¿Estás buscando recetas de comida rica, liviana y sin necesidad de llenar tu cocina de aceite? Las milanesas de berenjena sin freír llegaron para quedarse. Esta opción es ideal si buscás cuidar tu nutrición sin resignar sabor ni textura. Y lo mejor: ¡quedan crocantes!
Perfectas para acompañar una ensalada o armar un sándwich saludable, estas milanesas se preparan rápido, con pocos ingredientes y son un clásico dentro de las recetas que piden repetición. Con solo algunos trucos y el horno o la sartén, vas a lograr un plato que combina lo casero con lo práctico.
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Recetas ricas y livianas: milanesas de berenjena.
Ingredientes para unas milanesas livianas y sabrosas
Para preparar estas milanesas de berenjena sin freír, vas a necesitar solo lo justo. Estos ingredientes están al alcance de cualquier cocina argentina:
Como en muchas recetas, lo clave es elegir bien los ingredientes. Las berenjenas tienen que estar firmes, sin manchas, y el pan rallado puede ser casero o comprado, pero siempre mejor si tiene buen sabor.
Paso a paso para unas milanesas sin fritura
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Lavá bien las berenjenas y cortalas en rodajas de aproximadamente 1 cm de grosor. No hace falta pelarlas.
Espolvoreá sal sobre las rodajas y dejalas reposar durante 20 minutos. Esto ayuda a que pierdan su sabor amargo. Luego, enjuagalas y secalas con papel de cocina.
Prepará dos bowls: en uno poné huevo batido con un toque de sal y pimienta. En el otro, mezclá pan rallado con queso rallado, orégano y pimentón (opcional, pero suma sabor y crocancia).
Pasá cada rodaja primero por el huevo y luego por la mezcla de pan rallado, presionando bien para que se adhiera. Este es el paso clave para que queden bien crocantes sin necesidad de freír.
Colocá las milanesas en una placa para horno previamente aceitada o cubierta con papel manteca. Rocialas con un poco de aceite en spray o pincelalas apenas.
Llevá al horno precalentado a 200 °C durante unos 25 minutos. A la mitad del tiempo, dales la vuelta para que se cocinen de forma pareja y tomen ese color dorado tan tentador.
Retiralas del horno cuando estén doradas y crujientes por fuera. Podés acompañarlas con ensalada, puré o lo que más te guste.