Mendoza es una ciudad única: un oasis verde en medio de un clima árido, sostenido históricamente por acequias, árboles y conciencia ciudadana. Hoy, este patrimonio enfrenta desafíos, pero también oportunidades de mejora.
Con más planificación, mantenimiento y participación, la ciudad puede recuperar y fortalecer su red verde. Cuidar los árboles es también cuidar el agua, el clima y la calidad de vida. Mendoza tiene el conocimiento y la tradición: solo necesita renovar su compromiso.
Mendoza es una ciudad única: un oasis verde en medio de un clima árido, sostenido históricamente por acequias, árboles y conciencia ciudadana. Hoy, este patrimonio enfrenta desafíos, pero también oportunidades de mejora.
El arbolado urbano cumple funciones vitales: regula la temperatura, mejora el aire, da sombra y valor paisajístico. Sin embargo, muchos ejemplares sufren por falta de poda, plagas sin tratar y riego insuficiente, en parte debido a acequias obstruidas o pavimentadas. Las veredas rotas y la falta de reposición agravan el problema.
A esto se suma el viento Zonda, fenómeno natural característico de la región, que al encontrar árboles debilitados provoca caídas, cortes eléctricos y riesgos para vecinos.
Pese a esto, Mendoza cuenta con una base sólida: leyes ambientales, viveros activos, tecnologías limpias como la endoterapia y una comunidad que valora su entorno. Ya se están realizando censos del arbolado y nuevas plantaciones.
Con más planificación, mantenimiento y participación, la ciudad puede recuperar y fortalecer su red verde. Cuidar los árboles es también cuidar el agua, el clima y la calidad de vida. Mendoza tiene el conocimiento y la tradición: solo necesita renovar su compromiso.
* Aldo José Canaán Bulos