Argentina. También lo integra como miembro número veinte la Unión Europea.

Pese a la reciente controversia entre la Celac y la UE respecto a la guerra de Ucrania, Brasil es el único país de la región que está participando de las gestiones hasta ahora secretas para la paz entre Kiev y Moscú. En la Cumbre realizada en Bruselas entre los treinta y tres países de América Latina y el Caribe y los veintisiete de la UE, fueron claras las diferencias. Los países europeos reclamaron una definición favorable a Ucrania y una condena a Rusia, pero sólo obtuvieron una condena a la violación de la soberanía ucraniana, cuestionando también las sanciones económicas bilaterales de los países de la OTAN contra Rusia. Incluso hubo tres países latinoamericanos (Cuba, Nicaragua y Venezuela) que se negaron a condenar “la operación militar especial” de Putin. Pero paralelamente, Brasil fue el único país de la región que participó de una Cumbre secreta realizada en la capital de Dinamarca, en la que participaron emisarios de Ucrania, Estados Unidos, gobiernos europeos, India, Turquía y Sudáfrica. Estas gestiones se harán públicas el 5 y 6 de agosto, cuando se realice en la ciudad de Yeda en Arabia Saudita una nueva Cumbre a la cual se invitará a más países, los que podrían llegar a ser veintiocho en total. La elección de Arabia Saudita como sede de la Cumbre apunta a que su gobierno tiene buenas relaciones tanto con China como con Rusia, y ello puede allanar próximos pasos. Los voceros de Putin sostuvieron: “Seguiremos de cerca la Cumbre. Hemos dicho en repetidas ocasiones que cualquier intento de contribuir a un arreglo pacífico merece una valoración positiva”, aunque agregaron “Ahora mismo es imposible llegar a un acuerdo pacíficio con Ucrania, debido a su postura agresiva”. En la Cumbre de Yeda habrá representantes de Ucrania pero no de Rusia. Por eso los voceros del Kremlin también dijeron: “El régimen de Kiev no quiere y no puede ver la paz mientras es utilizado exclusivamente como una herramienta de guerra del Occidente colectivo contra nosotros”.

Pero los esfuerzos de la diplomacia estadounidense para alinear a Brasil con su postura internacional no tuvieron éxito, ni en Ucrania ni tampoco respecto a China.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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