La estafa de la libertad, según Kicillof

Con educación de baja calidad, con salud publica deficiente, el discurso del gobernador de Buenos Aires sobre el Estado presente y la igualdad como opuesto a la libertad, carece de seriedad

Axel Kicillof
Axel Kicillof

En el mensaje inaugural de su segundo período como gobernador de Buenos Aires Kicillof afirmó que “sin igualdad la libertad es una estafa”. En realidad sin libertad no hay igualdad. La libertad es el camino a lograr la mayor igualdad posible, teniendo en cuenta las desigualdades naturales.

La libertad es inherente a la condición humana desde los albores de la civilización occidental, que concibe al hombre como un fin en si mismo y como lo describe el Génesis creado a imagen y semejanza de Dios.

Libertad e Igualdad son los pilares fijados desde mayo de 1810 declamados en nuestro himno nacional. Libertad, Libertad, Libertad, Ved en trono a la noble igualdad. Es el basamento de la tradición republicana argentina que fue superando los obstáculos que los nostálgicos del antiguo régimen iban fijando.

No hay igualdad sin libertad, las sociedades que suprimieron la libertad en nombre de una meta igualitaria solo generaron la desigualdad entre una dirigencia que controla todo el poder y un pueblo que no puede reclamar sus derechos porque esa nomenclatura gobernante ha cercenado todos sus derechos.

A escasos días de ese discurso, Kicillof mostró qué significa la libertad para él. El Teatro Argentino de la Plata, de propiedad provincial, cesanteó al tenor Sergio Spina por haber criticado la participación de miembros de la orquesta estable del Teatro Colón y del coro estable en un escrache al entonces presidente electo Milei, al asistir a la representación de la ópera de Puccini Madame Butterfly.

Este tipo de gobernante le teme a la libertad, por eso buscan cercenarla. La libertad de prensa por ejemplo permite conocer como su ignorancia y ineptitud cuando fuera ministro de economía nos han costado hasta el momento unos 36 mil millones de dólares con la desafortunada negociación de la deuda con el club de París, el pago a Repsol por el 51 % de las acciones de YPF (una cifra mayor al valor total de la empresa) y el juicio que hemos perdido por no haber respetado el estatuto de esa sociedad anónima con un costo de 16 mil millones de dólares.

La igualdad y la libertad están unidas y requieren determinadas condiciones para ser efectivas. El gobierno saliente en estos veinte años machacó con la ampliación de derechos. Palabras, palabras si no hay bases para hacerlas efectivas. Sin duda la igualdad de oportunidades es una frase linda pero vacía de contenido si no tenemos en cuenta de donde viene cada uno.

Por ejemplo, si vemos el rendimiento escolar en el país y en particular en la provincia gobernada por Kicillof, las diferencias entre los alumnos que se educan en escuelas de gestión privada y las de gestión estatal son tan enormes que es indudable que este gobernador afecta la igualdad de oportunidades de los niños y jóvenes provenientes de los sectores de menores ingresos.

Se atenta contra la igualdad cuando se ataca la independencia del poder judicial buscando jueces que aseguren la impunidad de los poderosos. Por eso preocupan las declaraciones del nuevo ministro de justicia sobre el futuro de organismos claves en la lucha contra la corrupción y el terrorismo como es la UIF y de la Oficina Anticorrupción. Sin integridad no hay verdadera libertad y debe advertirse que las nobles ideas de la libertad podrán pagar un altísimo precio si no se logra afianzar la justicia.

Con educación de baja calidad, con salud publica deficiente, el discurso del gobernador de Buenos Aires sobre el Estado presente y la igualdad como opuesto a la libertad, carece de seriedad y solo nos lleva a recordar que nunca hemos escuchado en su boca palabras de repudio a las dictaduras que asolan la región.

El debate entre libertad y igualdad ha estado presente en la filosofía desde Aristóteles, Locke, Hegel, Stuart Mill, Bobbio y a fines del siglo pasado en Rawls.

Sobre el principio de libertad John Rawls dice “cada persona debe tener un derecho igual al esquema más extenso de libertades básicas que sea compatible con un esquema semejante de libertades para los demás”. Agrega que el derecho a la libertad presupone el derecho a la igualdad y que no podemos hablar de igualdad en otro contexto que no sea el de la libertad. Por eso ataca los privilegios y sostiene la necesidad de hacer efectiva la igualdad de oportunidades con acciones concretas. Para Rawls Libertad e igualdad están vinculadas entre sí y con la justicia y ésta relacionada con la equidad.

Esto es lo que no hace el gobernador de Buenos Aires, en sus acciones muestra su desdén a la libertad y a todo el potencial creador que fue el resultado de las sociedades libres. Para él la igualdad es simplemente un discurso de campaña porque cada vez es más difícil concretar la movilidad social ascendente con las políticas de su gobierno.

Esperemos que las próximas medidas del gobierno nacional estén dirigidas a terminar con los privilegios corporativos que hoy significan casi cinco puntos del PBI y que afectan el interés general.

* El autor es miembro de número de la Academia Argentina de la Historia y del Instituto Argentino de Historia Militar.

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