La caravana mágica de la Cuarta Sección

El fútbol permite estas cosas: generar amistades. Pase y conozca la historia de seis mendocinos que decidieron viajar a Brasil en motorhome y están disfrutando a pleno.

La caravana mágica de la Cuarta Sección
La caravana mágica de la Cuarta Sección

Habría que repasar y mucho para encontrar un Mundial de fútbol con tanta presencia de mendocinos alentando a la Selección. Sin dudas habría que dejar de lado la cita de 1978, cuando Mendoza fue sede del campeonato del mundo. Sin embargo, el elenco nacional no disputó ningún partido en nuestra provincia.

La invasión de mendocinos a territorio carioca es admirable y asombrosa. Avión, autos, colectivos, traffics fueron los medios de transportes más usados. Sin embargo, los “motorhomes” fueron la vedette de esta gran cita futbolística.

Por esta razón, primero en la avenida de Copacabana y luego en el Sambódromo, ubicado en la estación central de Río de Janeiro, se pudieron observar varios “motorhomes” de estirpe mendocina. La mayoría conformados por grupos de amigos que comparten el amor por el fútbol y decidieron cumplir con el sueño de estar en un Mundial.

Sin embargo, se destaca la presencia de un grupo de seis mendocinos proveniente la mayoría de la Cuarta Sección, en Capital, que lucen orgullos un Mercedes Benz modelo 1972, cuyo dueño, Leonardo Cisterna, de 36 años, compró la “Nave” única y exclusivamente para venir hasta Brasil. Lo curioso de estos seis mendocinos es que solamente dos son amigos desde la infancia.

El resto, de los integrantes se fue sumando a medida que iban pasando los días porque varios integrantes del grupo original decidieron bajar las valijas y quedarse en Mendoza.

“Para nosotros es sagrado el asado de los viernes. Nunca fui fanático del fútbol. Pero, como llegaba el Mundial y todo el mundo hablaba, le dije un día al “Chicho” (Adrián Dimela -42 años-) vamos a Brasil. “Compro un Motorhome, lo arreglamos y vamos. Siempre quise tener uno para disfrutar en familia. Y así fue, lo compré nomás y acá estamos”, estas fueron las primeras palabras de Leonardo Cisterna, un mendocino de 36 años, casado, dos hijos, dueño de una fábrica de discos de empanadas y amante y orgulloso de la Cuarta.

“Un día a la noche estaba cenando en Palmares con mi familia y me encontré con este atorrante que hacía años que no veía. Le dije de inmediato, me voy al Mundial en Motorhome, ya lo compré. ¿Te sumás?”, contó Leo, el dueño del Mercedes Benz. El nuevo invitado era Héctor González, un mendocino de 46 años, padre de siete hijos y abuelo de cuatro nietos. Es más, su cuarto nieto nació cuando el ya estaba en tierras brasileñas. González vivió durante muchos años en Buenos Aires y siguió por aquel entonces a Boca. Sin embargo, reconoce que un Mundial era su cuota pendiente.

“Apenas me invitó Leo no lo dudé un segundo. Es más, por algunos problemas me bajé. Pero, como ellos salían el viernes 13 de junio y se les rompió el embrague, retrasaron el viaje hasta el lunes 16 a la noche. Yo había desarmado lo valija, pero me llamaron de nuevo, lo hablé con mi señora y ella me dijo, 'andá, es tu viaje'. Por esta razón, estoy acá en Brasil. Esto es algo único. Todos los días se aprende algo nuevo. Compartís cosas y actuás de distintas maneras. Es un proceso de aprendizaje único”.

Mientras el grupo sufría la baja de Héctor González, entró en acción Jorge Raniero, un empresario metalúrgico de 56 años que había acondicionado su propia Spin para llegar al Mundial con un grupo de amigos.

“Yo aún no puedo creer que esté en Brasil. Yo a los chicos no los conocía. Tenía el grupo de viaje armado con seis amigos, pero se bajaron cuatro. Entonces le dije a mi amigo que entre dos no lo podíamos realizar. La amargura que tenía era infernal. Entonces me fui a un café a tomar algo. Le conté a los muchachos lo que me pasaba y uno de ellos me dijo. Pará, tengo un amigo, que se va y se bajaron los pibes. Le llamo y que se venga.

En dos minutos llegó el “Chicho”, jaja. Es un personaje. En dos minutos llegó y en cinco minutos me sumé al Mercedes Benz. Durante años había soñado con este viaje”. Sobre lo que le dijo su familia por venirse con un grupo de personas que no conocía, Jorge, papá del grupo por su edad, dijo: “Mi señora y mis hijos me acompañaron y apoyaron siempre en este sueño. Por ellos, estoy acá en Brasil”. 

Así arrancaba la caravana de la cuarta sección hacía Brasil. El motorhome está equipado para seis personas, o cinco personas muy cómodas. Tiene una habitación en suites con LCD incluido, cama matrimonial, una cucheta con un mini LCD cada una, y una salita de estar que se convierte en otra cama matrimonial.

Además, una cocina con todos los elementos, incluido microondas. Espectacular. Como eran cuatro en el viaje, Leonardo Cisterna comentó que tenía un hermano, David, de 26 años, hincha del Tomba y por decisión unánime del grupo, decidieron invitarlo al viaje. Así se sumó el “Peque”. Siendo las 23 en punto del día lunes 16 de junio un grupo de amigos y nuevo amigos partió desde la Cuarta Sección a Brasil.

Estando en las playas de Copacabana y disfrutando un día a puro sol, Leonardo Cisterna se encontró con el hermano de un íntimo amigo suyo tras cruzarse llamados telefónicos. Estamos hablando de Nicolás Vera, de 28 años, también mendocino y propietario de una carnicería de calle Mitre de la cuarta sección. Nicolás había llegado en avión el 10 de junio a Brasil y tenía el boleto de regreso el 23.

Dos días después del partido de Argentina e Irán en Porto Alegre. Como pegó buena onda con todos los muchachos, la “caravana de la Cuarta Sección”, decidió adoptarlo. Es decir, lo convencieron para que se quedara. Lo acompañaron hasta el aeropuerto y cambió su pasaje de regreso para el lunes 14 de julio.

Si, leyó bien señor lector: ¡14 de julio! Es decir, un mes y cuatro días desde que despegó de suelo mendocino. De esta manera, el sexto pasajero de esta caravana se sumó en la arena de las playas de Copacabana. Así se fue armando otra caravana de mendocinos que está disfrutando a full el Mundial y de las playas de Río.

Una amistad que se fue forjando en el día a día y que tuvo como máximo punto de unión una pelota y la máxima cita futbolística. Sin dudas, historias y amistades que quedan guardadas de por vida en lo más profundo de cada corazón. Sólo hay que disfrutar.

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