Por una votación que logre delinear un mejor sendero

Es importante que la gente busque sobreponerse a tantas frustraciones y concurra a votar hoy, para seguir exigiendo responsabilidad y compromiso a quienes son sus representantes.

Los argentinos deben elegir hoy a un nuevo presidente de la Nación. Del voto popular surgirá la persona que tendrá la mayor responsabilidad política en Argentina a partir del 10 de diciembre próximo, siempre en el marco de la celebración de 40 años de vida democrática ininterrumpida.

Como ya señalamos en anteriores oportunidades, tanto para las primarias como para la primera vuelta, el país llega a esta nueva y definitoria instancia con una economía frágil, marcada por un cuadro inflacionario mes a mes más preocupante.

Además, las restricciones cambiarias, a la par de la suba desmedida de precios, condujeron a un escenario de limitaciones para las importaciones con fuerte repercusión en varios sectores de la producción y los servicios.

Hay muchos especialistas que sostienen que la sensación de una cercana hiperinflación y de desabastecimiento, perjuicios varias veces padecidos por los argentinos en la historia reciente, siempre son posibles en un contexto económico como el que transita el país.

Sea cual fuere el resultado que surja hoy de las urnas se estima que toda salida puede resultar extensa y dificultosa.

Nunca se debe dejar de consignar que las consecuencias de tantos tropiezos en materia económica y social están a la vista: índices de pobreza y de indigencia superiores al 40% de la población, que colocan a amplios sectores en un estado totalmente vulnerable.

Nadie puede dudar de que la mayor deuda de la democracia con los argentinos es la pobreza.

No es la primera vez que lo señalamos en estas columnas y habrá que repetirlo mientras no se observen acciones creíbles para combatir dicho flagelo social.

Esa realidad explicó, sin ningún lugar a dudas, el elevado nivel de descontento social que se observó en el país durante este extenso año electoral, signo demostrativo de que la expectativa ciudadana en sus representantes no fue debidamente correspondida.

La mayor parte de la sociedad no pudo evitar, en general, el descreimiento en su dirigencia, lo que quedó demostrado en el bajo nivel de participación que, en gran medida, se observó tanto en las elecciones nacionales como en los numerosos comicios desdoblados en provincias cuyas autoridades decidieron elegir a sus gobernantes y legisladores al margen del calendario nacional.

Pese a esa realidad, en gran medida justificada, es importante que la gente busque sobreponerse y concurra a votar hoy, para seguir exigiendo responsabilidad y compromiso a quienes son sus representantes, como bien establece la norma constitucional que nos rige.

Es la gente la que, haciendo uso del derecho a votar, determinará qué propuesta de las dos que se ponen hoy a consideración es la que induce a una porción mayoritaria del electorado a pensar en la existencia de políticas que pongan un freno a la actual crisis.

La veda electoral vigente nos obliga a ser cautos en esta columna de opinión, pero no se puede obviar que entre dos ofertas electorales la decisión es a cara o cruz.

Y tanto del lado oficialista como del lado opositor deben tener como principal misión comenzar a enderezar el rumbo económico, a fin de que el sufrimiento social disminuya y haya alicientes para seguir apostando por el país y el bienestar de todos los argentinos, en particular el de los más postergados.

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