Las formas del perdón

Hay vocablos que nos resultan bellos, por las intenciones que entrañan. Nos ocurre, por ejemplo, con el verbo ‘perdonar’.

Pedir perdón y perdonar.
Pedir perdón y perdonar.

En nuestro español, como en toda lengua, hay vocablos que nos resultan bellos, por las intenciones que entrañan. Nos ocurre, por ejemplo, con el verbo ‘perdonar’ y con los sustantivos relacionados con él.

Su etimología nos remite al latín “perdonare”: el término podía dividirse en “per-”, que tenía el valor de “entera, completamente”, y el verbo “donare”, que equivalía a “dar, regalar”; entonces, según su valor original, ‘perdonar’ es “dar completamente, olvidar una falta, librar de una deuda”. Lo asociamos al sustantivo ‘perdón’, del cual el diccionario académico nos da diferentes valores: en primer lugar, “acción de perdonar”, pero luego, más específicamente, “remisión de la pena merecida, de la ofensa recibida o de alguna deuda u obligación pendiente”: “El nuevo intendente ha anunciado el perdón de las deudas por tasas y servicios a los comerciantes damnificados”.

Además, en relación con los pecados, ‘perdón’ equivale a “indulgencia”; en ese sentido, en una oración cristiana, se le pide a Dios que dé el perdón a nuestras deudas, esto es, la indulgencia para los pecados cometidos.

La acepción que nos llama la atención es la que se relaciona con el sustantivo ‘perdones’, en plural, que alude a los obsequios traídos de una romería, tales como frutas secas, dulces y otras golosinas.

Se usa la locución ‘con perdón’, para expresar la excusa a algo que se dice, pues supone el hablante que es inapropiado: “Voy a usar términos algo fuertes, con perdón de los que no están de acuerdo con ese tipo de lenguaje”.

Por otro lado, se puede decir ‘perdón’, como fórmula de cortesía: “Perdón, ¿me repite la consigna?”.

También, se usa para cortar el discurso de otra persona y tomar la palabra: “Perdón, te interrumpo un momento”. Si se le imprime una entonación interrogativa, ‘¿perdón?’, expresa que no se ha entendido algo o que no se está de acuerdo con lo expresado y se desearía una rectificación por parte del que está hablando.

En el ámbito religioso, ‘cuentas de perdón’ son las que, más gruesas que el resto, en el rosario, se asocian a indulgencias en sufragio de las almas del purgatorio.

Cómo pedir perdón

¿Existen otras formas de expresar la idea de ‘perdón’? Sí, las que se construyen alrededor de la idea de culpa: ‘disculpar’ y ‘exculpar’.

En cuanto a ‘disculpar’, su etimología nos permite rastrear que, en su formación, intervienen dos conceptos: el de separación, aportado por el prefijo ‘dis-’, y el de falta o imputación, presente en el verbo ‘culpar’; así, su definición nos dice, con valor coloquial, “no tomar en cuenta o perdonar las faltas que alguien comete”: “Le ruego sepa disculpar mis errores de tipeo”.

Si se usa ‘disculparse’, como pronominal, el significado pasa a ser “pedir indulgencia por lo que ha causado o puede causar daño”: “Nos disculpamos si hemos, involuntariamente, omitido algún nombre en esa lista”.

¿Y cuál es la diferencia respecto de ‘exculpar’? En primer lugar, es el término opuesto a ‘inculpar’, definido como “acusar a alguien de algo”: “Las pruebas lo inculpaban, pero las pericias lo exculparon”. A partir de ello, ‘exculpar’ se entiende como “liberar a alguien de la responsabilidad o culpa sobre algo”: “Lo han exculpado de la acusación de comercializar esa droga”.

El valor de este verbo se centra en el significado del prefijo ‘ex-’, que aporta la idea de separación pues equivale a “hacia fuera”. Se lo asocia el adjetivo ‘exculpatorio’, definido como “que libera de una culpa o responsabilidad”: “Las pruebas testimoniales fueron exculpatorias”.

Otra manera de expresar el perdón es a través del uso de ‘dispensar’, ‘excusar’, ‘indultar’, ‘amnistiar y ‘condonar’.

Veamos cada uno: ‘dispensar’ encierra etimológicamente dos elementos que nos explican su significado; por un lado, el ya mencionado prefijo de separación ‘dis-’, y por el otro, el concepto asociado al latín “pendere”, que indicaba peso, culpa, cargo; de ese modo, se llega a su definición como “absolver de falta leve ya cometida, o de lo que se quiere considerar como tal”: “Por favor, dispénseme las incorrecciones que encuentre”.

Si empleamos ‘excusar’ para expresar el perdón, queremos significar “exponer y alegar causas o razones para sacar libre a alguien de la culpa que se le imputa”. Se puede también usar como pronominal ‘excusarse’; su etimología latina nos remite a dos componentes esenciales: el prefijo/preposición “ex”, con la idea de “hacia fuera”, y la raíz “causa”, como “suceso que produce una acción”: “El embajador se ha excusado por los agravios de un grupo de inadaptados”. ‘Excusar’ se vincula al sustantivo ‘excusa’, cuyo concepto es sinónimo de “motivo o pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar una omisión”: “Por favor, ya no me dé más excusas”.

Indulto y amnistía

¿Qué tienen en común y en que se diferencian ‘indultar’ y ‘amnistiar’? Los dos suponen la idea de perdón de penas impuestas, pero ‘indultar’ es “perdonar a alguien total o parcialmente la pena que tiene impuesta o conmutarla por otra menos grave”: “En estos días, la nueva autoridad penitenciaria ha indultado a algunos reclusos que han observado buena conducta”.

En cambio, ‘amnistiar’ significa “conceder el perdón de cierto tipo de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”: “Se amnistió a los que habían cometido esos delitos durante aquellos años”.

El verbo se vincula al sustantivo ‘amnistía’, derivado del griego, lengua en que equivalía a “olvido”. ‘Amnistiar’ en presente lleva tilde sobre la ‘i’ en las tres personas del singular y en la tercera del plural: ‘yo amnistío’, ‘ellos amnistían”.

En el caso de ‘condonar’, implica “perdonar o remitir una pena de muerte o una deuda”: “Una revisión del caso, permitió condonar la pena máxima impuesta a ese acusado”.

Es una palabra de origen latino, ya usada por Cicerón, con el valor de “redimir a alguien de algo, perdonar un delito”.

Después de los valores técnicos de los términos ligados al perdón, nos quedamos con un pensamiento atribuido al escritor Mark Twain: “El perdón es la fragancia que derrama la violeta en el talón que la aplastó”.

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