El fuerte viento Zonda del viernes 26 de septiembre volvió a exponer una problemática recurrente en Mendoza: la vulnerabilidad del arbolado público y los riesgos que enfrentan los ciudadanos en cada episodio climático extremo.
Con cada viento o tormenta fuerte abundan las caídas que ponen en riesgo vidas y cosas materiales. Por qué se caen tantos árboles en la provincia.
El fuerte viento Zonda del viernes 26 de septiembre volvió a exponer una problemática recurrente en Mendoza: la vulnerabilidad del arbolado público y los riesgos que enfrentan los ciudadanos en cada episodio climático extremo.
Ese día se reportó la caída de 316 árboles y ramas en diversos puntos del territorio provincial. El fenómeno no discriminó departamentos —aunque dos comunas no brindaron datos— y dejó un saldo trágico: en Maipú, una mujer murió cuando un árbol de gran porte cayó sobre el vehículo en el que viajaba.
Lejos de tratarse de un hecho aislado, la caída de árboles y ramas se repite cada vez que sopla viento intenso o hay tormentas fuertes. El patrón preocupa, sobre todo ahora que comienza la temporada alta de Zonda y tormentas. La situación pone en riesgo vidas: ese viernes cayeron en promedio 20 árboles por departamento, el asunto es donde caen. Por eso, vale poner sobre la mesa las causas de esta problemática.
En 2022, un censo del arbolado público en el Gran Mendoza reveló que más de 20.000 árboles estaban secos o muertos, lo que los convierte en ejemplares potencialmente peligrosos. En concreto, se contabilizaron 20.567 árboles muertos sobre un total de 582.603 censados.
Sin embargo, según explicaron desde el Ministerio de Infraestructura, los datos no se han actualizado adecuadamente, ya que las comunas no alimentaron el sistema como se esperaba. Esto impide contar con un diagnóstico actualizado, clave para prevenir riesgos.
La caída de árboles durante vientos y tormentas es un fenómeno multicausal: árboles envejecidos, podas agresivas, falta de riego, entornos hostiles, acequias mal diseñadas y deficiencias administrativas forman parte de un escenario que no se resuelve con rapidez.
El cambio climático y los eventos extremos no hacen más que agravar una situación preexistente, que requiere decisión política, presupuesto, personal capacitado y cumplimiento estricto de la ley.
Los análisis apuntan a que la grave situación se asocia fundamentalmente a una poda agresiva, mal riego, entornos hostiles y falta de personal para la gestión.
Según Teresita Capezzone, referente de la Asamblea por el Árbol, el problema tiene múltiples dimensiones. “Hay podas muy intensas, están los árboles bastante desestabilizados y deformados”, explica. “El entorno urbano también es hostil: tienen que convivir con el cableado, los servicios subterráneos, el hormigón, los estacionamientos y el negocio inmobiliario”.
Capezzone también apuntó contra la falta de personal y recursos para el riego del arbolado: “Agua para el arbolado hay, lo que no hay es personal que la gestione: los tomeros, los placeros, la gente que tiene que conducir y aprovechar ese recurso”.
Según sostiene, muchas decisiones sobre el arbolado no se toman en función de la vitalidad de los árboles, sino por necesidades urbanas. Dijo que falta personal, máquinas, vehículos, gente para rellenar o conducir el agua.
La referente también alertó sobre la ausencia de acciones básicas, como la erradicación de árboles muertos: “Si es un árbol seco, hay que erradicarlo, por el peligro que representa y porque ocupa un lugar que podría tener un vegetal sano. Todo eso, que parece lógico, no se está haciendo”.
Sergio Carrieri, presidente del Consejo del Arbolado Público, explicó que el árbol urbano es un cultivo particular, muchas veces ubicado en lugares inadecuados, lo que afecta su estabilidad.
“Está en situación comprometida, rodeado de cemento, con acequias que no siempre están bien construidas. No necesariamente las raíces tienen el formato esperable o natural”.
Las acequias de cemento suelen a menudo ser señaladas como parte central del problema, ya que no permiten que el agua filtre hasta los árboles.
“Las acequias de cemento no son un problema si se respeta la ley del arbolado, que exige que el fondo de la acequia sea al menos semi permeable. Un metro sí, un metro no. Pero lo que pasa es que muchas veces se hace todo de cemento porque es más fácil para las empresas”.
Esta situación obliga a los árboles a buscar agua en las casas, haciendo que las raíces se extiendan en una sola dirección, lo que compromete su estabilidad.
Carrieri apuntó además a un tema biológico inevitable: la edad de los ejemplares. “Hay árboles cuya vida útil no es la que uno espera. Por ejemplo, los álamos. Se han caído muchos porque, pasados los cuarenta o cincuenta años, están viejos. Ofrecen gran superficie al viento y sus raíces ya no sostienen igual”.
Para erradicar un árbol que no está en condiciones, los organismos intervinientes debes solicitar autorización al gobierno provincial. En el ministerio de Energía y Ambiente detallaron que si un ciudadano necesita erradicar un árbol se debe acercar al municipio o hacerlo por los canales habilitados. Lo mismo sucede cuando considera que un árbol o sus ramas tienen riesgo de caída.
Con ello se genera una pieza administrativa en el municipio, en donde un ingeniero agrónomo de la municipalidad (o la respectiva autoridad competente) debería hacer una inspección y determinar si están de acuerdo o no con la radicación mediante un informe.
Este es remitido a la Dirección de Biodiversidad y Ecoparque para que evalúe la situación y recomendaciones.
La normativa es clara: todos los organismos con competencia sobre el territorio pueden intervenir con celeridad ante ejemplares en mal estado que representen un riesgo, erradicarlos y luego hacer la notificación.
“La provincia aplica la ley, pero todos los municipios, Vialidad (nacional o provincial), Irrigación y la Inspección de Cauces son competentes. Si ven un árbol en situación de riesgo, pueden proceder sin necesidad de pedir permiso a la provincia” , detalló Capezzone.
La jurisdicción depende de la ubicación: municipios si están en calles y plazas, Vialidad si están junto a rutas, e Irrigación o Inspección de Cauces si se trata de márgenes de canales o ríos.
Pero, como reconoce Capezzone, los trámites administrativos no siempre son rápidos, sobre todo en casos que no representan una emergencia. Es que parte del problema es que al haber escaso personal no hay quien lo gestione o personal técnico que actué.
Los municipios trabajan en base a la Ley Provincial de Arbolado, que regula todas las intervenciones: poda, erradicación, reforestación y riego.
En Ciudad de Mendoza, el director de Espacios Verdes, Marcos Thomé, explicó que el arbolado se maneja como un cultivo urbano. Se cuenta con más de 67.000 árboles censados y este año se proyecta plantar 2.000 nuevos.
“Los mecanismos de acción se dividen entre reclamos vecinales, que activan inspecciones, y recorridos de oficio donde se detectan riesgos”, señaló.
En cuanto al riego, se realiza como en una finca, con pozos, acequias y tomeros, según el cronograma de Irrigación. Además, se trabaja en relevamientos de acequias para mejorar el sistema.
La ciudad ha incorporado drones para control de plagas, una herramienta que permite aplicar tratamientos orgánicos de forma precisa.
En Guaymallén, Ivanna Klimisch, directora de Espacios Verdes, explicó que la poda se realiza por circuitos, cada cuatro años, y los derrames entre octubre y febrero para despejar luminarias y señales.
“La comuna hace reposición de forestales, destoconado, riego por acequia y camión, y maneja plagas solo con productos permitidos”, explicó.
Además, por cada árbol erradicado, se plantan ocho nuevos, como parte de una política intensiva de reforestación.
En Maipú, los técnicos municipales hacen inspecciones periódicas y los reclamos se sistematizan en el programa “Mi Árbol”. Desde el municipio se insiste en que los vecinos no deben podar por cuenta propia. Es que en todas partes sostienen que solo los frutales requieren poda anual.
En Luján de Cuyo, este año se podaron casi 15.000 árboles, lo que redujo los reclamos tras tormentas de 300 a 60. La comuna, que administra cerca de 100.000 ejemplares, afirma que el riesgo real es mínimo gracias a la gestión preventiva.
En Las Heras, dieron información escasa, pero se indicó que se realizan podas y reforestaciones, y se actúa ante los reclamos vecinales en coordinación con la provincia.