El Congreso pinchó el pacto de mayo y Milei recurrió al cabildo abierto

El apoyo social al Presidente continúa siendo sólido y quedó de manifiesto -sin necesidad de movilizar aparatos, ni montar la actuación de un panic show- en la celebración del 25 de Mayo en Córdoba. Hizo un discurso conciliador, a tono con sus limitaciones institucionales.

Milei en Córdoba por el acto del 25 de Mayo en el Cabildo.
Milei en Córdoba por el acto del 25 de Mayo en el Cabildo.

La fracción más numerosa de la oposición en Argentina consiguió liderar el proceso político que condujo al fracaso del pacto que había propuesto Javier Milei para el 25 de mayo. Con 99 diputados sobre 257 y 33 senadores sobre 72, esa fracción, que se reconoce en el diseño estratégico de Cristina Kirchner, fue el núcleo duro que el oficialismo y sus aliados no pudieron perforar para lograr la sanción de la ley ómnibus. Algo que Milei consideraba imprescindible para que el “pacto de mayo” no fuese la firma de un listado de buenas intenciones.

El historiador Natalio Botana suele decir que el sistema político argentino está fragmentado en tres legitimidades distintas: la de Milei, emergente del balotaje; la del Congreso, con mayoría kirchnerista, y la de los gobernadores. Dos de esas vertientes -Milei y los gobernadores- iban a juntarse en Córdoba si la ley ómnibus salía a tiempo. Ese cambio de masa crítica hubiese sido complejo para los defensores a ultranza del gobierno anterior.

Esa dinámica permite entender por qué la norma central que Milei le pide al Congreso sigue estancada tras cinco meses de debate cuando al gobierno de Alberto Fernández le tomó menos de dos semanas desde su asunción obtener la ley 27.541 de emergencia económica, financiera, fiscal, administrativa, previsional, tarifaria, energética, sanitaria y social. Y también explica el repliegue activo de Milei sobre su base electoral, con las acciones comunicativas y de campaña que lanzó con frenesí al darse cuenta de que la ley ómnibus no llegaría para el pacto de mayo.

Cuatro de esas acciones fueron tan visibles que desplazaron de los títulos las desventuras legislativas del Gobierno nacional: la controversia con el jefe de gobierno español Pedro Sánchez, el acto de campaña en el Luna Park, la ofensiva comunicacional por la aparición de Milei como personaje de tapa de la revista Time y la agitación que el propio Presidente le introdujo a su administración al poner en duda la estabilidad de su gabinete.

La guerra de almohadas entre Milei y Sánchez les fue funcional a los dos. En el caso del mandatario argentino, porque alcanzó a eclipsar el momento duro del freno del Senado a los tiempos requeridos para la ley ómnibus. El acto en el Luna Park tuvo un significado menos distractivo. Fue la primera manifestación organizada por la estructura política del oficialismo para ofrecerle a Milei una muestra de apoyo masivo a su gestión. Como todo acto político, operó por su efecto demostración; para proveer a la mayoría (que según las encuestas sigue apoyando a Milei) un incentivo potente, pronunciado en el lenguaje de la última campaña.

La tapa de Time fue replicada al infinito por las usinas comunicacionales de Milei pero es menos interesante que el contenido de la entrevista que le hicieron. Milei le dijo algo a la periodista Vera Bergengruen que lo peor del ajuste ya pasó. Habla como lo que es, un economista libertario. Debe entenderse que cuando dice que lo peor del ajuste ya pasó se refiere al grueso de acciones orientadas a la eliminación del déficit fiscal.

Para el común de la gente el mismo enunciado implica una conclusión diferente: el ajuste habrá pasado cuando mejore el ingreso real y la dinámica del empleo. Pero Milei también arriesgó un pronóstico: “Estamos atravesando la punta de la V corta”, explicó. Es decir: prevé una reactivación más o menos rápida de una economía argentina que está mostrando signos irrefutables de recesión profunda.

Rebote por rebote

Otros expertos en economía no son tan optimistas. Creen que para que el ajuste no sea tan recesivo y para que el ahorro que genera tenga como contrapartida un aumento de la inversión es necesario pasar del plan económico de contingencia a un programa integral de estabilización. Con cambios estructurales que son los mismos que la oposición está obstruyendo.

Milei se cura en salud: “Las reformas estructurales hacen al crecimiento económico a largo plazo, no a la coyuntura, por eso nosotros tenemos margen de maniobra. Por eso con el rebote, con la salida del cepo y con la descapitalización de la que partimos de origen tenemos mucho para crecer, mucho para expandir, aun sin ir por las reformas estructurales”.

Si se lee con atención, Milei considera que el rebote será la causa del rebote. Al Presidente le gusta argumentar con ejemplos de la lógica clásica, este sería el caso típico de una falacia de petición de principios. Menciona además dos factores adicionales para la recuperación. Pero sólo uno de ellos (la descapitalización heredada, porque del cepo mejor no hablar) podría ser considerada como de acceso inmediato para sostener que la V corta no se convertirá en una U, o en otra letra peor. Algunas de estas dudas son las que alteraron al dólar después de una planicie.

En un juego de apuesta riesgosa, Milei les agregó a esas dudas un tembladeral interno en el gabinete, cuyo rasgo principal es que nunca terminó de conformarse con un plantel completo de funcionarios solventes y estables. Funciona algo así como la “coartada libertaria”: no es tan importante gerenciar el Estado porque al fin del día la idea dominante es destruirlo.

No deja de ser una excusa liviana para eludir la responsabilidad de administrar con eficiencia aquello que los ciudadanos encomendaron con el voto. ¿Será eso a lo que se refirió con aspereza días atrás el empresario Eduardo Eurnekián, un exempleador de Milei?

Con todo, el apoyo social al Presidente continúa siendo sólido y quedó de manifiesto -sin necesidad de movilizar aparatos, ni montar la actuación de un panic show- en la celebración del 25 de Mayo en Córdoba. Aunque una multitud reclamaba con dureza la sanción de la ley de Bases o un plebiscito para validar las políticas de Milei, el Presidente aprovechó la ocasión para relanzar el diálogo con los gobernadores y otros referentes políticos. Hizo un discurso conciliador, a tono con sus limitaciones institucionales.

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