Datos preocupantes sobre niveles de educación

El nivel educativo siempre debe ser motivo de preocupación por parte de las autoridades de una provincia o de un país. Es por ello que en la Argentina distintas organizaciones de la sociedad se encargan continuamente de monitorear la actividad para contrastar con los datos oficiales y buscar mecanismos que posibiliten mejorar el rendimiento en el aula.

Si bien en nuestro país la tasa de escolaridad es aceptable en general, también se observa en lo que va del siglo una importante merma en el número de egresados tanto a nivel secundario como universitario. En ese sentido hay un retroceso con respecto a otros países de la región.

El abordaje del tema es traído a este espacio a raíz de importantes datos surgidos de los trabajos que realiza la Encuesta de Condiciones de Vida de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de Mendoza (DEIE) con datos de 2022, publicados por Los Andes en una reciente edición.

Según ese trabajo, enmarcado en lo que estadísticamente se denomina clima educativo, casi la mitad de los niños mendocinos vive en hogares con bajo nivel educativo. Esto es porque más del 42% de los mendocinos mayores de 18 años que residen con los menores no han completado los niveles obligatorios de educación. En zonas rurales se llega al 58%. Por su parte, el denominado nivel alto, en zonas urbanas, se limita a 11,6%.

A su vez, estudios llevados a cabo por organizaciones ciudadanas abocadas a la problemática educativa determinan que solamente el 14% de los estudiantes que afrontan una situación de pobreza consiguen un buen desempeño académico.

Vale reiterar la opinión de distintos especialistas en educación con respecto al escenario que nos ocupa. El nivel de formación de las familias, especialmente de los padres, resulta determinante en el desarrollo y trayectoria del estudiante. En ese contexto, la Dirección General de Escuelas de esta provincia confirma aquello de que a peor clima educativo peor rendimiento de la persona en el ámbito social.

Aquí también es oportuno sumar la mirada de especialistas, que coinciden en señalar que los niveles de educación alcanzados por los jóvenes y sus logros en materia educativa están muy fuertemente condicionados por la situación socioeconómica de sus padres, en especial por el nivel de educación de la madre, y la estructura familiar. Esto presenta un panorama oscuro con respecto a la transmisión intergeneracional de la pobreza a través de la educación. El drama de la estrechez económica obliga a muchos adolescentes a sumarse al mercado laboral para aportar a los escuálidos ingresos familiares y así queda relegado el tiempo para la educación.

Lo expuesto sirve como cuadro demostrativo de cómo la pobreza, lamentablemente cada vez más elevada en nuestro país, influye negativamente en el nivel educativo de la población. Es como caldo de cultivo para el desinterés, la desmotivación.

Sólo con políticas públicas firmes y necesariamente consensuadas se podrá poner en marcha mecanismos que conduzcan a una mejora en la condición social de segmentos cada vez más alarmantes de población, alejados de los recursos para su sustento y para garantizarse el acceso a las fuentes de conocimiento

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