La literatura en la escuela: propuestas para (re) diseñar la mediación pedagógica

En esta primera parte de la nota, la especialista Cecilia Tejón reflexiona sobre la experiencia inmersiva en la ficción literaria y artes combinadas, posicionándose desde un enfoque para redefinir su aprendizaje en la escuela y la mediación pedagógica.

Esta propuesta ha sido desarrollada en las asignaturas Literatura para Niños, Jóvenes y Adultos y Didáctica de la Literatura (Profesorados de Educación Primaria y Educación Inicial, Facultad de Educación UNCuyo), en escuelas de nivel primario, secundario y en centros educativos de Mendoza.

Árboles y bosques. El objeto del aprendizaje escolar denominado “literatura”: supuestos y representaciones

Cuando pensamos en “literatura en la escuela”, seguramente evocamos escenas de niños y niñas, adolescentes y jóvenes leyendo libros físicos, en voz alta, sentados en sus bancos o de pie, también mirando libros y revistas en silencio, quizás personas con la vista perdida, ausentes…

Un problema de esta representación cultural, que no se limita al ámbito escolar, consiste en asociar “literatura” con “leer”, “lectura” y “libro”. Esta suerte de desplazamiento metonímico, de tomar la parte por el todo, nos desvía de la tarea debido a que no deja ver la totalidad ni valorar lo específico del universo literario ni del vínculo con la ficción verbal.

Aunque sea una obviedad, conviene volver sobre dos asuntos: primero, no todos los libros son portadores de ficción verbal, es decir, no todos los libros son literarios. Segundo, la literatura nos llega por muchas vías, no sólo a través de libros y la lectura, especialmente en los primeros años de la vida y de la escolaridad primaria y/o en centros de educación de jóvenes y adultos.

Nadie duda de que leer es una tarea asociada a lo literario. Sin embargo, también sabemos que saber leer no es –no puede ser– una condición excluyente para realizar experiencias literarias. Si la lectura es la única vía de acceso a la literatura, haremos de la ficción literaria un bien inaccesible, reservado a otro momento de la vida, o solo para un grupo reducido de personas.

La confusión anterior comporta el riesgo de dejar pasar, como docentes, los mejores años para que nuestros estudiantes desarrollen la capacidad innata de la ficción, es decir, la competencia que consiste en imaginar e inventar situaciones posibles. En el ámbito específico de la literatura, simplificando mucho, dicha capacidad se relaciona con la escucha-lectura y producción de ficciones construidas con palabras y el conocimiento, primero intuitiva, de algunas particularidades formales de los artefactos literarios.

Bosques y lindes de la ficción verbal: artes de la palabra, artes combinadas y literatura expandida

En los extensos bosques del arte literario, desde los orígenes de la humanidad, oralitores, narradores, escritores, crean lo que hoy llamamos literatura, ese arte de la palabra. Quienes crean, sean profesionales, aficionados, adultos, jóvenes, niños, niñas, dan forma con palabras a ficciones, a mundos posibles, que luego dan a escuchar-leer a otras personas para que vivan-habiten allí, transiten experiencias simbólicas y emocionales suscitadas por los modos poéticos de hablar sobre la vida, los miedos, el deseo.

Crear mundos con palabras y descubrir en ellos facetas impensadas de la existencia es una necesidad humana primordial. Precisamos habitar otros mundos posibles con la imaginación, decir de otra manera –poética– lo que sentimos y vamos descubriendo en y de la vida.

La autora, Cecilia Tejón.
La autora, Cecilia Tejón.

La literatura, además de crear ficciones con palabras, tanto de manera oral como escrita, se “confabula” con los juegos infantiles para cantar, recitar, representar y bailar; dialoga y conspira con lenguajes artísticos y lúdicos: música, teatro, historieta, tecnopoéticas digitales, juegos de realidad virtual, juegos de rol.

Actualmente nos vinculamos con la literatura a través de pódcast, canciones, murales y poesía en las redes, nos sumergimos en los mundos del cine, asumimos papeles en videojuegos, creamos universos paralelos e interactuamos con otros personajes en los juegos de rol.

La vida en los bosques. Experiencia literaria inmersiva: ¿qué nos sucede mientras transitamos por los mundos ficcionales?

En la travesía por los diversos mundos de la ficción, en los distintos lenguajes, plataformas y modalidades literarias, ponemos en práctica estrategias de lo más variadas. Realizamos prácticas que nos proponen diferentes desafíos atencionales, imaginativos. Somos escuchadores-lectores-intérpretes-creadores anfibios. Los soportes se han multiplicado, los receptores nos hemos diversificado y redirigido. Fuera de la escuela, sin embargo, seguimos vinculándonos con el arte ficcional creado con palabras.

Como en el juego, en la experiencia literaria inmersiva hacemos “como si” lo que escuchamos, vemos, leemos, jugamos, sucediera. “Como si” formáramos parte de ese mundo y nos sucediera a nosotros. La capacidad humana de realizar pactos de ficción comienza muy tempranamente, con el juego simbólico y antes. Luego, a lo largo de la vida, adquiere formas específicas, de acuerdo con las prácticas culturales y los lenguajes de ficción con los que se vincule cada persona.

En el caso de la literatura, aunque sabemos que lo que sucede o nos muestra-dice un poema, una canción, no está sucediendo efectivamente, lo que experimentamos sí es real y nos sucede en el cuerpo, en la emoción, en la imaginación, en la memoria, en el recuerdo, e impacta en nuestra vida e historia. Por eso se dice que la experiencia literaria es, a la vez, indirecta y directa: vicaria respecto de los hechos sucedidos en el mundo real, pero directa en cuanto a lo que sentimos e imaginamos en el “como si” de la ficción. Lloramos, sentimos miedo, nos reímos, compadecemos el infortunio de un personaje, sentimos admiración por la voz que habla en el poema y nos sentimos dichos en ese modo de sentir la vida.

El “como si” de la experiencia literaria inmersiva pone en marcha procesos de transportación, simulación mental (imaginar mundos tridimensionales, con todos los sentidos), compenetrarse, alcanzar el estado de flujo, es decir, de máxima absorción, inmersión, involucramiento y concentración en lo escuchado-leído-visto. Durante el estado de flujo se pierde la noción del tiempo exterior debido a que logramos un estado de presencia total en la actividad (Ryan, 2004; Valenzuela, 2019). Es normal que se produzcan interrupciones, salidas breves y que, sin gran esfuerzo, se retome la inmersión. Si, por el contrario, los distractores desvían la atención y a la energía hacia otros asuntos, la experiencia inmersiva se frustra.

Desde la perspectiva de la cognición corpórea y situada, anclada en la historia personal-social, se asume que la experiencia literaria inmersiva implica, simultáneamente, procesos imaginativo-cognitivos, emocionales-empáticos y valorativos, inseparables. Por lo mismo, desde este enfoque la definición de comprensión plantea una verdadera revisión de muchas prácticas y representaciones escolares cristalizadas. El psicólogo del lenguaje Rolf Zwaan (2004) sostiene que “el comprendedor es un experimentador inmerso” en la situación presentada en el texto-obra. Por lo tanto, en literatura, una comprensión auténtica supone activar de manera integral todos los procesos mencionados anteriormente. El resultado será lo que en antropología, ciencias sociales y pedagogía se denomina “saber sentipensante” (Fals Borda, 1967) y “saber corazonado” (Guerrero Arias, 2015).

Sobre estas bases, en la segunda parte abordamos el problema del objeto del aprendizaje literario en la escuela y los dispositivos de mediación pedagógica que resultan congruentes con la experiencia literaria inmersiva de los escuchadores-lectores-intérpretes literarios anfibios.

La autora: Cecilia Tejón es Licenciada en Creatividad Educativa y Profesora de Alfabetización y Educación de Adultos (Facultad de Educación, UNCuyo). Especialista en Docencia Universitaria (Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo); Especialista Superior en Escritura y Literatura (INFD); Diplomada en Culturas y Narrativas para la Infancia y la Juventud (Flacso). Directora del Instituto de Lectura y Escritura (Subsede de la Cátedra Unesco, UNCuyo).Directora de proyectos de extensión en instituciones educativas y proyectos de investigación sobre enseñanza de la literatura, actividades artísticas en ámbitos de educación no formal, perspectiva de género, estudios del común y la igualdad. Expositora en congresos nacionales e internacionales. Docente en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional de Cuyo.

Referencias

  • Fals Borda. O. (2015). Una sociología sentipensante para América Latina. Antología. Clacso – Siglo XXI.
  • Guerrero Arias, P. (2015). Corazonar. Una antropología comprometida con la vida. Ediciones Abya-Yala. Universidad Politécnica Salesiana.
  • Zwaan, R. (2004). The Immersed Experiencer: Toward an Embodied Theory of Language Comprehension.
  • Ryan, M. L. (2004). La narración como realidad virtual: la inmersión y la interactividad en la literatura y en los medios electrónicos. Paidós.
  • Valenzuela, J. (2019). Hacia tierras lejanas. Emoción y cognición en la lectura de ficciones literarias. Ediciones Complutense.

Lecturas relacionadas

  • Daniel Pennac. (2000). Como una novela. Grupo Editorial Norma.
  • Jean-Marie Shaeffer. (2002) ¿Por qué la ficción? Lengua de trapo.
  • Johann Hari. (2023). El valor de la atención: por qué nos la robaron y como recuperarla. Península
  • Louise M. Rosenblatt. (2002). La literatura como exploración. Fondo de Cultura Económica.
  • Peter Mendenlsund. (2015) ¿Qué vemos cuando leemos? Seix Barral.

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