Cuáles son las siete prácticas sexuales menos convencionales que ayudan a generar placer

Con orígenes en culturas y tiempos remotos, muchas de ellas se consideran raras aunque fueron practicadas en la antigüedad y documentadas en manuales de sexo que aún se conservan

Cuáles son las siete prácticas sexuales menos convencionales que ayudan a generar placer

Las prácticas sexuales, con más o con menos florituras, casi siempre corren por los mismos carriles. Esto no quiere decir que todas las personas sean aburridas o faltas de imaginación, sino que, como seres humanos, tenemos reacciones similares a los mismos estímulos.

Sin embargo existen algunas prácticas fuera de lo común, que no pertenecen al grupo de las parafilias y que -dependiendo de los gustos personales- pueden llegar a verse poco convencionales.

No entra en juego aquí ningún tipo de prejuicio en relación a estas prácticas, sino que la intención es mencionarlas, ya sea porque pueden generar alguna curiosidad o ser un nuevo motivo de exploración en un ámbito sexual para aquellos más aventurados.

En consonancia con esto, el psicólogo, sexólogo y terapeuta de pareja, Ignasi Puig Rodas, comienza dejando claro que las practicas sexuales no convencionales son “aquellas que no son habituales en la sociedad y que, por tanto, se apartan del sexo coital con penetración”. Es decir, que el hecho de que sean consideradas “no convencionales” está más con la estadística que con la valoración intrínseca de la práctica. “No tiene nada que ver con que sean buenas o malas”, explica.

El carrete filipino

El nombre proviene de una práctica que las prostitutas de los burdeles filipinos realizaban con gran habilidad: consiste en el arte de atar un cordel a la base del pene erecto y apretar o soltar el hilo de tal forma que aumenta las sensaciones del hombre al máximo, contribuyendo con una eyaculación memorable al soltar el hilo en el momento justo del orgasmo.

Es una técnica con ciertos riesgos si no se realiza con conocimiento, ya que “el estrangular un miembro impidiendo el paso de sangre puede conllevar que si llevamos la práctica al extremo, se produzca priapismo -una enfermedad muy dolorosa- por la coagulación de esa sangre retenida en el pene”, alerta Ignasi Puig Rodas.

Sin embargo, aclara que es raro que ocurra un accidente de este tipo, ya que suele ser más utilizado por personas con problemas de erección que recurren a estranguladores (como anillos peneanos) sin problemas. En cualquier caso, el especialista recomienda tener unas tijeras de punta redondeada para cortar el cordel en caso de ser necesario, al igual que utilizar solo aquellas cuerdas de fibras naturales (seda) para evitar heridas en la piel del pene.

Cuckold

Esta es una práctica que requiere, antes que nada, una mentalidad abierta y la conciencia de que se trata de un paradigma de pareja completamente diferente al conocido. El cuckold o cuckolding consiste en que una mujer con pareja mantenga relaciones con un tercero de forma consentida. En este sentido, existen varias posibilidades, ya que por lo general la mujer cuenta a su pareja lo que ha experimentado durante este encuentro o, en algunos casos, la otra persona juega el rol de espectador de la interacción con un/a tercero/a, haciendo que aumente la excitación de ambos.

El balanceo tibetano

Según la leyenda, se trata de una técnica sagrada que consiste en que el hombre se sienta en la postura de loto y la mujer se enrosca con las piernas sobre la cadera de su pareja para introducirse el pene a la vez que juntan sus bocas (no es un beso) iniciando un balanceo a la vez que mientras uno inhala, el otro exhala. Al ir alternando sus respiraciones de manera sincronizada se crearía un balanceo hipnótico que les permitiría sentir el sexo a otro nivel.

Para Ignasi esta técnica resulta muy parecida al Ananga Ranga, descripta en un manual de sexo del siglo XVI, de origen hindú, en la que se la llama El abrazo de la diosa. “La teoría es que al expirar ella e inspirar él (y viceversa) en un momento concreto se produce una penetración más profunda y un balanceo que facilita el sexo sin utilizar tanto el físico como en el misionero”, explica el sexólogo que recalca que “en realidad no están compartiendo el aire, sino que están respirando de manera sincronizada”.

Fisting

Sin dudas esta práctica, cuyo origen está vinculado al sadomasoquismo, es muy poco convencional y bastante extrema. Consiste en la introducción del puño en la vagina, aunque en los casos más extremos se llega a introducir parte del brazo. Incluso se llega a realizar en el ano. Valérie Tasso, doctora en sexología de la Universidad de Alcalá de Henares e investigadora miembro de la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología, destaca que “el fisting es una de las prácticas más complejas y que requieren un mayor nivel de conocimiento, sobre todo en los casos en los que la ‘penetración’ se produce a través del ano.

En este sentido, es importantísimo destacar que, anatómicamente, el ano no está preparado para ello, por lo que es muy probable que se produzcan lesiones de algún tipo si se practica sin preparación previa”.

El cangrejo ruso

De todas las prácticas “poco convencionales”, esta es la más rara y de más dudosa procedencia, como también de mayores incógnitas en relación al “método”.

Se supone que proviene de Rusia, aunque con raíces chinas, y que solían practicar los miembros de la mafia de más alto rango junto a prostitutas. Consistiría en aplicar un golpe seco e indoloro en un punto concreto de las costillas del hombre en el momento previo al orgasmo -esto se supone que lo debería hacer una tercera persona- lo que provocaría una contracción anal involuntaria que potenciaría el clímax a otro nivel.

Sin embargo se desconoce cuál debería ser la intensidad del golpe, el timing y la ubicación exacta. Esta última al parecer está relacionada con la acupuntura.

Pegging

Consiste en un intercambio de roles en el que las mujeres realizan una penetración anal al hombre, ya sea con algún tipo de juguete erótico (dildo o arnés) o con el dedo.

El motivo de que esta práctica sexual sea cada vez más conocida reside en que ofrece un placer doble. Por una parte, mediante la penetración anal se produce la estimulación del punto P ( P de próstata, equivalente al punto G femenino), que aporta al hombre un clímax mucho más intenso y placentero.

Por otra parte, la mujer pasa a tomar una posición más dominante, lo que aumenta su nivel de excitación. Sin embargo, los principales inconvenientes de esta práctica residen en el miedo que muchos hombres sienten a ser estigmatizados y encasillados en una inclinación sexual distinta a la suya, así como el rechazo social que pueden sufrir muchas de las personas que disfrutan con ella por parte de sectores más tradicionales.

El chapelet thai

En el mismo sentido del anterior, consiste en la estimulación anal mediante la introducción de bolas unidas por un hilo (Bolas chinas o bolas de Geisha) e ir tirando metiéndolas y sacándolas durante el coito. Sin embargo esta práctica puede resultar muy placentera para ambos géneros.

“Es muy importante que a la hora de comprar un juguete sexual para esta práctica el hilo de una las bolas esté totalmente recubierto de un material gomoso, silicona o caucho. Lo principal es que sea hipoalergénica y que no deje ninguna fibra a la vista porque piensa que se va a manchar de heces y limpiarla va a ser dificilísimo. Cualquier juguete que se vaya a insertar en el ano debe ser fácilmente lavable o será un foco de infecciones. También se puede usar un preservativo para recubrir el juguete”, advierte Ignasi.

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