Si estás cansado de hacer y de ver siempre lo mismo cada 31 de diciembre, mientras medio mundo mira la famosa bola de Times Square, en otros rincones de América los rituales y la fiesta de Año Nuevo son mucho más salvaje, colorida y, por qué no, un poco extraña.
En la costa de Oregón, por ejemplo, el brindis de Año Nuevo se hace frente al mar. Miles de turistas se reúnen para observar la migración de las ballenas grises, que viajan desde Alaska hacia las aguas cálidas de México. Para muchos, este gigante espectáculo de la naturaleza representa el ciclo perfecto de la vida y la renovación.
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Explosión de color y rituales milenarios
Si buscás ritmo y cultura, las Bahamas ofrecen el Junkanoo. Es una explosión de música y danza reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial. Con trajes vibrantes creados en talleres comunitarios y tambores de piel de cabra, Nassau se convierte en un carnaval que celebra la historia desde el siglo XVIII.
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Para los que aman las luces, en Aruba la tradición son los klapchi. No son simples fuegos artificiales de hotel; los vecinos se agrupan para crear espectáculos pirotécnicos masivos que iluminan todo el cielo caribeño en una competencia de brillo y estruendo.
El beso a la sardina y villancicos franceses
Pero el festejo más curioso llega desde Maine, Estados Unidos. En la pequeña ciudad de Eastport, no baja una bola de cristal a medianoche, sino una sardina iluminada de dos metros y medio. El ritual es tan insólito como divertido: los juerguistas deben besar al pez gigante para atraer la buena suerte.
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Finalmente, en Missouri, se mantiene viva La Guignolée, una tradición de colonos franceses del siglo XVIII. Grupos disfrazados recorren edificios históricos cantando villancicos en un dialecto antiguo, preservando un carácter cultural único en la región.
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Evan Henningsen
Este Año Nuevo, las opciones van mucho más allá de una cena tradicional. Sea observando gigantes marinos o besando una sardina, América tiene un secreto guardado para cada tipo de viajero.