Un estudio prueba que los últimos 13 años han sido los más secos de nuestra región en 600 años

En el contexto de una “megasequía” por la que atraviesa la región, científicos del Conicet Mendoza participaron de esta investigación internacional que tuvo en cuenta el caudal de los ríos, la nieve y los anillos de los árboles.

El caudal de los rios se mantuvo entre 30% y 40% los últimos 13 años. 

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
El caudal de los rios se mantuvo entre 30% y 40% los últimos 13 años. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Mucho se habla de la gran sequía que está sufriendo nuestra región. Pero hay veces que falta una perspectiva para analizar su magnitud. Ahora, es posible tenerla: un estudio reveló que los últimos 13 años han sido el período más seco de la zona de la Cordillera de los Andes de los últimos seis siglos.

En efecto, es el registro con mayor sequía en esta geografía junto a la Cordillera de los Andes desde el año 1400. El dato surge a partir de una investigación que reconstruyó cómo eran las lluvias en esos años y que, a la postre, permitió hacer el mencionado cálculo.

Recordemos que uno de los objetivos – el número 13- de desarrollo sostenible propuesto por las Naciones Unidas (ONU) de cara al 2030 es aquel que exige medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus repercusiones. Y que, además, este objetivo está intrínsecamente relacionado con los otros 16 Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En este sentido, para frenar el cambio climático, los países adoptaron el Acuerdo de París para limitar el incremento de la temperatura media mundial a un nivel claramente inferior a los 2 °C. Por ello, el anuncio del estudio mencionado anteriormente, pone de manifiesto la necesidad de un cambio de dirección urgente.

Cómo se obtuvieron los datos

Ricardo Villalba es uno de los investigadores que participó del estudio. Villalba es un dasónomo y dendrocronólogo, especializado en estudios de paleoclimas. Además, es investigador en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) del Centro Científico Tecnológico Conicet.

Estos datos son reales y se obtienen mirando los datos instrumentales de los caudales y de nieve caída en la cordillera desde 2010, que es un período de déficit hídrico marcado”, explicó el especialista, añadiendo que, si se observan los caudales, por ejemplo, se puede tomar nota de que los mismos oscilan entre un 30% y un 40% menos desde ese entonces a la actualidad.

Villalba explicó que se usaron series de anillos de árboles para reconstruir la precipitación sobre la cordillera de los Andes, tanto del sector chileno como del argentino, y así saber cómo fueron creciendo. “En este contexto, estamos en un período crítico, en el que se registran los menores crecimientos de los últimos 600 años”, subrayó el experto.

Respecto de los caudales de los ríos, los investigadores ya cuentan con un siglo de datos, más aquellos de precipitación nívea que tienen desde 1950. En ambos casos, estos muestran que desde 2010 se inició un período de “megasequía” sin antecendentes en los registros.

“Estos datos, más los de los anillos de los árboles, muestran que no ha habido nada parecido en los últimos 600 años. Es totalmente anómalo”, reafirmó el investigador, agregando que el estudio se hizo en conjunto entre el Ianigla, la Universidad de Chile y el Laboratorio de Dendrocronología y Cambio Global.

Causas

Villalba indicó que esta situación está relacionada, por un lado, con el cambio climático y, por otro, con la variabilidad del sistema climático, que ya tenía variaciones antes de que el hombre iniciara el proceso de efecto invernadero, es decir, de que influyera en el clima. “Por ejemplo, cada vez que había un año con influencia de la corriente del Niño, la precipitación nívea se presentaba sobre los valores medios. Con la de la Niña, la precipitación era menor”, detalló.

Continuando, dijo que hay un proceso a largo plazo, también, donde hay décadas de más precipitación y décadas de menor precipitación. Por ejemplo, 1960 fue una década de baja precipitación, mientras que 1980 tuvo alta precipitación.

Eso estuvo asociado a la oscilación decenal del Pacífico. Lo que muestra son factores de variabilidad natural que son sobrepuestas a las acciones del hombre. Toda la emanación de gas de dióxido de carbono, unas 420 partes por millón, no tiene precedentes en millones de años del planeta. Esto se conjuga con los factores naturales y hace que la sequía sea extrema”.

Se va a mantener

Toda esta información, según Villalba, se usa para elabora los pronósticos. Son todos modelos que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) utiliza para sus predicciones para la región y el mundo.

“Esta tendencia a menor precipitación se va a mantener en este siglo, es preocupante y problemático. La tendencia a menores precipitaciones es consistente con los modelos. Lo que se ve es la disminución de la precipitación en la cordillera, que es donde se genera el agua. Esta disminución de la precipitación, se observa en datos instrumentales y de los anillos de árboles, es consistente con lo que muestran los modelos para el futuro. Nos va a acompañar”, aseguró el investigador.

Respecto de las posibilidades de revertir este panorama, Villalba aseguró que todo depende de que se reduzcan las emisiones de dióxido de carbono. Y que se pase de energías que dependen de los combustibles fósiles (como carbón o gas) a energías limpias.

“De esta manera se reduciría la emisión. Eso nos obliga a estar más comprometidos, porque cuanto más se emita, más se intensifican los procesos. Es hora de comenzar a pensar que es importante iniciar una política global, porque esto no depende de un solo país. Todos tenemos que caminar para reducir las emisiones”, subrayó Villalba.

Para terminar, aseguró que si la tendencia de las sequías y el calentamiento se mantienen, se irá complejizando la vida de la gente y de los ecosistemas naturales.

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