Putin y el fin del “unipolarismo” norteamericano

Occidente (las sociedades abiertas) se siguen mostrando con una resistencia admirable frente al avance de los imperios autoritarios.

EL presidente de Rusia, Vladimir Putin, junto a los 4 líderes prorrusos de las regiones anexionadas luego de los referendos del mes de septiembre.
EL presidente de Rusia, Vladimir Putin, junto a los 4 líderes prorrusos de las regiones anexionadas luego de los referendos del mes de septiembre.

Hace poco tiempo en el Foro Económico de San Petersburgo el presidente Putin proclamó “el fin del unipolarismo” norteamericano y el nacimiento de un nuevo orden mundial. Lo dijo en el contexto de la invasión a Ucrania y los efectos de las sanciones económicas internacionales impuestas.-

Quiso expresar que los EE.UU. y “Occidente” ya no pueden imponer sus reglas y “dictados” en el mundo, que hay otros polos de poder mundial y que existe una nueva dinámica en las relaciones internacionales. Mencionó a la China, la India y la propia Rusia, entre las nuevas potencias.

Conviene hacer algunas precisiones sobre lo expresado. Primero, la “transición” que trasunta la idea, es un proceso no acabado aún o que puede revertirse. En realidad la estamos transitando. La idea de “potencia declinante” (EE.UU) o “potencias emergentes” (las mencionadas), de que hablan los expertos, son nociones relativas.

El poder de las naciones es diverso, o mejor dicho hay varios tipos de poder; pero además el poder de las naciones, cualquiera que sea, está condicionado por la fuerte interdependencia mundial. Las grandes potencias son países que combinan varios tipos de poder (militar, económico, el soft power, demográfico, etc.)

Por ejemplo, los EE.UU son la primera potencia militar del mundo – su presupuesto es mayor que la suma de los restantes -, pero es altamente vulnerables a las políticas comerciales de Pekín. Asimismo, Moscú, tiene el mayor arsenal nuclear mundial, pero no puede controlar totalmente el valor de su moneda, el rublo. En este sentido, recordemos que Rusia, no está entre las diez mayores economías del mundo.

Por ello, es equivoco el uso de las tipologías “unipolar”, “multipolar”, “apolar”, o cualquier otro, es más, en realidad, ninguno de ellos aprehende acabadamente la complejidad actual.

Segundo, la arquitectura internacional, sigue siendo, en esencia, el de la post Segunda Guerra Mundial, con el sistema de Naciones Unidas y el orden financiero internacional de Bretton Woods.

Es llamativo, que el “mundo emergente”, a pesar de las críticas a ese orden - muchas realmente fundadas - , no lo hayan sustituido. ¿O acaso será que no pueden?. ¿Será que se benefician de ello?. Por ejemplo, la ascendente China, no ha podido o no ha querido sustituir al dólar como moneda internacional, o salir del FMI o Banco Mundial. Además Pekín, ha aceptado las reglas del comercio internacional, y se beneficia del status de “economía emergente” en el marco de la OMC.

Tercero, el argumento del avasallamiento de los EE.UU y “Occidente” al resto del mundo luego de la Guerra Fría, no es tan así. En realidad Washington y la UE han transitado, desde la caída de la URSS a la fecha, un camino de tropiezos y caídas. Salvo el período de la Primera Guerra del Golfo (donde los EE.UU ejercieron una primacía indiscutible), se sucedieron fracasos y crisis: Irak en 2003, Afganistán 2002, crisis económicas (2008), Brexit, etc.

La Federación Rusa tiene un largo historial de intervenciones en el exterior: Georgia (2008); Siria (2011); Ucrania (2014); la idea de un “cerco estratégico” de la OTAN, es una cuestión de perspectiva.-

Cuarto, el argumento de que es la “hora” de los estados “fuertes”. Aquí el líder ruso, al poner a contraluz la dificultad de gobernanza de las democracias liberales frente a los “estados fuertes” (eufemismo para no decir dictadura o autocracia), no inventa nada. Se copia de Hitler y Stalin, entre otros, en sus mecanismos de control del poder. Evidente es, que las democracias liberales tienen graves problemas, principalmente de representación, pero aún así, son más democráticas, diversas, inclusivas y prósperas, que aquellas otras.

Pero además, en lo inmediato, con la brutal agresión a Ucrania, el mandatario ruso, ha “sacudido” de su letargo a los EE.UU. y Occidente, al dar un impulso no querido a la Alianza Noratlántica y la Unión Europea. El enemigo de Rusia, no tiene ubicuidad, Occidente es, además de EE.UU y la UE., muchos otros, como Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Hong Kong, etc. En realidad su enemigo es una idea… el de sociedades abiertas.-

En definitiva, hoy el orden mundial, la jerarquía mundial, es menos rígida, con una potencia en la cima, los EE.UU., potencia declinante, según los analistas y una potencia en rápido ascenso, China. En un mundo complejo en temas y actores, altamente interdependiente. Una prospectiva que, no obstante, puede no cumplirse, como demuestra los resultados adversos producto del Covid-19, entre otros.

En ese sustrato, las dictaduras y autocracias parecen moverse con facilidad. Pero Occidente (las sociedades abiertas) a pesar de las dificultades, se han mostrado con una resistencia y resiliencia admirable; razón por la cual aún siguen ejerciendo un poder de atracción en gran parte de la humanidad.

En síntesis, el líder ruso, ha realizado, una expresión de deseo, más que un análisis descriptivo. Quizá su prospectiva va en ese sentido, pero aún no ha llegado ese momento.

* El autor es especialista en relaciones internacionales.

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