En el Bustelo se “despidió” de Argentina

El último show de Gustavo Cerati en nuestro país tuvo lugar en Mendoza, el 12 de abril de 2010. Histórico y memorable.

En el Bustelo se “despidió” de Argentina
En el Bustelo se “despidió” de Argentina

Con casi tres décadas pisando escenarios, Gustavo Cerati fue uno de los pocos rockeros argentinos con ese currículum que puede prescindir de gran parte de su repertorio clásico y, aún así, salir indemne ante su público.

Es decir, el ex líder de Soda Stereo pudo hacer olvidar desde la lista de temas a aquella banda y nadie salió de su concierto con gusto a poco. Eso sucedió el último concierto que dio en la Argentina.

Fue el Auditorio Bustelo, colmado. Una despedida que no era tal. Para los mendocinos que estuvieron allí presentes, fue una fiesta. Esta fue la crónica de Los Andes, firmada por Leo Oliva, que resultaría, desgraciadamente, histórica. La última. La publicamos íntegra, a continuación:


Crónica de un show a pura fuerza natural
Para un artista como él, con la vista siempre hacia delante, la lectura de su pasado es cada vez una relectura, un revisionismo desde la actualidad. Porque su eterna inquietud lo obliga a despegarse de los rótulos que el star system del rock argentino le endilga a sus referentes.

En su caso, la estrella pop en la que se transformó con la sodamanía ya es un recuerdo difuso, hoy es un solista que se actualiza con cada disco, como esta vez con “Fuerza natural”, la obra que presentó oficialmente en Mendoza en el auditorio Bustelo.

Ese álbum fue el eje de la primera parte del concierto, el que Cerati arrojó a los oídos de todos sin descanso durante esa primera hora de show.

Allí se vio lo de mejor de su ADN: capacidad para fabricar hits (“Deja vu”, “Rapto”), estribillos (“De qué desastre me salvé / en buena hora me solté”, de “Desastre”) y climas, esto último gracias a una puesta en escena sobria pero elegantísima, que fue de las luces tenues y la escenografía de living hasta el uso de las pantallas como videoclips en vivo y el vestuario estrictamente negro (o blanco en la segunda parte) de cada músico.


Buena compañía 
En medio de todo, un aspecto clave que no se puede soslayar: la banda. Como el Messi del Barcelona, el Cerati de hoy cuenta con compañeros que le limpian el camino para que se luzca.

Desde la base de “los Fernandos” Nalé (bajo) y Samalea (batería), hasta la guitarra de Richard Coleman y las programaciones de Leandro Fresco -todos parte de la banda estable desde la época de “Ahí vamos”-, a los que se suman ahora Gonzalo Córdoba (guitarras, teclados) y la presencia femenina de Anita Alvarez de Toledo en los coros.

Con ellos como equipo, Cerati arma la jugada perfecta. Su zurda prodigiosa viene a ser primero su guitarra, con la que despliega esos solos a lo “guitar hero” que despeinan a más de uno. Y su otra arma es la voz, que se luce más que nunca en su costado baladista (“Crimen”) y en el sonido más folk de su último álbum (“Tracción a sangre”, “Cactus”).


A mover el coolo 
Eterno ícono de lo moderno y lo cool, Gustavo Cerati puede decir "disaster" en vez de "desastre" en un estribillo o saludar al público con un "Hola hermosos" y a nadie le cae mal. Y claro, lejos de parecer esnob, su actitud es más de bestia pop, de bicho de escenario.

Eso se vio en un recreo de “Fuerza natural” que se tomó en la primera parte y en la fina selección del segundo segmento del show, el momento en el que -con todos vestido de blanco- rescató perlas de sus discos solistas anteriores que, sonando tan actuales, confirman que su autor es un tipo con la mira clavada en el futuro.

Así, de “Amor amarillo” revisitó “A merced”, “Pulsar” y “Te llevo para que me lleves”; de “Bocanada”, “Río Babel” y “Perdonar es divino”; de “Siempre es hoy”, “Vivo”, “Artefacto” y “Camuflaje” (“Una de las canciones que más me gustan”, confesó Cerati), y de “Ahí vamos”, “Uno entre mil”, “La excepción” y los bises con la mencionada “Crimen” y “Lago en el cielo”.

Entre ellas, otra perla del pasado más remoto: “Marea de Venus”, de su trabajo con Daniel Melero en 1992, “Colores santos”, cuando Soda Stereo empezaba a tambalearse.

Todo esto quedó en los oídos de quienes llenaron el Bustelo (unas 2.500 personas), aunque quizá sea más importante lo que haya quedado en sus retinas: la imagen de un músico que, ya pisados los 50, conserva su cualidad de clásico y de vanguardista, de hacedor de canciones y cultor de tendencias, de diseñador de contrastes que combinan mejor que nadie, como el negro y el blanco con el que se vistió (y vistió a todos) anoche.

Gracias por venir. Promediando el show un espectador no dudó en gritarle a todo volumen al guitarrista: “Gracias por venir”. Gustavo preguntó qué le habían dicho, que no había escuchado.

Acto seguido, todo el Bustelo comenzó a corear el estribillo de “Puente”. Entonces sí, el ex Soda notó el gesto cálido de sus fans mendocinos.


La reacción de la gente
Todos arriba. Ni bien comenzó el concierto, la gente lo primero que hizo fue levantarse de su silla. Claro, el Bustelo no fue concebido como sala para la realización de espectáculos sino para presenciar conferencias, y no ofrece la visión de un teatro (no tiene declive, por ejemplo).

Por lo tanto, si la gente se para, obliga a los de atrás a subirse a las sillas. Ergo, cientos de espectadores siguieron el show saltando sobre la butaca.

Conciertos locales memorables

Tanto en la última etapa del Cerati solista, como en los inicios de Soda Stereo, Mendoza siempre fue una parada habitual de sus tours continentales.

Los más memoriosos recuerdan los viejos conciertos del trío en Pacífico (el 2 de mayo del 86 presentaron aquí “Nada personal”), o los multitudinarios del Andes Talleres y el primero que se tiene constancia, en el Cine Teatro CEC, en Godoy Cruz, durante la primavera alfonsinista de 1984 (la banda comenzó a rodar en 1982).

En solitario, un capítulo especial le cabe al espectáculo “Episodios Sinfónicos”, donde Gustavo (vestido a lo Principito) compartió escena con la Orquesta Filarmónica de Mendoza.

Así fue como, en el año 2002 en el desaparecido Teatro Gran Rex, los mendocinos pudieron disfrutar de las versiones sinfónicas de los clásicos de Soda.

Cuatro años después, otro recital inolvidable fue el de presentación del disco “Ahí vamos”, en el Auditorio Bustelo, en quizá su versión más eléctrica y contundente.

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