El escribano y artista mendocino Jorge Carnino vivió una situación por demás angustiante y llamativa el viernes último, en Buena Nueva (Guaymallén). Y es que el hombre, de 48 años, fue víctima de un robo que lo afecta más en lo afectivo y sentimental que en lo material.
En el momento en que se retiraba de un comedor y merendero al que suele asistir para llevar ropa y mercadería, y a donde había asistido para compartir un momento con los chicos y chicas que allí asisten, le robaron de la caja de su camioneta una obra de arte que él mismo había realizado hace ya un tiempo con una base de madera y hierro batido (sin bronce).
El robo no tuvo lugar en el merendero propiamente dicho, sino en las inmediaciones del lugar, donde Carnino había estacionado la camioneta y acababa de dejar su obra antes de regresar al espacio comunitario para saludar y regresar a casa.
“Fueron unos pocos minutos, porque yo había llevado la obra para contarles a los chicos la historia del Caballo de Troya, y es una obra que hice con mi hijo sobre esa historia. Dejamos la obra en la caja, entré para saludar y agradecer por todo, y cuando volví al vehículo ya se la habían robado”, describió el artista mendocino.
Carnino cree que alguien puede haberla robado pensando en su valor, sobre todo a raíz del material con que está fabricada la escultura. No obstante, el autor aclara que no tiene hierro.
“El valor material de la obra no es tanto, sino que tiene un valor más bien afectivo y muy familiar para mí. Porque la hice hace ya un tiempo, con ayuda de mi hijo, y significa mucho para la familia”, agregó el autor.
De hecho, Jorge Carnino dijo que está dispuesto a ofrecer el pago de recompensa para recuperarla, y dejó su celular y contacto en las redes sociales por si alguien sabe de su paradero.
UNA OBRA ESPECIAL
El viernes pasado, cerca de las 19:30, el escribano y artista Jorge Carnino llegó al comedor “Amar es dar”, ubicado en calles Higueritas y Julio Argentina Roca, de Guaymallén. Hace ya un tiempo que, junto a otros amigos, asiste periódicamente al lugar y lleva ropa, alimento y otras mercaderías.
En esta ocasión, Jorge llegó al lugar -donde ya lo conocen y lo quieren todos- con la idea de, además de llevar prendas y comida, dar una charla a los casi 60 niños y niñas que asisten al lugar. La temática elegida fue la historia del Caballo de Troya, por lo que llevó como apoyo la escultura que hizo hace ya casi 4 años junto a su hijo.
Antonio (12), hijo de Jorge, también lo acompañó. Y llevó su juego de ajedrez, con la idea de enseñar y practicar con quien quisiera en el lugar. Como cada vez que Carnino va al lugar, todo transcurrió con mucha tranquilidad y armonía.
“Llevé la obra para que los chicos conocieran y vieran al Caballo de Troya, además de escuchar su historia. Y, cuando terminó la charla, fui a dejarla a la camioneta para volver y despedirme. Y fue en ese momento en que me la robaron”, rememora el artista. Y aclara que no pasaron mucho más de 5 minutos.
El valor de la obra no pasa tanto por lo material -nunca quiso venderla ni la creó con ese objetivo-, sino más bien por lo afectivo.
“La hicimos mi hijo y yo. Hace 4 años yo le leí el cuento del Caballo de Troya, y luego juntos hicimos la obra. Fue algo lúdico y para que quede en la familia, nunca fue pensado como algo comercial”, describe Jorge.
En cuanto a las características de la pieza robada -y que ahora Jorge Carnino necesita recuperar-, se trata de una obra que pesa 35 kilos y es toda de hierro. Mide 65 centímetros de largo por 60 de alto, y tiene en la base ruedas que la hacen móvil. Se llama Ilion, que es Troya en griego.
“Quizás se la llevaron creyendo que tenía bronce, o que era alguna máquina o algo de valor. Cuando vimos que faltaba, dimos unas vueltas por el lugar para ver si la habían dejado tirada o algo, pero no encontramos nada”, describe el escribano y artista.
Quien pueda tener noticias sobre la obra, puede comunicarse con Jorge Carnino al 2615586069, o a sus redes sociales Facebook e Instagram.
“Ha sido un golpe grande, sobre todo para mis hijos. Ojalá no la hayan roto ni vendido como chatarra”, agrega Jorge. E insiste en que está dispuesto a ofrecer recompensa si hace falta para recuperar esta pieza, de tanto valor afectivo para él, su hijo y toda su familia.
