Algunas reflexiones sobre la transición

Seis meses entre la elección y la asunción de las nuevas autoridades provinciales de Mendoza es mucho tiempo, lo que puede generar nuevos inconvenientes políticos. Es de esperar que la prudencia de los dirigentes entrantes y salientes transforme este ries

Así como siempre hemos sostenido que el desdoblamiento electoral es beneficioso para que el ciudadano pueda discriminar sin arrastres, ya que no es lo mismo gobernar un municipio, una provincia o un país, del mismo modo creemos que transiciones tan extendidas en tiempo como la que acaba de comenzar en Mendoza, pueden provocar trastornos innecesarios en el funcionamiento político de la provincia, en particular si el cambio de gobierno es de un signo partidario a otro diferente.

Sin embargo, ya estamos en el brete ante el cual deberíamos salir con el mayor orden y sentido común posibles. Decimos esto porque la forma en que se desarrollaron los comicios en Mendoza han tenido una excelente repercusión nacional, tanto que algunos -no pocos- han planteado a Mendoza como un modelo o un laboratorio a considerar. Por eso sería muy bueno que la larga transición siguiera el ejemplo de lo ocurrido durante los comicios: que se desarrolle en paz.

Estas reflexiones son necesarias para que este largo interregno de junio a diciembre para entregar el mando al nuevo gobernador, marche en la misma línea institucional de prolijidad. Por eso hemos elogiado sin reticencias el desayuno que los dos gobernadores, el entrante y el saliente, compartieron el día después de los comicios. Sin embargo, a los pocos días ya empezaron a surgir algunos problemas expresados por dirigentes del actual oficialismo que no se sienten cómodos con la participación que los funcionarios de Hacienda del nuevo gobierno solicitan.

Si el cambio de gobierno ocurriera en un par de meses podría hablarse de una transición, pero cuando se trata de medio año es todavía mucho lo que el actual gobierno tiene para cumplir de sus promesas. Por eso es correcto que siga teniendo el pleno uso de sus facultades mientras que los futuros ocupantes de la Casa de Gobierno deberán comprender que ellos sólo mandarán a partir de diciembre.

Sin embargo, no es posible tampoco olvidar que ha habido elecciones y un cambio importante de los elencos gobernantes seguirá en los próximos años. Todas cuestiones fáciles de resolver si todos aceptan los grandes cambios ocurridos sin por ello negar los tiempos institucionales que deben ser cumplidos.

También sería éste un momento ideal para imaginar futuros consensos en aquellas cosas en que tanto el nuevo oficialismo como la nueva oposición se necesitarán mutuamente. Quizá a todos les convenga limitar las reelecciones municipales para que las gestiones provinciales recuperen mayor poder relativo. Y sería muy útil que se pudiera establecer una fecha definida de una vez y para siempre en lo que hace a la realización de los comicios desdoblados.

De ese modo ya nadie más podría especular de acuerdo a conveniencias de ocasión que, además, como han demostrado estas elecciones, al justicialismo que fijó los tiempos electorales ello le terminó siendo contraproducente.

En síntesis, habrá de ser muy conveniente para los supremos intereses de la provincia que en estos momentos en que nadie tiene todo el poder, los partidos se pongan a hablar de los grandes temas que sólo son posibles de lograr cuando el poder está lo suficientemente compartido.

Estamos en una excelente ocasión para que lo mejor de los mendocinos se exprese en su élite dirigente como muchas veces hemos hecho los habitantes de esta atractiva provincia, capaz de generar innovaciones institucionales de un modo positivo que no es fácil de encontrar en otras partes del país.

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