Menos de lo mismo en el gabinete y un conflicto de fondo con la Constitución Nacional

El recambio de ministros no renovó expectativas. La nueva integración del gabinete no les interesó ni a los aliados más poderosos del oficialismo. El presidente Fernández encara su callejón de salida.

El presidente Alberto Fernández, este martes, en la inauguración del hospital Ramón Carrillo, en Neuquén. (Captura de video)
El presidente Alberto Fernández, este martes, en la inauguración del hospital Ramón Carrillo, en Neuquén. (Captura de video)

En dos meses, Alberto Fernández habrá completado tres años de mandato. Entrará en el envión de despedida de sus últimos 12 meses. Su voz no será ni la sombra de aquella que alguna vez tuvo poder.

Esa carencia de expectativas en el final de gestión explica por qué nadie se interesó en demasía por el reciente cambio de gabinete. Cristina no objetó ni apoyó. Sergio Massa sólo se preocupó por cumplir su pasantía en Washington.

El FMI ya describió la escena del tramo final. Su informe de perspectivas vaticinó un freno drástico para la economía regional: el crecimiento en Latinoamérica y el Caribe será del 3,5% este año. Pero sólo de 1,75% en 2023. Lo mejor de la recuperación pospandémica y los precios en alza de las materias primas ya sucedió. Fue a principios de este año. Gabriel Boric y Gustavo Petro tendrán serias complicaciones: Chile se contraerá de un crecimiento del 2,2% este año a 1% en 2023; Colombia caerá del 7,6% de crecimiento en 2022 a apenas 2,2% el año próximo.

Lo peor es que, pese al panorama recesivo, la inflación no cederá. Llegará a 14% anual en el promedio de la región.

Más allá de lo que prometa Massa, para Argentina el FMI prevé un aumento de la inflación. Un piso de 72% para este año y de 76% para el que viene. Y una caída del producto de cuatro a dos puntos. Sólo Venezuela empeora la foto. Nicolás Maduro encogió la economía de su país hasta convertirla en un cuarto de lo que entregó Hugo Chávez. Desde ese subsuelo, crecerá seis puntos con una inflación cercana al 200% anual.

En ese contexto, Alberto Fernández retocó su equipo de ministros. No hubo muchos interesados en la licitación. En el cálculo del punto de equilibrio, el costo de las quemaduras supera los beneficios de administrar 12 meses de presupuesto.

Nuevas ministras

Victoria Tolosa Paz, la candidata emblemática de la caída electoral de 2021, fue designada en Desarrollo Social. Deberá armonizar la promesa que le hizo Massa al FMI de una baja del gasto social, con la extorsión de estallido con la que amenazan las organizaciones sociales y los gerentes de la pobreza. Una tarea enorme para quien sólo puede exhibir como legitimidad de origen una rotunda derrota.

Tolosa Paz llega al Ministerior de Desarrollo Social, una brasa caliente por la situación de pobreza que se extiende.
Tolosa Paz llega al Ministerior de Desarrollo Social, una brasa caliente por la situación de pobreza que se extiende.

“Kelly” Olmos reemplazó a Claudio Moroni en la cartera de Trabajo. Moroni ya no tenía oxígeno después de que se le escapó la paritaria de la industria del caucho y clavó las expectativas de recuperación salarial en los tres dígitos. Aunque el FMI pronostica una inflación del 76%, las estimaciones registradas por el Banco Central suben al 100%.

La ministra Olmos debería tener una foto de Celestino Rodrigo en su escritorio para recordar a su fantasma de cabecera. No obstante, lo primero que declaró es que cree necesaria una reforma normativa para gravar los inmuebles vacíos. De modo que el criterio que aplicará el Gobierno en paritarias deberá consultarse en el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat.

En el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, hay una incógnita central. Ayelén Mazzina jurará mañana, pero entrará en contradicción si lo hace sobre la Constitución vigente. Aunque reconoce los derechos de pueblos originarios y el pluralismo cultural, el texto constitucional ordenado en 1994 sólo prevé una sola Nación Argentina, y a las provincias como instituciones de los pactos preexistentes. Mazzina es defensora de la plurinacionalidad. Aunque cobraba su sueldo como funcionaria de San Luis, organizó un encuentro feminista que se presentó a sí mismo como una reunión transidentitaria en territorio de las naciones huarpe, comechingón y ranquel.

¿Cuántas naciones?

La idea de que Argentina no es una nación sino varias es un emprendimiento ideológico inspirado en lo que Álvaro García Linera armó en Bolivia (y acaso más lejos en los soberanistas vascos y catalanes rescatados por la izquierda que reniega de su condición española). El progresismo chileno intentó importarlo para zanjar el conflicto mapuche, y el gobierno de Boric se comió una paliza plebiscitaria con el rechazo a la nueva constitución. Juan Grabois convenció al papa Francisco de las bondades de partir en varias la nacionalidad argentina.

Es tan persistente ese proyecto en el país que la exministra Elizabeth Gómez Alcorta se fue del gobierno porque entendió que el Estado nacional lo reprime en la Patagonia. Sin embargo, felicitó a Mazzina por sumarse al gobierno represor.

Mientras el kirchnerismo se repliega en reivindicaciones identitarias de legitimidad cuestionable, la bandera del nacionalismo que le era propia está pasando a manos de la ultraderecha. Por eso los españoles franquistas de Vox le cedieron una multitud a Javier Milei.

El cartel con amenazas a periodistas que apareció en Rosario
El cartel con amenazas a periodistas que apareció en Rosario

Y en el país de las realidades impermeables a ambas ideologías, un poder paraestatal en constante crecimiento –como el de las tenebrosas mafias del narcotráfico– plantó por primera vez en Rosario una bandera en la que promete con impunidad que comenzará a matar a periodistas.

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