Desempolvar la coalición y atender reclamos

Al oficialismo local parece que le sobraran candidatos a gobernador, no así al justicialismo, que suma derrotas desde hace 10 años. Pese a los reclamos que seguramente le harán mañana al radicalismo, no se vislumbra un escenario de ruptura.

Ilustración: Gabriel Fernández.
Ilustración: Gabriel Fernández.

Hace un mes varios dirigentes de agrupaciones que conforman la coalición Cambia Mendoza hicieron público un bastante reiterado reclamo al radicalismo: la conformación de una mesa de conducción del espacio, similar a la que tiene Juntos por el Cambio a nivel nacional.

Alguna respuesta hubo. La conducción radical convocó a todos los partidos aliados a una reunión, mañana, en la tradicional sede de la calle Alem para comenzar a trazar el camino hacia las elecciones 2023. Algunos de los convocados hubiesen preferido un lugar neutral.

Volviendo a lo de la mesa similar a la nacional, obviamente, hay diferencias en lo que se refiere a la cantidad de agrupaciones. Juntos por el Cambio, la principal fuerza de oposición nacional, se apoya en tres partidos: Pro, la UCR y Coalición Cívica. En nuestra provincia, Cambia Mendoza es liderada básicamente por el radicalismo, el mayor responsable de la gestión, y tiene en Pro a un socio que fue creciendo con el paso de los años, cuyos dirigentes se sienten cada vez más legitimados para opinar y pedir participación en las decisiones.

Completan la coalición agrupaciones con menor peso partidario a la hora de influir en posibles decisiones, pero que tienen como referentes a dirigentes con trayectoria, mayormente desprendidos del Partido Demócrata. Varios de ellos fueron funcionarios durante la administración de Alfredo Cornejo y en la actual o condujeron alguna intendencia en nombre de la coalición. Además, se fueron sumando nuevas agrupaciones conformadas por empresarios interesados en acercarle a la política miradas e inquietudes que no siempre son tenidas en cuenta por los gobiernos, o que sí lo son solamente hasta que se concretan las elecciones.

Si bien no se vislumbra una amenaza de ruptura detrás de los reclamos que, seguramente, le harán al radicalismo las distintas agrupaciones (cada una parece tener su propia lista de temas), el argumento común parece ser la escasa o nula consulta con los temas de gestión, postura que la mayor parte de la dirigencia radical no reconoce. “En un año y medio no nos convocaron nunca”, asegura, por ejemplo, en el espacio Más República, que lideran empresarios, como Vargas Arizu, Badaloni y otros. Por ello en éste y otros sectores aseguran que “el frente no existe”.

En la Legislatura, por ejemplo, las principales voces de la UCR aseguran que generalmente se agotan las instancias de diálogo antes de dar despacho a propuestas de peso político. Algunos ponen como ejemplo la reciente aprobación de la reestructuración del funcionamiento de la Suprema Corte, pero no reconocen que el consenso final, en el que participaron los jueces supremos, se obtuvo por el pedido que hubo en comisiones por parte de dirigentes oficialistas no radicales para que se discutieran alternativas a la redacción que había enviado el Ejecutivo.

Es por ello que la conformación de una mesa de conducción, o de diálogo, con características similares a que tiene Juntos por el Cambio en el plano nacional es difícil de imaginar aquí. No ha habido mucho ejercicio en tal sentido. De todos modos, el llamado, que se hace con mucha antelación con respecto al calendario electoral del año próximo, permite advertir que en la UCR no quieren sorpresas a la hora de contar con sus aliados y menos aún dar por sentado un triunfo en las urnas que augura la mayoría de las encuestas. En una Argentina siempre cambiante dar un vaticinio un año antes puede inducir a error.

Por otra parte, aun prescindiendo temporalmente de los temas que puedan llegar a constituir una plataforma electoral, puertas adentro del radicalismo la resolución de la candidatura a gobernador puede llegar a ser algo compleja.

No se sabe aún si se volverá a postular para la gobernación, pero es indudable que Alfredo Cornejo es un buen ordenador puertas adentro del radicalismo local. Al margen de haber sido candidato a senador nacional, tuvo fuerte gravitación en el cierre de listas que selló su partido con el Pro para las elecciones de medio término y muy probablemente tenga la última palabra de cara al proceso que se acerca. Y junto a él estará Rodolfo Suárez, tal vez el más interesado en la posible vuelta de Cornejo, porque asegura con más facilidad un resultado positivo y porque como todo gobernador que no puede aspirar a la reelección tendrá derecho a pedir destinos políticos razonables para sus principales colaboradores.

En la entrevista que concedió a Los Andes hace una semana, Cornejo también relativizó esa aparente decisión de la UCR de establecer un candidato único para la gobernación, por lo menos por parte del partido. Está claro que se puede hablar de un candidato único cuando se hace referencia a la posible postulación de Cornejo. Hasta el intendente Orozco, más vinculado a Cobos, admitió que al actual senador nacional nadie le pondrá señal roja en su camino.

No obstante, los que no están directamente en la órbita Suárez-Cornejo seguramente seguirán con su intentona. Es el caso de Luis Petri, que sigue lanzado y reúne simpatías entre dirigentes radicales que hace bastante tomaron prudente distancia de aquel eje conductor.

Y se comenta que algunos de esos dirigentes radicales “no alineados” también miran con simpatía la postulación del larretista Omar De Marchi, una opción dentro de la coalición, pensando en las primarias provinciales, si el camino de Petri se interrumpe en algún momento.

Justamente, De Marchi y su dirigencia local vienen siendo bastante críticos con la gestión provincial. El mismo argumento: falta de consulta. Hubo, sin embargo, una excepción: un encuentro reciente que mantuvieron con el gobernador Suárez del que surgieron algunas decisiones, como la reconsideración del mecanismo de aplicación de la RTO en la provincia. Igual se escucharán reclamos mañana.

Lo cierto es que al oficialismo mendocino parece que le sobran precandidatos, no así al justicialismo, que suma derrotas desde hace casi diez años y que, por lo tanto, no seduce mucho a quienes puedan tener aspiraciones y capacidad para postularse a la gobernación.

De todos modos, en el oficialismo local saben bien que el peronismo siempre constituye una amenaza electoral y tal vez por ese razonamiento llega esta decisión de convocar a la primera reunión de la coalición.

En el Frente de Todos provincial no hay aún anotados. Los intendentes que no están alineados con el camporismo que conduce al PJ advierten, sin embargo, que con el liderazgo que tienen asegurado en sus departamentos y zonas cercanas no alcanza para emprender una aventura provincial. Hay quienes aseguran que habría un “empate técnico” entre kirchneristas e intendentes no K, pero con una leve ventaja en cuanto a conocimiento y adhesiones por parte de aquéllos.

Por el momento, cada jefe departamental (tanto los K como no K) preferiría priorizar su propio terruño antes que emprender una aventura provincial con resultado incierto. En ese contexto volvería a ser considerada la senadora nacional Fernández Sagasti, aunque muchos coinciden en que el futuro político de la legisladora está más en el ámbito nacional que en el local. Si no es ella, las miradas apuntan a su compañero de equipo Lucas Ilardo, ya lanzado de alguna manera, más allá de que sus expectativas estarían puestas en mayor medida en el Congreso de la Nación.

¿Y que podría pasar si Sergio Massa termina postulándose para la presidencia de la Nación? Es una pregunta que varios se hacen en el peronismo local. ¿Levantaría el teléfono para llamar e impulsar a alguno de sus seguidores, o dejaría todo a libre resolución de los justicialistas mendocinos? Difícil respuesta aún. Tal vez todo dependa de los resultados de su plan “4x4″ y de ese anhelo de encajar la inflación en 3% mensual. ¿Sería suficiente?

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