La UNCuyo reconocerá el trabajo de dos antropólogas que buscaron desaparecidos en Mendoza

Silvana Turner y Anahí Ginarte serán nombradas Doctor Honoris Causa de esa Casa de Estudios por su labor en la identificación de restos enterrados en el “cuadro 33″ del Cementerio de la Ciudad de Mendoza.

Silvana Turner y Anahí Ginarte serán nombradas Doctor Honoris Causa en la Universidad Nacional de Cuyo
Silvana Turner y Anahí Ginarte serán nombradas Doctor Honoris Causa en la Universidad Nacional de Cuyo

La Universidad Nacional de Cuyo otorgará una importante distinción a dos antropólogas forenses que son parte del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF): Silvana Turner y Anahí Ginarte. Las profesionales recibirán el título Doctor Honoris Causa por la labor que llevaron a cabo entre 2010 y 2015, en la identificación de restos de personas asesinadas y desaparecidas, durante la dictadura en Mendoza.

La distinción se entregará hoy, a las 17.30, en el aula magna de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS). Ante el pedido del Área de Derechos Humanos de la facultad, que aprobó el Consejo Superior, la UNCuyo otorgará la distinción a las licenciadas por “su desempeño en el EAAF, cuyas contribuciones globales, nacionales y locales ponen de relieve la trascendencia científica y la relevancia político-histórica de la labor realizada en la búsqueda de la Memoria,la Verdad y la Justicia”.

En cuanto al trabajo del equipo que trabajó en Mendoza, “se destaca el proceso de excavaciones e identificación de personas desaparecidas, realizado en el llamado Cuadro 33 del Cementerio de la Capital, a partir de febrero de 2010″, comunicó la universidad.

”El reconocimiento lo sentimos como algo colectivo por la tarea del EAAF. Desde ya que es un orgullo, un honor y una alegría. Es un aliento a renovar el compromiso con el trabajo”, señaló a Los Andes una de las distinguidas, Silvana Turner.

Por su parte, Anahí Ginarte manifestó que “es un reconocimiento al Equipo Argentino de Antropología Forense, pero la distinción tiene que ser personalizada y los familiares decidieron que sea la gente que estuvo trabajando en el lugar”.

Ambas profesionales se mostraron agradecidas con las familias involucradas en el proceso: “La distinción es todo un honor, pero se la tendrían que dar a los familiares porque esto fue posible gracias al esfuerzo y al empeño que le pusieron ellos”, explicó Ginarte; mientras que Turner expresó ser “una experiencia que valoro y que disfrute un montón, es una alegría compartir esto con todos los familiares que nos acompañaron ahí”.

De vasta carrera y experiencia profesional, las dos antropólogas forenses llegarán este mismo jueves a la provincia para participar del evento, y allí se reencontrarán con el resto del equipo profesional que trabajó con ellas durante su estadía en Mendoza, así como con los familiares de desaparecidos que los apoyaron en todo el proceso.

”A mí me llena de satisfacción porque fue muy importante para mí en lo personal. Fue un proyecto en el que me sentí muy involucrada, y el haber trabajado con todos los familiares al lado fue muy fuerte y muy importante. Quizás en otros lugares hay más logros en cuanto a identificaciones, pero acá se le puso un esfuerzo enconjunto, de muchos factores, para que se diera”, detalló Ginarte.

Para Turner,”que sea en Mendoza es especial porque fue una experiencia tan rica y, te diría, amorosa. A veces pasa que en trabajos más cortos uno no termina de involucrarse de la misma manera, y en este caso se arraigaron vínculos muy queridos, y eso lo hace muy especial”.

La labor realizada en el “Cuadro 33″ del cementerio de Capital, por el Equipo Argentino de Antropología Forense junto a la colaboración de estudiantes y profesionales de la UNCuyo, se desarrolló durante 5 años entre la excavación y el laboratorio, período en el que se trabajó sobre 200 sepulturas. De allí se exhumaron alrededor de 1.000 cuerpos, de los cuales 120 se seleccionaron “por perfil biológico, por características generales, o por patrones de lesiones, o algo que dé un indicio que era lo que buscábamos”, para llevarlos a los laboratorios en Córdoba, en una de las sedes del EAAF. Gracias a estos esfuerzos se pudo reconocer a tres personas desaparecidas durante la dictadura: Antonio Molina, Néstor Oliva, y Osvaldo Sabino Rosales.

Aprovechando el contexto y la puesta en valor de la identificación de restos de personas asesinadas y desaparecidas, Silvana Turner remarcó que “el trabajo no está agotado, seguimos con la expectativa de tener más resultados”.

A lo que Anahí Ginarte agregó: “Si hay algún familiar que todavía no dio muestras de sangre, todavía está a tiempo, la investigación sigue. Que se acerque, que hable con los organismos de Derechos Humanos y con el EAAF, porquese sigue trabajando en eso”.

Para Turner, “lo más relevante es el aporte concreto a una urgencia como lo fue, y lo sigue siendo, conocer la verdad y brindar justicia y memoria”.

Una pista clave

Además de toda la etapa previa de investigación y búsqueda de documentos, de la que participaron familiares como querellantes de la denuncia, la justicia provincial y las fiscalías específicas del tema, el trabajo de campo tuvo momentos que las protagonistas aún recuerdan a flor de piel.

Anahí Ginarte recuerda que “nos arriesgamos y cuando empezamos a excavar, vimos que en el tamaño de una sepultura normal habían enterrados varios cuerpos, a una profundidad de más de 2 metros. Fue bastante impresionante encontrarnos con eso, y ahí nomás pensamos que existía la posibilidad de que los encontremos. Pero también lo que veíamos era que la ubicación de las sepulturas en el terreno no tenía nada que ver con lo que decían los libros en el cementerio. Entonces dar con las sepulturas donde supuestamente estaban inhumados los desaparecidos, llevó un montón de tiempo”.

Ginarte rememoró que al principio “fue muy impresionante porque la numeración no nos coincidía –en edad, sexo, etcétera- con los cuerpos que debían estar enterrados”, y fue allí donde debieron pedir ayuda: “Había un caso de una chica que se llamaba Ana María Morales, que le entregaron el cuerpo a su madre, pero tuvo que ir al cementerio a buscarlo porque ya había sido enterrado”.

Cuando se contactó a la mamá de Ana María, “aunque ya era muy viejita accedió a ir al cementerio, y se acordaba exactamente el lugar dondehabía sido exhumada. Eso nos hizo reordenar toda la sepultura y dimos con la sepultura donde estaban inhumados” las tres personas que finalmente se pudieron identificar.

De esa sepultura, que ya había sido excavada, se habían sacado varios cuerpos y cavado muy profundo. “Cuando vi que estaban fracturados los huesos del esqueleto, me di cuenta que habían proyectiles (de bala), y ahí dije ‘esto es lo que estábamos buscando, acá encontramos uno de los nuestros”, dijo la arqueóloga. Y cerró: “Los familiares se acercaron, vinieron los que no estaban, fue muy emocionante”.

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