Pablo Pérez. “Lo que escribo se puede leer también como un reality show”

“Querido Nicolás” es una novela sobre la amistad, una novela de iniciación y hasta un diario de viajes. La tercera novela del autor de culto es la precuela de “Un año sin amor”, otro relato audaz que fue llevado al cine. Las motivaciones de un escritor d

La audaz tercera ficción del escritor y traductor Pablo Pérez, “Querido Nicolás” (Blatt & Ríos), es, en verdad, la precuela de “Un año sin amor” (llevado al cine) y “El mendigo chupapi...” El tema de la incomunicación, la exclusión y la violencia social como crítica al sistema, la posicionan -gracias a su escritura luminosa- como una experiencia asalvajada con el mundo. “Querido Nicolás”, novela epistolar performática, es, a su vez, un experimento singular, y una invitación a meditar sobre los recursos imprevistos, arbitrarios y espantosos de la creación poética.

-Tengo entendido, Pablo, que Un año sin amor, nació, según tus palabras, "desde la bronca". ¿Desde dónde nació Querido Nicolás?

-“Querido Nicolás” nació sobre todo de la necesidad de comunicarme con mis amigos cuando estaba de viaje y de contar mi aventura. Cuando llegué a Europa en 1989 estaba muy solo, no tenía interlocutores, entonces me la pasaba escribiendo cartas.

-Cuando te leo me sorprende el modo con que cambiás las formas al narrar tus historias en cada uno de tus libros. La experimentación está siempre muy presente en tu propuesta narrativa. ¿A qué factores pensás se deba atribuir esto?

-Más que la experimentación es lo que me sale, y además me mueve la reflexión sobre los diferentes géneros. Creo que el tono en “Un año sin amor” y en “Querido Nicolás” es muy parecido. La diferencia es que, aunque parezca raro, “Querido Nicolás” es mucho más confidencial, porque el destinatario es un amigo confidente. En el diario uno le escribe supuestamente “al diario” (“Querido Diario”), al que por lógica no le interesa nada de lo que escribimos, o en todo caso uno se escribe a sí  mismo, que ya está enterado de lo que está contando.

-La presente novela epistolar, transcurre inmediatamente antes que "Un año sin amor", texto que exploraba la problemática de una persona que vivía con el virus del sida. Es decir, estamos cronológicamente hacia fines de los 80 y principios de los 90… ¿Qué extrañas del mundo de entonces, años 1989-1992?

-No extraño tanto esa época, aunque sí pienso que en esos años París era una ciudad mucho más amigable que hoy, más bohemia. Me encantaban esos bares donde uno podía ponerse a conversar con un desconocido en la barra. Creo que la aventura que cuento en “Querido Nicolás” hoy sería imposible, o en todo caso bastante más arriesgada, porque hoy Europa en general tiene políticas contra la inmigración muchísimo más severas. Sí extraño mucho París y a mis amigos de allá. Cada vez que puedo, vuelvo para visitarlos.

-¿Recordás las circunstancias en que te encontrabas cuando escribiste el libro?, ¿qué tipo de experiencias personales te ayudaron a pensar lo que luego sería "Querido Nicolás"?

-Mi gran sueño de adolescente era viajar a París: estudiaba francés, leía a los franceses, miraba todo el cine francés que podía. Cuando pude concretar el viaje di por comenzada la aventura. Pagué el pasaje con la ayuda de un amante que me dio alojamiento en su casa.

En seguida empezaron las dificultades, tuve que ir a Madrid porque en París no conseguía trabajo, en Madrid me daba bronca leer los letreros en español, porque yo quería hablar en francés y sentía que no estaba cumpliendo mi objetivo, así que volví a París apenas pude. Todo esto con la visa de turista vencida y sin domicilio fijo.

A pesar de las dificultades yo estaba feliz de poder cumplir mi sueño. Cada conquista, cada desventura, eran material para escribir, sentía que cuanto más intensa fuera mi experiencia, mejor sería lo que escribiera.

-El protagonista, Pablo Pérez, o sea, vos,  vive una historia por momentos picaresca, por sitios tan diferentes como únicos, como resultan ser París y Madrid. Por el fuerte carácter antiheróico, los pasajes sórdidos, ¿sería un error abordar esta novela como una novela picaresca?; ¿Pablo Pérez es un pícaro?

-Siempre pongo una distancia entre el Pablo Pérez de mis novelas y yo, en eso consiste básicamente mi procedimiento para hacer literatura con lo vivido. No utilizar un alter ego es una decisión política de visibilizar ciertas cuestiones, me parece importante que alguien salga a decir con nombre y apellido “soy homosexual, soy seropositivo y sadomasoquista leather”.

Todo tiene su precio y a veces me cansa que la gente piense que todavía soy ese Pablo Pérez que queda medio fosilizado en los libros o en una película. Cada tanto pienso  en buscarme otro nombre para mi vida real.

En cuanto a leer “Querido Nicolás” desde la picaresca, me parece bien por esa cuestión de la vida sin rumbo fijo, cambiando todo el tiempo de casa, de amantes, de trabajos y de patrones, aunque no me veo tan pícaro en el sentido que tuvo acá esa palabra que desde hace bastante cayó en desuso. Un par de amigos me dijeron un par de veces “sos un pícaro” e irremediablemente, por lo anacrónico, les salía en un tonito tía o de abuelita.

-¿Concretamente por qué optaste narrar esta historia en particular a través del género epistolar?, ¿cuáles fueron los pros y contras que fuiste descubriendo a medida que escribías el libro?

-Durante el viaje escribí cartas a varios amigos y a mi familia. Como en esa época escribía a mano, le pedí  a mi amigo Nicolás que me las guardara, porque escribía mucho y volver a escribir todo como libreta de viajes me parecía una pérdida de tiempo.

Las cartas a Nicolás, como era el amigo a quien le contaba todas mis cosas y además él apreciaba que se las contara con alguna intención literaria, tenían esa doble intención, por un lado, comunicarnos, y por otro, que me quedara un registro de ese viaje con el que poder trabajar en algún libro después. Cuando terminé de tipear todo, me di cuenta de que la novela estaba ahí, no hacía falta corregir ni editar demasiado.

-El sexo en literatura, ¿qué sentido tiene para vos en particular?

-El sexo en la literatura me encanta, me divierte, tanto cuando escribo como cuando leo. Supongo que el sexo explícito o el llamar a las cosas por su nombre es para muchos autores un límite asociado al miedo a caer en el mal gusto o al pudor. En todo caso, hoy  lo veo más asociado a la autocensura que a la censura, o tal vez a las dos, porque ambas se retroalimentan. Y también estarán los autores para quienes la vida sexual no es importante ni merece ser contada.

-El libro habla de muchas cosas, por supuesto. De la distancia entre dos personas, del viaje en estado de fuga continua, en lo difícil que es la vida buscando siempre trabajos más humanos y sustentables, pero también habla de una amistad…

-Sí, “Querido Nicolás” es una novela sobre la amistad, también la veo como una novela de iniciación y un diario de viajes. La cuestión de la distancia es importante, porque también me interesaba que se reflejara la carta como género. La alegría de cuando me encontraba  con un sobre estampillado y esas cartas de varias páginas escritas a mano. En esa época tardaban dos, tres o más meses en llegar de París o Madrid a Buenos Aires, y un poco menos de tiempo a la inversa, porque La Poste en Francia era mucho más eficiente que el Correo en Argentina.

-También afloran los fetiches, y la historia de tu hermana…

-Si, en “Querido Nicolás” están presentes, en algunos casos apenas esbozados, todos los temas que desarrollo en “Un año sin amor” y “El mendigo chupap...”.  Me causa gracia por ejemplo cómo el Pablo de “Querido Nicolás” se siente entre curioso y conflictuado  cuando descubre las prácticas sadomasoquistas y en “El mendigo chupap...” ya es un experimentado masoquista leather.

-Ahora bien, lo que además resulta interesante de Querido Nicolás, y en ese sentido se aparta de la picaresca per sé, es que no está estructurada a través de una ideología moralizante. En ese sentido es una obra abierta; a los personajes no se los juzga sumariamente. Están absueltos de cualquier condena moral. ¿La sociedad argentina continúa siendo prejuiciosa como hace 25 años atrás, en pleno menemismo?

-No coincido con que en “Querido Nicolás” no se juzgue, me la paso hablando pestes (es cierto que sin ninguna intención moralizante) de los españoles, porque en Madrid no lograba conectar con nadie y me sentía discriminado. Fui tratado de “sudaca”, de “robabolsos” por un par de españoles y también de “porteño de mierda” por los dueños rosarinos del restaurante donde trabajaba.

Lo contradictorio es que mis abuelos paternos son españoles y la mitad de la familia materna también es de origen español. En ese sentido, en Querido Nicolás me tomé una licencia, la de no eliminar todos los arrebatos de odio, las puteadas y las generalizaciones sobre “los españoles”, que hoy me parecen políticamente incorrectas, pero que cuentan el lado sombrío de mis estados de ánimo de entonces. Cuando trabajo con material autorreferencial me cuido de no borrar todos esos aspectos negativos, para conseguir un personaje más completo, más humano.

En cuanto a los prejuicios de la sociedad argentina, creo que hubo muchos avances en los últimos años, que las nuevas generaciones tienen mucha más información que mi generación y las anteriores. Si es verdad que el prejuicio responde a la ignorancia, creo que vamos por el buen camino, por lo menos íbamos bien hasta hace muy poco, antes de que empezara esta gestión de gobierno actual, que parece inclinarse de nuevo al oscurantismo y al retroceso sobre todas las conquistas de los años anteriores.

-Se ha dicho que Querido Nicolás es un libro "performático". ¿Seguís lo que la crítica puede (o no) llegar a decir sobre tus libros?

-Soy de los que siempre esperan las lecturas críticas con ansiedad y las leo casi todas. Coincido en que Querido Nicolás es performático en el sentido de que yo me lanzaba a la aventura para tener algo que contar. Lo que escribo se puede leer también como un reality show.

-Última pregunta, ¿te sentís un escritor de culto?

-No, no me siento un escritor de culto, apenas me siento un escritor mientras escribo. Igual, cuando me preguntan a qué me dedico,  digo que soy escritor y docente (aunque no tengo ningún título) porque escribir es lo único que sé hacer, lo hago bien, y por el momento me gano la vida dedicándome a enseñar lo que aprendí.

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