La historia del cuadro que Juan Pablo II le obsequió a Mendoza y que hoy reposa en una pequeña parroquia

La mendocina Amelia Bertolini lo recibió para ser donado a provincia. Fue exhibido en la visita del polaco en 1987 y después de que corriera grave peligro, hoy espera en Santa Bernardita su destino final: un nuevo templo.

Cuadro del Jesús Misericordioso, obra de un pintor polaco, que Juan Pablo II donó a Mendoza en 1985. Hoy está en la parroquia de Santa Bernardita.
Cuadro del Jesús Misericordioso, obra de un pintor polaco, que Juan Pablo II donó a Mendoza en 1985. Hoy está en la parroquia de Santa Bernardita.

Hay gente, mucha gente. Quizás, en esta provincia, nunca han salido tantas personas a la vez a la calle por el mismo motivo. En medio de todo ese gentío, un grupo de fieles se destaca por un cuadro pictórico que porta y custodia: una imagen -peculiar y distinta a la más conocida- del llamado “Jesús Misericordioso”, que la santa Faustina Kowalska describió como parte de sus “visiones”. Hay un motivo para que ese óleo esté en esa situación tan extraña, y esa razón es la misma que ha convocado a la multitud, que riega como un canal largos kilómetros del Gran Mendoza. La atracción para todos ellos es la visita de un hombre con futuro de santo católico, que acaba de pasar por las calles y se dirige el puente del Acceso Sur, en Guaymallén. Es la tarde del 7 de abril de 1987 y quien cruza por delante de la Divina Misericordia es el papa Juan Pablo II. Tal vez en ese momento el líder católico alcanza a divisar la imagen y la reconoce, a pesar de tan desbordante espectáculo: no sería nada extraño, dado que fue él quien la donó a esta tierra que ahora pisa por primera vez.

Para los integrantes de la comunidad católica mendocina, la visita de Karol Wojtila (nombre civil del líder religioso polaco, que fue Papa hasta su muerte, en 2005) es uno de los hechos más importantes que pudieron vivir como fieles. Su visita duró apenas tres horas e incluyó una liturgia en el Predio de la Virgen, vista y oída en directo por unas 250.000 personas. Si ese número es gigantesco, basta decir que, si se suman las que siguieron el recorrido del obispo de Roma hasta el aeropuerto, el cálculo se eleva a las 400.000.

Fieles mendocinos llevaron el cuadro donado por el propio Papa a la recepción de Juan Pablo II, en su única visita a Mendoza, en 1987.
Fieles mendocinos llevaron el cuadro donado por el propio Papa a la recepción de Juan Pablo II, en su única visita a Mendoza, en 1987.

Pero si ese día de 1987 puede marcarse como el más contacto más relevante entre Juan Pablo II y los mendocinos, sin embargo, no fue el primero. El otro vínculo fue anterior, más breve, íntimo y seguramente más silencioso, aunque no menos emotivo. Y es que, en 1985, en el Vaticano, una mendocina, la sanmartiniana Amelia Bertolini, fue la depositaria de la pintura que Wojtila eligió como un regalo para Mendoza. Precisamente, aquel cuadro que salió a las a calles para recibirlo dos años más tarde.

Bertolini era “una talentosa pianista, que dio conciertos en Europa”, según recuerda una de sus sobrinas. Pero, además, había sido formada religiosamente por monjas de Polonia y de Roma. Todo ello le permitió establecer relaciones con la curia local y, más tarde, tener el honor en 1985 de recibir “bendecida por el cardenal Józef Glemp, un ícono de Jesús Misericordioso, donado por el beato Juan Pablo II a la arquidiócesis de Mendoza”, tal como explica el presbítero Germán Sarkonoff, del Centro de Espiritualidad Santa Faustina Kowalska. Ese ícono, detalla, “perteneció a monseñor Stanislao Kotowski (1914- 1984), del secretariado del primado de Polonia, el cardenal Stefan Wyszyński”.

La imagen de Jesús Misericordioso pintada por un pintor polaco e inspirada en las visiones de Santa María Faustina fue donado en 1985 a Mendoza, y recibido por la pianista sanmartiniana Amelia Bertolini.
La imagen de Jesús Misericordioso pintada por un pintor polaco e inspirada en las visiones de Santa María Faustina fue donado en 1985 a Mendoza, y recibido por la pianista sanmartiniana Amelia Bertolini.

Puede decirse que esa imagen fue la inspiración para que, luego, la pianista sanmartiniana y el obispo de Mendoza en ese entonces, Cándido Rubiolo, crearan en nuestra provincia la Obra del Jesús Misericordioso, que comenzó como “centro de difusión que realizó la primera traducción al español que se hizo en el mundo del Diario de Santa Faustina Kowalska”, la monja cuyas “vivencias místicas” llevaron a su canonización, justamente de parte de Juan Pablo II, en 2000.

Ahora bien, después de su “exhibición masiva”, en la visita de 1987, el lienzo que regaló Juan Pablo II a Mendoza siguió un camino particular que, incluso, llegó a ponerlo en peligro.

Sor Norma Campusano, referente ineludible hoy en día de la Obra de Jesús Misericordioso en Mendoza, y Claudia Flores (odontóloga e integrante de la Obra), repasan esa historia del cuadro, creado por un pintor polaco cuyo nombre ellas tienen consignado como “Bracion Fratribus di Varsavia”.

“Cuando San Juan Pablo II visita Mendoza en 1987, este cuadro presidió el altar”, rememoran. “Desde ese momento, pasó a estar en el conocido Templete, ubicado en Guaymallén. Pero la obra (el templo) soñada y tan esperada no se concluyó”, cuentan, adelantando sin embargo que ahora sí está prevista la construcción gracias a la donación de un terreno para tal fin.

En el tiempo que estuvo en ese templete, tanto los fieles como el lugar de celebraciones religiosas y el propio cuadro estuvieron realmente en peligro. Como explica Claudia Flores, “hubo casos de mucha inseguridad. Un día, por ejemplo, Sor Norma quedó encerrada en un salón, que era donde se celebraban las misas, y un grupo de personas intentó asaltar el lugar, y hasta hubo tiroteos. Esas mismas se hacían los domingos a las 17 y era muy terrible e inseguro”.

Debido a todo ello, el 11 de marzo de 2019, el obispo Marcelo Colombo ordenó mudar la sede de la Obra de Jesús Misericordioso a la Capilla Santa Teresita y el ícono, a la Parroquia Santa Bernardita, donde se encuentra actualmente.

Según Norma Campusano y Claudia Flores, “el cuadro tiene un gran valor. Desde el punto de vista artístico, claramente, y desde el punto de vista histórico, porque la donación fue un hecho registrado en los Archivos de la Nunciatura Apostólica en el año 1985. Pero el valor más importante es el espiritual, porque es una imagen que encierra la misteriosa presencia de la que emanan innumerables gracias y bendiciones, a cuya veneración están vinculadas grandes promesas y una singular protección sobre los lugares e instituciones en los que recibe culto público”. Por supuesto, hay un cuarto aspecto, ineludible, que le otorga la importancia a este cuadro: y es que un polaco, que fue papa y actualmente es santo, lo entregó como regalo para todos los católicos mendocinos.

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