Alberto Fernández
Alberto Fernández, narrador de calamidades
La ola de calor y la crisis energética pusieron sobre la mesa el enorme costo fiscal de los subsidios eléctricos y su ineficiencia, que afecta negociar con el FMI.
La ola de calor y la crisis energética pusieron sobre la mesa el enorme costo fiscal de los subsidios eléctricos y su ineficiencia, que afecta negociar con el FMI.
Sin plan era previsible que la búsqueda de consensos derive en un trasiego sin destino.
Juntos por el Cambio creció sin reparar con quien, por eso este crecimiento le quita homogeneidad.
El Gobierno celebró su triunfo en el Congreso con una sensación agónica de alivio. Torpeza o conspiración.
Cristina parece desbordada por la aceleración de la crisis; sabe de la necesidad de acordar con el FMI pero está sin votos para hacerlo sin costos.
El acto en Plaza de Mayo estuvo en las antípodas de una celebración democrática. Todo su contenido fue una nostalgia de hegemonía, de la que acarició el kirchnerismo en los años dorados del viento de cola exportador. Y de la que ensueña hoy, con muchos menos votos.
Hasta los sectores más duros salen a defender el alineamiento del Gobierno con las exigencias del FMI.
El contraste es impactante: en el mismo año en que condujo al peronismo unido a la derrota electoral más contundente de su historia, Cristina Kirchner obtuvo la mayor cantidad de beneficios en términos de su impunidad personal y familiar.
Es un rasgo sistemático del kirchnerismo ante las crisis: negación, fuga hacia adelante.
El modelo oficial es algo muy parecido a un país de restricciones. Por eso la pandemia fue interpretada como una ocasión inmejorable para aplicarlo.
Horacio Rodríguez Larreta espera y vacila. Aspira a ser candidato en 2023, pero eludiendo erigirse hasta entonces como jefe de la oposición.
Por electoralismo, el oficialismo hará que sus votantes voten a una idea contrario al acuerdo por la deuda.
El gobierno naufraga a diario en un escenario político donde ha perdido su condición de mayoría y en una economía sobre la cual no tiene ningún control.
A la campaña del “Sí” de Gutierrez Rubí, Juntos por el Cambio le respondió con la campaña del “Basta”.
El punto de quiebre la realidad que demanda acuerdos y el gobierno que ensueña hegemonía, se debe fundamentalmente a las urgencias judiciales de la principal dirigente oficialista.
El gobierno decidió agravar sus causas, proveer morfina para anestesiar por un breve tiempo sus efectos.
Cristina Kirchner se ha replegado para ver si el nuevo experimento funciona para recuperar terreno en las elecciones.
La pobreza política del recambio ministerial en vez de una foto de lo nuevo, fue color sepia. Menos de lo mismo.
Cristina Kirchner propone por ahora menos que un acuerdo político, un contrato de adhesión.
La apuesta central de Cristina es pasar rápido el trance de las primarias y que luego el clima social mejore.
Al salir a respaldar el desquicio de la profesora adoctrinadora, Alberto Fernández sembró una duda peor: ¿qué nivel de equilibrio evidencia el elogio del desequilibrio?
Cristina subida al rol de la indignada principal. La que le actúa a Alberto Fernández algo del reproche que cualquier argentino desearía enrostrarle.
El escándalo por violar la cuarentena es el derrumbe definitivo de la credibilidad del presidente en lo que hace a su gestión de la pandemia.