23 de marzo de 2025 - 00:00

Lo que el Covid-19 nos dejó: hábitos, conductas y consecuencias que llegaron para quedarse

Con la pandemia de Covid-19 las rutinas cambiaron drásticamente. A 5 años del inicio de la pandemia, muchos de esos hábitos ya son cotidianos.

Nada volvió a ser lo mismo luego de la pandemia de Covid-19. Ni en Mendoza, ni en Argentina ni en el mundo. Incluso para aquellos que eligen dudar de todo. A cinco años del estallido de la pandemia y del inicio del confinamiento que en Argentina se dio entre el 19 y el 20 de marzo de 2020, la gente modificó, readaptó y adquirió hábitos hasta entonces inéditos. Pero que hoy ya se han convertido en parte de la rutina y en esta "nueva normalidad".

El alcohol en gel siempre a mano, la preferencia por espacios abiertos para las reuniones sociales, no compartir el mate, multiplicar la cantidad de lavados de manos al día, dejar de saludarse con besos, salidas con horarios más "tempraneros" y hasta velorios cortos -en caso de que se opte por esta alternativa- son algunos de los nuevos hábitos que parecen haber llegado para quedarse.

Por la pandemia, hay 26 mil desocupados más en Mendoza. Es el peor indicador de los últimos 18 años. Se perdieron 56.320 puestos de trabajo en un año.
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"En nuestro caso, el de los psicólogos, algo que ya había empezado a evidenciarse era la atención por videollamadas. Había empezado de la mano de la tecnología y sus avances, pero con la pandemia se terminó de instalar. La telemedicina, el trabajo remoto e, incluso, la posibilidad de cobrar y pagar por el trabajo con transferencias y criptomonedas, todo apunta a ser a la distancia", detalla el psicólogo Mario Lamagrande.

"La pandemia nos dejó una idea del vacío, pero también nos mostró que emocionalmente estamos constituidos con otros, que el vínculo es irreemplazable, que lo que nos hace humanos a fin de cuentas son los ritos, las celebraciones, el duelo", destaca por su lado, con un tono más reflexivo que invita a pensar, el sociólogo Leandro Hidalgo.

Lo que la pandemia nos dejó

Que el lavado de manos correcto debe incluir el repaso por todas sus partes y durar uno, dos o cinco "Cumpleaños feliz", que el barbijo debe utilizarse en lugares muy concurridos y encerrados como, por ejemplo, el transporte público y cubriendo hasta la parte alta de la nariz. Que cada uno debe llevar su propio mate a una juntada para no compartir la bombilla.

Estas son sólo algunas de las conductas y hábitos que se convirtieron en una constante, o incluso obligatorias, mientras duró el momento más crítico de la pandemia de Covid-19. Entre el 21 de marzo de 2020, cuando se registró el primer caso en Mendoza, y el 5 de mayo de 2023, día en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de la emergencia sanitaria, la provincia registró 282.808 casos de coronavirus, con 5.962 muertes por esta enfermedad.

El total de casos en Mendoza asciende a 166.518, desde que comenzó la pandemia. - Foto: Orlando Pelichotti
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"Yo mantengo el uso de barbijo si estoy resfriada o con gripe, al igual que en lugares cerrados. Manos higienizadas con alcohol y cambio zapatos de la calle con los de mi hogar. Además, cuidado mucho a mis padres", respondió María Elena Crimi López, una de las lectoras de Los Andes que se sumó a la consigna de contar qué hábitos cambió con la pandemia y los mantuvo después.

"El lavado frecuente de manos y llevar alcohol en mi cartera. Si toco un pasamanos de puerta de locales y comercios o celulares de otras personas, me higienizo las manos luego", contestó en Instagram Valeria Iurilli, otra lectora. En la misma sintonía, Pamela Luna reconoció que todavía usa barbijo en los colectivos y que nunca más volvió a compartir mate.

"Aprendí a hacer masa madre", resumió Antonio. Y en su historia se refleja la de cientos de miles de personas que incursionaron en esta preparación gastronómica artesanal para invertir sus horas de confinamiento.

"A nosotros nos cambió la vida. Estuve 60 días en terapia intensiva y, gracias a Dios y al personal médico, hoy puedo contarlo", acotó a su turno, con una emoción que contagia, Carolina Leguizamón.

La Pandemia como explosión del teletrabajo, los avances en materia tecnológica, la globalización y los nuevos modos de producción han condicionado la concepción de trabajo tradicional que conocemos.
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Somos animales de costumbres

Según explica el psicólogo Mario Lamagrande, otra de las costumbres que se instaló durante la pandemia, y luego se potenció, tiene que ver con los comportamientos que podían traer contagios. "En personas con Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC) se exacerbaron esas ideas obsesivas y acciones, como lavarse las manos o usar barbijos. Uno de los trastornos obsesivos compulsivos más comunes es el de la limpieza, pero pospandemia se instaló más", explica el especialista.

La prevención es otro de los hábitos importantes que quedaron en esta etapa, según destaca Lamagrande, así como también la conciencia.

Cómo armar la "montañita" del mate.
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"Hubo mucha gente no tenía ningún recaudo y, en cierto modo, subestimó a la pandemia. Pero cuando se enfermó o vio que alguien de su entorno se enfermaba, terminó tomando esos recaudos. La conciencia sobre la vacunación es otra cosa. Todos tenemos que entender que los cambios no son sólo físicos, sino de comportamientos y psicológicos también", resume Lamagrande.

Velorios más cortos

Entre los momentos más tristes y dolorosos de la pandemia están, sin dudas, aquellas personas que fallecieron como consecuencias de patologías que se vieron agravadas por el Covid-19. A raíz de las distintas restricciones, durante varios meses estuvieron suspendidos los velorios. Es decir, muchos hijos debieron despedirse de sus padres (y viceversa) sin la posibilidad de dar el simbólico último adiós.

"Muchas familias, aún hoy, preguntan cuánto es el tiempo de velatorio permitido. En la pandemia no hubo velatorios al comienzo, y luego se retomó con dos horas como máximo. Eran despedidas muy cortas, y cuando fue volviéndose a la realidad se retomó con turnos de 4, 5 y 6 horas. De hecho, nosotros actualmente mantenemos las salas abiertas las 24 horas. Pero es cierto que, a raíz de la pandemia, se hizo todo mucho más exprés, con velorios más cortos. Aunque muchas veces por desconocimiento", aporta Marcelo Funes, de la Asociación Cuyana de Empresas Fúnebres (ACEF).

La muerte le sienta bien: así es el trabajo de quienes se encargan de conservar cuerpos y organizar velorios. Foto: Los Andes
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Los que aún no salen de la pandemia

A nivel psicológico, Mario Lamagrande va más allá y se detiene en un grupo considerable de la población. "Es importante hablar de quienes quedaron atrapados en la pandemia", grafica el psicólogo. Y lo hace en alusión a aquellos que no solamente modificaron y adoptaron hábitos, sino que además no saben cómo salir de ellos, aun cuando lo peor del Covid-19 ya pasó.

Incluso, Lamagrande habla de personas que no saben que hay algo más por fuera de los hábitos que llegaron para quedarse con la pandemia.

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"Hay muchos chicos que creen que esa es la realidad, y quedaron ahí. Niños con terror de interactuar con el mundo, así como hay otra gente a la que no le quedó otra que adaptarse y se vieron 'inundados'", destaca el psicólogo.

Actitudes como evitar salir de sus casas, sentirse inseguros si se alejan más de tres o cuatro cuadras de ellas, y padres preocupados porque ven que sus hijos han mudado todas sus interacciones a lo virtual son algunas de las postales comunes entre quienes quedaron "congelados" en el confinamiento.

"Muchos años esos chicos estuvieron guardados y hasta eran mal vistos si salían a la calle. Tenemos una población que ha quedado encapsulada. No sólo en niños o adolescentes, también hay una población adulta que quedó con el terror del componente fóbico o hipocondríaco. Hay gente que sigue con terror de subirse a los colectivos, gente con problemas agorafóbicos (salir al espacio abierto), y la pandemia exacerbó esas conductas", concluye Lamagrande.

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