Cosas del corazón

Este término no sólo designa el órgano muscular que impulsa sangre. Su riqueza es tanta que la analizamos aquí.

Al festejar un gol, el futbolista arma con sus manos la figura de un corazón.
Al festejar un gol, el futbolista arma con sus manos la figura de un corazón.

La respuesta de la mujer, ante la pregunta de su esposo acerca de su proceder, fue: “Tuve una corazonada”. ¿Qué quiso significar? El término ‘corazonada’ presenta, como primera definición, “impulso espontáneo con que alguien se mueve a ejecutar algo arriesgado y difícil”: “No lo hizo racionalmente, sino que obró por una corazonada”. Los sinónimos que se sugieren son ‘impulso’, ‘ímpetu’, ‘arrebato’, ‘arranque’. La segunda definición es “presentimiento”, entendido como ‘premonición’, ‘pálpito’, ‘intuición’.

Como el vocablo proviene de ‘corazón’, nos parece adecuado precisar los valores que el término puede presentar, además del concepto inicial de “órgano de naturaleza muscular, impulsor de la sangre”. Puede connotar “ánimo, valor”, como en “Me faltó corazón para negarme al pedido”. En otros contextos, es equivalente a “sentimientos”. “Se caracteriza por su buen corazón”.

El centro de algo o de un lugar puede también ser llamado ‘corazón’: Vive en el corazón de esa enorme ciudad. También, por su lugar central, se denomina ‘dedo del corazón’, ‘dedo de en medio’ o ‘dedo cordial’ al que es más largo y se ubica en el centro de la mano.

Todos, a veces, podemos experimentar un estado de gran angustia, depresión o aflicción: en ese caso, usamos la locución ‘con el corazón en un puño’, como en “Después de lo sucedido, permanecí varios días con el corazón en un puño”. Si, ante una situación difícil, sentimos temor y nos acobardamos, ello queda de manifiesto en la locución ‘encogérsele el corazón’: “Ante tal desgracia, se me encogió el corazón”. Similar valor hallamos en ‘cubrírsele (a alguien) el corazón’, equivalente a “entristecerse”.

Nos agrada ser confidentes con alguien que se muestra amigo y, cuando lo hacemos, lo manifestamos con la expresión ‘abrir el corazón’: “Estaba desolada y necesitaba abrir mi corazón con alguien que pudiera entenderme”.

La piedad por hechos dolorosos o lastimosos se puede expresar en la locución ‘arrancársele (a alguien) el corazón’: “El infortunio que padecieron me arrancó el corazón”. Parecido valor posee la expresión ‘atravesar el corazón’: “Tu pena es la mía pues me atraviesa el corazón”.

Abrimos la nota de hoy con el vocablo ‘corazonada’ que, por definición, se equipara a la locución ‘darle (a alguien) el corazón’, ya que su valor significativo es el de “hacérselo presentir”: “Después de saber estas novedades, le di mi corazón a Emilio por los presagios”. También, en relación con el presentimiento de los sucesos futuros, se dice ‘el corazón no es traidor’: “Avizoro para ella un hermoso porvenir y va a ser así porque el corazón no es traidor”.

La prensa rosa o de asuntos amorosos se llama ‘del corazón’: “Esos romances son la comidilla de la prensa del corazón”.

Los sentimientos diversos que somos capaces de experimentar se plasman en locuciones varias: ‘no caberle (a alguien) el corazón en el pecho’, que significa “estar muy sobresaltado e inquieto en algún momento por pesar o ira”; lo vemos en “Después de tan áspera discusión, no le cabía el corazón en su pecho. No tener corazón’ equivale a “ser insensible”: “Es inhumano su proceder, parece no tener corazón”. En cambio, si a esta locución le añadimos una frase encabezada por la preposición ‘para’, su significado pasa a ser “no tener valor” para llevar a cabo lo expresado en la cláusula prepositiva: “Mi madre no tenía corazón para plantear a mi abuelo su pensamiento”.

La sinceridad y franqueza de alguien para con otra persona queda de manifiesto en la locución ‘llevar el corazón en la(s) mano(s)’: “Me encanta estar con él pues es tan auténtico que parece llevar el corazón en las manos”. Muy cercana resulta la locución adverbial ‘de corazón’, cuyo significado positivo equivale a “con verdad, con seguridad y afecto”: “Siempre obra de corazón”.

El hecho de herir profundamente los sentimientos de otra persona se manifiesta en la locución ‘partir el corazón’ (a alguien), igual a ‘partir el alma’: “Al hablarle a calzón quitado, le partió el corazón”. Asimismo, resulta negativo el estado de ánimo a causa de una mala noticia o de un susto, pues la persona queda atónita, tal como se refleja en ‘helársele el corazón’: “Cuando descendí del auto para ver qué había sucedido en la ruta, se me heló el corazón”.

Una ofensa puede ser hecha con astucia y disimulo, si la persona no es sincera: entonces, se ha usado una locución hoy poco conocida, la que dice ‘herir el corazón sin romper el jubón’. Por el contrario, se puede actuar sin ficción ni disimulo, con total autenticidad: lo evidencia la locución ‘salirle (a alguien) de corazón (algo), como en “Cuando lo vi tan desanimado, espontáneamente me salió del corazón ofrecerle toda mi colaboración”.

Absolutamente positivo es el contenido encerrado en la locución ‘ser todo corazón’ ya que implica ser benevolente, muy generoso: “En las circunstancias adversas, siempre lo tendrás a tu lado pues es todo corazón”. El sentido es exactamente igual al que queda encerrado en la expresión ‘tener un corazón de oro’: “Es una persona sin igual que tiene, para con el prójimo, un corazón de oro”. Y la generosidad es el motor de buenas acciones, tal como se evidencia en ‘tocarle (a alguien) en el corazón”, que significa que se mueve el ánimo para el bien: “Supo emocionarnos con sus palabras y nos tocó en el corazón”.

El Centro Virtual Cervantes recoge en su Refranero multilingüe la paremia ‘Adonde el corazón se inclina, el pie camina’: con anhelo e insistencia nos dirigimos, con frecuencia y de forma instintiva, a los lugares en donde está nuestro afecto o placer, con la esperanza de conseguir algo interesante. El contenido se acerca a lo que expresa la copla del folclore popular cuando canta “Dices que no la quieres/ni vas a verla, pero la veredita/no cría hierba”.

Y nos agrada cerrar con ‘De la abundancia del corazón habla la lengua’, que muestra cómo la palabra revela sentimientos e intenciones, réplica del decir evangélico “Ex abundantia cordis loquitur lingua” (San Lucas , 45).

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