Postergados en el reparto y espectadores de un arrebato

Dice un funcionario local que al quedar pocas cajas con dinero, hay que cuidarse que la Nacion no abrá otra vez el grifo del pesoducto, ahora contra Mendoza.

En el gobierno provincial tomaron nota del arrebato de un punto de la coparticipación porteña que dispuso el presidente de la Nación para salir en auxilio del gobernador Kicillof. Sólo eso. Es un hecho a tener en cuenta para, por lo menos, reconocer una vez más que aquella promesa presidencial de compartir el poder junto a los 24 gobernadores tiene límites puestos por “picardías” de la política que, en la práctica, son graves atropellos a la institucionalidad.

Cuando Alberto Fernández anunció de qué modo reuniría los fondos necesarios para aplacar los ánimos de los policías bonaerenses, Suárez y su equipo de Hacienda seguramente pensaron cómo seguirán atendiendo a Mendoza desde la Casa Rosada u Olivos ante los reiterados reclamos por recursos adeudados, si a la “opulenta” metrópoli porteña le quitaron de un plumazo nada menos que unos 45 mil millones de pesos estimados para el próximo año.

Como toda la oposición nacional, el Gobernador fue sorprendido por una actitud presidencial que, luego se comprobó, tenía el propósito de castigar al creciente Rodríguez Larreta por decisiones anteriores de Macri cuando estuvo a cargo de la Presidencia. En el gobierno local reconocen que en el plano puramente legal pudo haber en su momento un exceso del ex presidente, al triplicar por decreto la coparticipación porteña, pero también consideran que lo que se hizo el jueves fue criticable en el actual contexto de pandemia y crisis económica potenciada por aquella.

Hasta ese momento había sido lógico, y correcto desde lo político, el repudio de Suárez, como de casi todo el abanico opositor nacional, a la indisciplina de los policías bonaerenses que fortalecieron su enérgico reclamo salarial y laboral rodeando la residencia presidencial con sus móviles y portando, muchos de ellos, las armas que les confía el Estado. Pocos suponían que la solución llegaría de la mano de una lisa y llana ruptura política con “el amigo Horacio”.

Por lo tanto, cuando Alberto Fernández anunció de qué modo había resuelto reunir los fondos necesarios para aplacar los ánimos policiales, más de uno en el gobierno local se llenó de preguntas. Con más razón luego de ver a los confiados (no todos) intendentes macristas y radicales del Conurbano, que llegaron hasta Olivos para solidarizarse con el titular del Ejecutivo nacional ante la desmedida rebelión y terminaron integrando el elenco que acompañó a Fernández en el anuncio del manotazo a las arcas de Rodríguez Larreta. De ahora en más difícilmente la buena, e ingenua, predisposición de esos jefes comunales se repita.

Funcionarios del Gobierno local consideran que seguir discutiendo cuánto manda la Nación no debería ser tan preocupante. Sin embargo, sí lo es al observarse el nivel de arbitrariedad utilizado en esta instancia, lo que demuestra una vez más que el sistema federal argentino no funciona como tal.

¿Seguirá Rodríguez Larreta manteniendo su estilo dialoguista? Él promete seguir haciéndolo, más allá de su enojo, hecho público, y de las acciones judiciales que iniciará contra la Nación. Suárez, con un estilo de consensos que en mucho se asemeja al del referente porteño, tiene otras necesidades y urgencias en su relación con el gobierno nacional. Debe reclamar por atrasos y por quedare muchas veces relegado en el envío de recursos que le corresponde a esta provincia. En el Ejecutivo local, si bien admiten que Mendoza es una de las más perjudicadas en cuanto al envío de las llamadas transferencias automáticas desde la Nación, entienden que una gestión de buena voluntad podría claramente corregir esa anomalía a través de los recursos discrecionales que administra el Estado nacional. Pero eso tampoco ocurre.

Es que en este último rubro Mendoza también se ha visto perjudicada, lo que demuestra a primera vista que la Nación no tiene como objetivo cercano salir en ayuda de esta provincia, como sí lo ha hecho en otros casos, entre ellos con la provincia bonaerense, que en lo que va del año obtuvo la mitad de los fondos discrecionales per cápita por parte de la Presidencia, según se consigna en la edición de ayer de Los Andes.

El día a día del virus

El Gobierno sigue observando día a día los datos de la pandemia en la provincia con la firme intención de llegar hasta el martes 22 sin variaciones en cuanto a medidas restrictivas. Ese día vence el decreto que reglamentó la actual etapa de distanciamiento, en sintonía con lo dispuesto a nivel nacional. La posibilidad de elaborar otro decreto reforzando al extremo el aislamiento, como ocurrió en el comienzo de la cuarentena, se mantiene latente, pero Suárez y su equipo apuestan a la responsabilidad de los mendocinos para no tener que recurrir a ese trámite.

Según las estadísticas que llegan al gabinete provincial, en Mendoza se ha registrado en los últimos días una circulación muy similar a la de distritos, o localidades puntuales, que se encuentran en estos momentos en Fase 1. Es decir, casi el mismo nivel de movimiento de gente y vehículos, pero con la provincia “flexibilizada”.

¿Cómo reaccionaría la gente si se vuelve a la máxima restricción y, pese a ello, los altos niveles actuales de contagio se mantienen? Esa es una pregunta que se hacen frecuentemente en las áreas del Ejecutivo atentas a la pandemia. Por eso el Gobernador prefiere seguir apostando a la responsabilidad de la gente, con esa menor circulación que se advierte en muchas zonas del Gran Mendoza y la no realización de juntadas de familiares y de amigos, que mucho aportaron para que los contagios fuesen en aumento.

Sí desvela al Gobierno la posible saturación del sistema de salud. Es indudable que hay cansancio en profesionales y asistentes y que la habilitación de camas para pacientes con Covid 19 ocupan cada vez más lugares habitualmente destinados a otras prácticas médicas. Los insumos que envió la Nación antes de la frustrada visita presidencial y la compra, con recursos provinciales, de cascos de oxígeno, que suplen la función de los respiradores, marcan un aporte que de algún modo genera una sensación de respuesta a tanta demanda de atención por el incremento de contagios en las últimas semanas.

Mientras tanto, en el peronismo local miran atentamente lo que, para ellos, es una pulseada del Gobernador con la Nación; Suárez, como señalábamos, resiste, convencido, con el actual cuadro de actividades, mientras desde la Presidencia cada vez que pueden alzan alguna voz expresando preocupación por la situación sanitaria en Mendoza, lo que se toma en el oficialismo local como un nuevo desafío para dar marcha atrás con la flexibilización. Lógicamente, desde la Nación no quieren el choque en estos momentos y siempre ratifican la autoridad del jefe del Ejecutivo provincial para la toma de decisiones. No cabe duda de que cualquier intento de imponer condiciones a Mendoza por parte del Ejecutivo nacional pondría al límite el nivel de tolerancia que aún se mantiene desde la gestión de Suárez.

Por ello, para no tener que retroceder con las estrategias sanitarias, sostener al vapuleado sistema de salud y mantener cordialidad con las autoridades nacionales, en el equipo de gobierno local dicen estar en “expectativa permanente” con respecto a la evolución de los casos de contagio.

Mientras la asistencia para socorrer a los alcanzados por el coronavirus se mantenga, Suárez no tendrá motivo para tomar distancia de la Nación. Sí tendrá que pensar cómo actuar si en alguna oportunidad le tocase afrontar lo de Rodríguez Larreta.

Definitivamente pareciera que no hay límites para el oficialismo nacional en la toma de decisiones y quedan pocas cajas a las que recurrir. Habrá que estar atentos cada vez que abran el grifo del “pesoducto”, la ocurrente, y no desacertada, reflexión de un funcionario local.

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