La crisis y el sexo de los ángeles

La apuesta central de Cristina es pasar rápido el trance de las primarias y que luego el clima social mejore.

La apuesta central de Cristina es pasar rápido el trance de las primarias y que luego el clima social mejore.
La apuesta central de Cristina es pasar rápido el trance de las primarias y que luego el clima social mejore.

Una leyenda incomprobable de la historia refiere que cuando las tropas turcas estaban a las puertas de Constantinopla, los sabios bizantinos seguían enfrascados en discusiones místicas sobre el sexo de los ángeles. Los invasores entraron a sangre y fuego.

A una semana de abrir las primeras urnas de la pandemia, un barómetro preciso de la profundidad de la crisis argentina es cómo se habló de ella en la campaña. Es una ecuación directa: a mayor distancia entre la realidad y el discurso, mayor gravedad de la situación.

El principal aporte de Victoria Tolosa Paz, la principal candidata del Gobierno nacional en la campaña que concluye, fue sincerar con literalidad la enajenación del país en crisis: propuso que se discuta sobre el sexo de los ángeles.

Cristina Kirchner había definido antes quiénes son los ángeles. Dijo que por fuera de su sector político no hay ideas, sólo odio. En su intento por desplazar de la agenda el escándalo de Olivos, Tolosa Paz avanzó por la misma avenida, hasta describir las efectividades conducentes.

De modo que el principal hecho político que se constituirá con el voto en las primarias es la respuesta social a ese discurso enajenado. Que en sus efectos narcóticos también contagió a María Eugenia Vidal, la principal candidata de la oposición.

Lo primero que hará saber el electorado es su sentencia sobre esa disrupción entre campaña y crisis. Un veredicto que resultará de la combinación entre abstención y voto.

Será un juicio de carácter plebiscitario, no atado a las estructuras de partido. Porque lo segundo que llega confirmado a la elección es la insolvencia de los partidos para respetarse a sí mismos en la construcción de coaliciones. En las listas a dedo obsceno en el oficialismo. Y en los cruces swingers de la oposición.

Es por ese carácter plebiscitario del voto que la atención se concentra en la demografía más compacta. Habrá una elección en el Área Metropolitana de Buenos Aires; otra en la franja central del país; otra en las zonas al sur y al norte del país con menor densidad electoral.

En el Amba, el debate interno del oficialismo está terminado. Alberto Fernández perdió con sus derrapes, mucho antes de las urnas, su discusión con Cristina. Los números del escrutinio sólo definirán hasta donde llegará el bisturí de la intervención. Las primarias en el Gobierno serán sobre el futuro del Gobierno.

Los números de Amba comenzarán a definir también el experimento de transición opositora diseñado por Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Como el perfil opositor siempre es correlativo a la variación del oficialismo, influirá en sus resultados el derrumbe de Alberto Fernández y el grado de persistencia de Cristina.

Las primarias en la franja central del país ofrecerán otro panorama atractivo. En Mendoza, el radicalismo gobernante lleva ventaja con un esquema de candidaturas armado sin fisuras, que propone al presidente del partido a nivel nacional, Alfredo Cornejo; involucra al gobernador Rodolfo Suárez como senador nacional suplente, y al exvicepresidente Julio Cobos como diputado nacional.

Santa Fe es la imagen opuesta. La dispersión es vasta. La política venía organizada en tres bloques, permeables entre sí: el peronismo, el socialismo y el radicalismo. La polarización entre Cristina y Macri le agregó en las últimas elecciones dos potentes variables adicionales. Lo más rígido del cristinismo entró ahora en la vorágine de la subdivisión.

Como en Córdoba el kirchnerismo nunca hizo pie en la discusión pública, se juega en las Paso un debate embrionario que puede ser anticipatorio para el país: los límites y condiciones de la convivencia entre el espacio opositor -referenciado tanto en Macri como en Rodríguez Larreta- y el espacio más nítido de lo que se reivindica todavía como peronismo republicano.

Si la elección se mide desde su impacto en el Congreso, puede que los distritos más decisivos por su visibilidad política no sean esta vez definitorios para la nueva escena parlamentaria.

Se verá en las Paso si la Provincia de Buenos Aires, donde se juega la mayor cantidad de bancas, puede terminar proyectando de manera salomónica 15 bancas a oficialistas y 15 a opositores y cinco al reparto entre otras fuerzas. En la Ciudad de Buenos Aires suena inverosímil que un triunfo opositor pueda salvar más de 8 de las 10 bancas que renueva. Para aventurar el cuórum futuro de Diputados, habrá que poner la lupa en los distritos menos visibles del país, donde las identidades partidarias suelen ser más provinciales y difusas para el alineamiento nacional.

En el Senado, la retención del cuórum obliga a Cristina a mirar dos distritos: Santa Fe y Chubut. En el primero, hizo una opción difícil en contra de Agustín Rossi. En Chubut deberá esperar los resultados que obtenga el gobernador Mario Arcioni. Y peor aún, confiar en Sergio Massa.

Estas previsiones en cascada son todavía meteorología de alto riesgo. La apuesta central de Cristina Kirchner es pasar rápido el trance de las primarias y que el clima social mejore después por la conjunción de tres factores: el avance final de la vacunación, la reactivación económica por el fin de las restricciones pandémicas y la inyección de circulante mediante emisión sin respaldo y aumento de la deuda interna.

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