La Niña: Por tercer año consecutivo, la sequía complica la producción caprina

La falta de agua es grave para el sector. Sin embargo, los municipios ganaderos están desarrollando proyectos que apuntan a mejorar las condiciones de producción y venta.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Este año es el tercero consecutivo en el que el fenómeno de La Niña reduce las precipitaciones. Los productores de cabras y ovejas ya están preocupados por la falta de lluvia y de pasturas en el monte, y anticipan que, de no cambiar pronto el panorama, será un año en el tendrán menos producción. Por otro lado, en la provincia avanzan proyectos que apuntan a mejorar las condiciones de cría, faena y comercialización de ganado menor.

El director de Ganadería de la provincia, Damián Carbó, señaló que en las temporadas de Niña llueve por debajo de lo normal y, si bien la actividad caprina y ovina que se desarrolla en la montaña suele estar asociada a la trashumancia, es decir, que los productores suben los animales a la cordillera durante el verano, en el invierno dependen de la vegetación que hay en el llano y, cuando hay un período de seca, el alimento escasea.

Como este invierno hubo un poco más de nevadas, la expectativa es que en el verano haya mayor oferta forrajera en la montaña, lo que podría elevar los índices de preñez para los meses de febrero, marzo y abril, y los nacimientos a fines de 2023. Sin embargo, en zonas donde no está la posibilidad de llevar los animales a tierras más altas -como es el caso de Lavalle, Santa Rosa y La Paz- la situación puede ser más compleja.

Es que algunos pronósticos meteorológicos extendidos, detalló Carbó, estarían anticipando que La Niña dejaría de ejercer su influencia en noviembre o diciembre, lo que ofrecería una chance a la producción ganadera, pero otros señalan como punto de inflexión los meses de febrero a marzo, lo que podría generar una alta mortandad.

Los productores caprinos, explicó el director de Ganadería, ponen los castrones (machos adultos) con las hembras en mayo, para que las pariciones se den en setiembre y se recríen los chivitos hasta noviembre, diciembre y enero, cuando se comercializan. Sin embargo, cuando los campos están secos, las cabras pueden tener una carencia nutricional que las hace abortar. También puede suceder que no producen la suficiente leche para alimentar a las crías, que mueren después.

El caso de las ovejas es diferente, porque no se estaciona el servicio. Es decir, no se juntan los machos con las hembras en un momento determinado, sino que se las deja libres; lo que, a su entender, es un error técnico, porque lleva a que algunas pariciones se den durante el invierno, cuando la oferta de forraje escasea. Por esta razón hay vaivenes productivos más marcados en el caso del cordero. De hecho, hay algunos productores que llegan a tener tres nacimientos en dos años, porque el ciclo es de ocho meses, pero esto, señaló, sólo debería hacerse en tierras bajo riego, no en el secano.

La producción caprina se concentra en el departamento de Malargüe y le siguen en importancia Lavalle, San Rafael y San Carlos. Los piños o grupos más numerosos se dan en los departamentos del suroeste de la provincia, mientras que en Lavalle, Santa Rosa y La Paz la escala es menor. A diferencia de lo que sucede con el ganado bovino, que se declara cuando se realiza la campaña de vacunación contra la aftosa, lo que permite conocer el stock provincial, quienes sólo se dedican a la cría de cabras y ovejas pueden hacer una declaración voluntaria, por lo que es más difícil llevar un seguimiento del número de cabezas.

Carbó indicó que el número de productores se ha mantenido relativamente estable, pero lo que se viene dando es una disminución del tamaño de los piños; lo que se vincula con la merma en la oferta forrajera. Es que, cuando el productor estima que puede llegar a haber más pasturas, se reserva más cabritas para futuras madres.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

La falta de agua

“Para nosotros, la lluvia es todo”, resume Paulino Canales, Don Lino, del puesto Don Pedro, en San Carlos, en la zona de Papagallos, que debe su nombre al arroyo que pasa por la propiedad. Es que el agua les asegura buenas pasturas para criar cabras, ovejas y vacas. Sin ese alimento, saben que algunas crías no lograrán sobrevivir. De hecho, los chivos y los corderos pueden alimentarse con maíz, pero las vacas, explica, no están acostumbradas a estar en el corral ni a comer pasto, porque no son mansas y se ponen nerviosas con el encierro.

Pero, además, de la vegetación autóctona depende el peso que ganen los animales. Cuando está “lindo” el animal, pueden pelear el precio. De lo contrario, si está flaco, “lo tiran al suelo”. De todos modos, señala que es una cuestión de temporadas y recuerda que ya en 1963 se tuvieron que ir a hacer una veranada a la cordillera por la sequía. Esto es, llevar los animales a tierras a mayor altura para que encuentren vegetación.

El hombre contó que otro de los problemas que tienen, vinculado con el agua, es que, hasta hace unos meses, cuando se inauguró la ruta nueva, les pedían a los operarios de Vialidad -les pagaban el combustible- que les repararan las represas que tienen dentro de la propiedad. Es que la lluvia, que escasea, cuando llega lo hace en fuertes tormentas, que causan daños. Sin embargo, ahora las máquinas se retiraron y deberían alquilar un carretón desde la zona urbana, lo que les resulta imposible.

Los tapones, detalla Don Lino, les permiten reservar agua para que beban los animales durante un par de meses. Sin esos reservorios, los animales deberían caminar varios kilómetros para poder beber, por lo que, en la práctica, una buena parte de la tierra queda sin poder aprovecharse, justo cuando las pasturas no son abundantes.

Silvia Beatriz Salinas, del puesto La Lagunita, también en San Carlos, cuenta que a las 8 de la mañana empiezan a alimentar a los animales con maíz, para ayudar un poco porque no llueve y las pasturas del lugar no resultan suficientes. Y agrega que ya van 7 años “de malaria”, con lluvias escasas. Ricardo Enrique Luffi, su esposo, suma que desde 2003 vienen teniendo episodios de sequía y que tienen temporadas de dos años buenos y tres malos.

Pero el productor también aclara que, si bien les dan maíz partido o maíz entero, algunas cabras no se acostumbran a comerlo. Y pese a que, para las que lo aceptan, representa una ayuda para la crianza, las hembras no producen la misma cantidad de leche con este refuerzo que cuando la vegetación natural es abundante.

La escasez de agua, cuenta Saúl Ismael Luffi, quien tiene su puesto en la vieja ruta 40, en San Carlos, favorece que las cabras se enfermen de carroco, un parásito que se encuentra en las vegas y arroyos, por más que estén vacunadas. Explica que se trata de una enfermedad que les afecta el hígado y que, por más que se vean en buen estado, de un momento para el otro se mueren.

Sostener la producción

Aunque la producción presenta sus desafíos, sobre todo en épocas de cambio climático, uno de los más grandes para los pequeños productores ganaderos que se encuentran en distintas zonas de secano y de montaña de la provincia es la comercialización. Es que suelen encontrarse en puestos a varios kilómetros de distancia de las rutas y, para llegar a sus corrales, deben recorrer caminos de tierra que incluso quedan intransitables cuando llueve. Y, como algunos no cuentan con movilidad propia, dependen de que alguien vaya a buscarles los animales.

Esta situación suele favorecer que les paguen precios bastante bajos por su producción y esto ha motivado que los departamentos en los que hay producción ganadera, los municipios hayan reactivado -o estén por hacerlo- mataderos municipales, para que los puesteros puedan llevar sus animales y faenarlos con los cuidados necesarios para llegar a los mercados.

Carbó detalló que Lavalle y San Rafael tienen mataderos equipados con frigoríficos para exportación, General Alvear tiene uno con habilitación provincial (no permite exportar), San Carlos está por reinaugurar uno y Malargüe está desarrollando un plan integral caprino que incluye también la habilitación de un matadero frigorífico que cumplirá con los requisitos para exportar. Por eso, consideró que la capacidad de faena y de frío es suficiente para atender a la producción.

Por otra parte, el director de Ganadería resaltó que no sólo hay demanda para el producto, sino que incluso se podría incrementar la producción. El cabrito se vende para consumo interno en la provincia y también en otros centros urbanos del país, donde se podría conseguir mejores precios si, en lugar de enviar el animal vivo, se llevara ya faenado y con marca local. En cuanto a la cabra vieja, señaló que hay países, como Arabia Saudita, que la consumen, por lo que sería importante avanzar en la exportación.

Sin embargo, indicó que es necesario empezar a defender mejor el producto local, para que los productores puedan incrementar su rentabilidad y mejorar la calidad de vida. Carbó planteó que el cabrito mamón es un emblema de la producción mendocina y que la gente está dispuesta a pagar por esa calidad. De hecho, toda la producción se vende y no quedan remanentes en las cámaras.

A esta mejora en la calidad de vida se asocia también que los jóvenes, hijos y nietos de los puesteros, sostengan la actividad. Es que hay una buena cantidad de productores que superan los 60 años y sus descendientes se van a vivir a la ciudad. Por eso, se está trabajando en la conectividad rural y en la mejora de los caminos, para facilitar el acceso a estas zonas. También se apunta a hacer más eficiente la logística y que los productores empiecen a trabajar de modo formal, para poder comercializar con mejores precios.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Planean constituir un fideicomiso caprino en Malargüe

La cuenca caprina de Malargüe es la más importante de la provincia y la segunda en el país, después de Santiago del Estero. Sin embargo, en los últimos años, por cuestiones climáticas y económicas -la cría de cabras sigue siendo una actividad de subsistencia para más de mil puesteros malargüinos-, la producción ha ido descendiendo.

Esto ha provocado, explica José Luis López, director de la Agencia de Planificación de Malargüe, que quienes se dedican a actividades productivas en el campo se vayan yendo a las zonas urbanas. De hecho, el 80% de la población del departamento vive hoy en la ciudad. El dato surgió de los relevamientos que fueron desarrollando en el marco de la elaboración del plan de ordenamiento territorial.

Cuando pudieron sistematizar la información de la problemática de los productores, se presentaron a una convocatoria nacional de financiamiento de proyectos para favorecer el desarrollo armónico territorial. Y formularon uno que apuntaba a un sector productivo tradicional: la ganadería. El plan integral de desarrollo caprino de Malargüe comenzó como una entre casi 700 iniciativas en todo el país y terminó, luego de pasar por varias instancias, entre las 21 seleccionadas.

López explica que buscan abordar cuestiones estructurales, que permitan cambiar la forma de producir y comercializar, y se basaron en tres ejes. El primero, el sistema productivo, en donde, a través de capacitaciones que ya han comenzado, apuntan a que el productor se vaya profesionalizando y, con ello, pueda aumentar la productividad. Cuando esto suceda, detalla, se va a necesitar mayor capacidad de faena y de frío, lo que lleva al segundo eje: ampliar la estructura del matadero frigorífico municipal.

Por tratarse de una actividad estacional, se produce una concentración de la oferta en pocos meses del año. En ese momento, vienen comercializadores cordobeses a comprar el chivito y suelen ofrecer un precio bastante más bajo a los puesteros, aprovechando que no pueden negociar porque deben vender el animal. En cambio, si cuentan con un espacio para dejarlo en frío, tendrían la posibilidad de venderlo cuando quieran.

Y, finalmente, la tercera línea de trabajo es la creación de un fideicomiso ganadero a través del cual el municipio les compraría la producción a los productores caprinos, para garantizarles un buen precio, y luego salir a venderla -en el mercado nacional e internacional- con marca propia, que resalte el valor del chivo malargüino.

El financiamiento, que el municipio obtendrá a lo largo de tres años, también se utilizará para comprar un tractor y maquinaria agrícola, ya que cultivarán forraje en unas 25 a 50 hectáreas que se encuentran en el parque industrial, en terrenos con acceso a riego, para entregar alimento que se pueda utilizar para suplementar la alimentación en las temporadas de sequía. Asimismo, tienen previsto adquirir un camión para repartir los fardos e ir a buscar los chivos a los puestos en los que no cuenten con movilidad propia para hacerlo.

López detalló que la refuncionalización y ampliación del matadero es una obra que demandará unos cuatro meses, por lo que esperan que esté terminada en febrero. También mencionó que tienen planeado constituir el fideicomiso ganadero en marzo pero que, en caso de no obtener el aval del Concejo Deliberante, podrían trabajar con Mendoza Fiduciaria.

Reabren el matadero frigorífico en San Carlos

Si bien el departamento de San Carlos contaba con un matadero municipal, el espacio estuvo cerrado durante 27 años. Hace unos meses, el municipio firmó un acuerdo con un inversor privado, que está recuperando esa infraestructura y que estaría operativa en noviembre, por lo que los productores caprinos y ovinos del departamento podrían empezar a faenar sus animales en ese lugar esta temporada.

El intendente de San Carlos, Rolando Scanio, comentó que el municipio ofrece asistencia a los puesteros que viven de la actividad y son dueños del emprendimiento; no así a quienes trabajan como empleados para una persona que es dueña de la tierra. Son, en su mayoría, familias que se vienen dedicando a la ganadería por generaciones.

En ciertos momentos del año, el municipio recorre 41 puestos para llevarles fardos de pasto y bolsas de maíz, para que puedan reforzar la alimentación de los animales. Por otra parte, a veces van acompañados de una enfermera o de una veterinaria, o de distintos operativos sanitarios, para acercar ciertos servicios a la zona rural. Sin embargo, saben que para cambiar las condiciones de producción se debía avanzar en otro sentido.

Rubén Fusari, el empresario que administrará el matadero durante 10 años, comenta que tienen contacto con empresas gastronómicas importantes de la provincia y de Córdoba, que demandan chivo, cordero y lechón. Por lo que les ofrecerán a los puesteros sancarlinos no sólo la posibilidad de faenar en el lugar, sino también de comercializar el producto. Además, de ir a buscar los animales al puesto de quien no tenga movilidad propia y la matrícula para faena, si el productor no la tiene.

El lugar contará con una cámara para congelar la carne y si bien tendrá habilitación provincial en un primer momento, en una segunda etapa planean seguir con las obras para obtener la nacional, que les permitirá exportar. Fusari indicó que han pasado de una capacidad de faena original de 300 o 400 animales cada 15 días a 500 semanales. En cuanto al espacio de frío, permitía almacenar 240 animales y hoy, 1.500.

El empresario resaltó que la ubicación de este matadero es estratégica y considera que muchos productores van a aprovechar esta posibilidad, porque hoy están vendiendo a precios muy bajos -a veces a $1.500 o $2.000 un chivo, cuando vale entre $8.000 y $12.000-, debido a que son rehenes de unos pocos compradores, ya que no tienen movilidad, permisos para faenar ni están en regla con la parte impositiva. De ahí que también ofrecerán asesoramiento contable a los interesados, para que entiendan que, aun cuando dejen de ser monotributistas y empiecen a tributar más, la diferencia va a ser a su favor.

Por otra parte, indicó que, por estar fuera del sistema, a veces les roban chivos que no están declarados y no los pueden denunciar. O desaprovechan ciertos subproductos, como el cuero, la grasa y las achuras -en el caso de los novillos-, que se pueden utilizar cuando la faena se realiza asegurando las condiciones sanitarias.

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