Tomate para industria: camino a una cosecha récord en Mendoza

El sector ha crecido en superficie siguiendo la tendencia de los últimos años y, si el clima acompaña durante enero, podrán cosecharse en Argentina unos 540 millones de kilos.

En Argentina, durante 2020, se consumieron alrededor de 650 mil toneladas de tomate para industria. Sólo 454 mil toneladas fueron “locales”. El resto se importó. Foto Orlando Pelichotti / Los Andes
En Argentina, durante 2020, se consumieron alrededor de 650 mil toneladas de tomate para industria. Sólo 454 mil toneladas fueron “locales”. El resto se importó. Foto Orlando Pelichotti / Los Andes

Con un incremento continuo de la superficie y un clima benevolente, el sector del tomate para industria se dirige hacia una de las mejores cosechas de las que haya registro. Con 3.598 hectáreas de un total nacional de 7.338, Mendoza juega un gran rol para esta cosecha que, de no mediar grandes inconvenientes climáticos, rondará las 540 mil toneladas nacionales, más que en la temporada pasada que llegó a las 460 mil.

Los datos surgen del INTA y de la Asociación Tomate 2000, un grupo que trabaja en Mendoza, San Juan y La Rioja con el organismo técnico y con los eslabones del proceso productivo: desde viveros y productores hasta industriales y el Gobierno provincial. Desde los últimos años el aumento de superficie es constante y todavía queda lugar para cubrir la demanda del país.

El presidente de la asociación, Gustavo Cialone, comenta que las perspectivas para esta cosecha que ya inició en San Juan son muy buenas, sin complicaciones hasta el momento. “La cantidad de superficie y hectáreas plantadas ha crecido mucho. El límite que hoy tienen las industrias para hacer contratos es no tener más productores que quieran plantar”, comenta Cialone.

Crecimiento. Mendoza, pasó de tener 3.185 hectáreas el año pasado a tener 3.598. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes.
Crecimiento. Mendoza, pasó de tener 3.185 hectáreas el año pasado a tener 3.598. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes.

Cosme Argerich, ingeniero agrónomo del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y supervisor técnico de la Asociación Tomate 2000, considera que “si las condiciones climáticas continúan bien, vamos camino a una temporada de cosecha récord”. Empujados por un aumento de superficie cultivada, el pronóstico de cosecha arroja un volumen de 540 mil toneladas, superior a las 460 mil toneladas que hubo el año pasado y cercano al actual récord de 2015 (535 mil toneladas).

Respecto de los efectos de la pandemia durante 2020, el consumo no bajó a pesar de la contracción económica. Por el contrario, lo que suele analizarse en el sector es que en las crisis la gente suele comer menos carne y se vuelca hacia comidas con salsa de tomate, como fideos y arroz. Tampoco habría este año una afectación de la cosecha, ya que mayormente está mecanizada y no requiere de obreros golondrina, además de que después las fábricas alimenticias tuvieron permiso para procesar.

Vale aclarar que se suele hablar de Mendoza y San Juan como una misma área de producción, ya que ambas provincias están muy conectadas en esta agroindustria. Las fábricas, mayormente situadas en Mendoza, aprovechan en enero las primeras cosechas sanjuaninas mientras que en febrero y marzo se aprovecha la cosecha mendocina. En esto la pandemia sí despertó temor debido a las restricciones de paso entre ambas provincias.

“Estábamos preocupados con San Juan porque ellos venían con restricciones más duras y el proceso de normalización era lento pero, faltando unos días para cerrar el año, aflojaron y normalizaron todo. Nosotros tenemos las industrias en Mendoza y los tomates en San Juan. Trabajamos mucho en conjunto”, comenta Cialone.

Tomates cuyanos

Cosme Argerich repasa los datos de la temporada pasada y la actual. En cuanto a superficie, Argentina pasó de tener 6.620 hectáreas el año pasado a tener 7.338 este año. Si se pone el foco en Mendoza, pasó de tener 3.185 hectáreas el año pasado a tener 3.598, es decir un aumento de 413 hectáreas. Si bien ese 11,48 % es menor a lo que se estimaba, se mantiene la tendencia de seguir creciendo cada año.

Argerich estima que este crecimiento de alrededor de 450 hectáreas también se ha dado en San Juan e insiste en que se debe tratar a ambas provincias como una unidad de análisis por la fuerte integración.

“Estamos por iniciar la cosecha en San Juan. Todavía no se sabe realmente qué va a salir. Sí vemos que en general los accidentes por lluvia y granizo han sido por ahora bajos. Creemos que es hasta ahora un año normal. Con el aumento de superficie, será una cosecha mayor”, comenta el especialista del INTA.

Respecto de actualizaciones del sector, Argerich comenta que se han dado pequeños aumentos de incorporación de riego por goteo y que el sector cuenta con más del 80% de los cultivos mecanizados, tanto en la plantación como en la cosecha. Otros cambios que empiezan a darse son la implementación de energía solar para alimentar las bombas y se empiezan a probar cada vez más bioestimulantes para el cultivo.

Gustavo Cialone explica que San Juan ha repuntado mucho en los últimos años y que tiene una ventaja respecto del clima. “Cosechan los primeros días de enero cuando no hay tantas tormentas. Nosotros tenemos que atravesarlas todas. Estadísticas te muestran que en San Juan cae piedra fuerte un año cada siete, y en Mendoza uno cada cuatro”, comenta el presidente de Tomate 2000.

El clima sanjuanino permite plantar antes el cultivo y por ende cosecharlo entre las fiestas, pero en Mendoza, en la zona norte que es la más temprana (Lavalle, Costa de Araujo) se puede cosechar a lo sumo alrededor del 20 de enero. El grueso de Mendoza, la zona Centro y Valle de Uco, se termina cosechando en marzo después de pasar las tormentas con riesgos de granizo y bacterias por la lluvia.

Un cambio que menciona Cialone respecto de San Juan es que grandes productores de uva y de ajo se han pasado al tomate: “Se trata de productores muy profesionales, con buen poder adquisitivo, con una buena inversión y apoyo del gobierno. San Juan ha crecido muchísimo, ayudado también por el clima y por tierras que venían de otros cultivos. En Mendoza volvimos a recuperarnos, y el sector crece poco a poco”.

Finalmente, otro cambio que destaca Argerich dentro de la asociación Tomate 2000 que se aplica desde el año pasado, es un muestreo de calidad para detectar la presencia de pesticidas en cantidades no permitidas: “Todos los productos terminados de fábricas de la asociación están libres de pesticidas gracias a este programa. Lo que esté fuera de esos parámetros, se tira. Es bueno para que el consumidor sepa que estas fábricas asociadas tienen un control estricto”.

Cuidar la calidad

Si bien el aumento de superficie cultivada para esta temporada es un dato muy importante, otro aspecto que no se debe descuidar es la calidad del producto. Así lo considera Oreste Nomikos, quien celebra que las industrias demanden mayores cantidades y asume la responsabilidad como productor de no bajar la productividad.

“Los productores tenemos que ser cuidadosos de no cometer errores. No vaya a ser que por querer crecer en cantidad vayamos en contra de la calidad del cultivo. Todos los productores nos tenemos que concientizar de que para que la actividad sea rentable nosotros tenemos que ser productivos. Si no, no se justifica”, señala Nomikos.

Los vaivenes de la macroeconomía argentina afectan a toda la cadena, pero los productores son de los más afectados por encontrarse en el último eslabón. La falta de estabilidad económica, política cambiaria o costos de créditos complican un panorama que tiene más resuelto Chile, un competidor directo que vende pasta de tomate a la industria local.

Nomikos considera que, a pesar de las complejas variables macro, los productores locales se tienen que mentalizar en el largo plazo y con un enfoque en mejorar la productividad. También cree que el riego presurizado debería ser una política del Gobierno de Mendoza para todos los sectores.

Respecto de los riesgos climáticos, los productores a la hora de hacer una nueva inversión deben tener en cuenta que en Mendoza hay un mayor problema por granizo, por lo que estar asegurados es un aspecto importante. En el caso de Nomikos, que tiene plantaciones en Luján de Cuyo y Maipú, en una ocasión le cayó piedra justo apenas terminaban el trasplante y tuvieron que reorganizarse y volver a plantar.

En Tomate 2000 consideran que en el sector hay lugar para productores nuevos, aunque recomiendan tener una apertura mental para romper esquemas antiguos y así mejorar la productividad. “Se ha crecido bastante con la superficie. Se están haciendo esfuerzos para que ese crecimiento esté acompañado y no se pierda calidad. Siempre habrá un porcentaje de pérdida por granizo pero de todas formas se ha crecido y habrá una buena cosecha”, augura Nomikos.

La mirada estatal

Con una demanda sostenida, rentabilidad para los productores y un alto valor agregado, el tomate para industria es uno de los cultivos que ganan lugar en la provincia como posibilidad de ampliar la matriz productiva dentro de la agricultura. Así lo entienden desde el Gobierno de Mendoza que, en agosto pasado, lanzó un programa de créditos por $ 90 millones para fomentar una ampliación del 20% de la superficie con este cultivo.

Se trataba de créditos de hasta $ 150 mil por cada nueva hectárea sembrada, con un tope de 3 millones de pesos por productor y de 20 nuevas hectáreas. El capital se amortizaba en tres cuotas mensuales, iguales y consecutivas, con vencimiento en abril, mayo y junio.

Valentina Navarro Canafoglia, directora de Agricultura, explica que se generaron estos créditos “de manera muy accesible en conjunto con Mendoza Fiduciaria y la Asociación Tomate 2000, como una forma de apoyar al sector.

Este financiamiento corresponde a la necesidad de ampliar las hectáreas destinadas a tomate industria”. En este caso, también se hizo hincapié en que el beneficio llegara a los productores del sur: San Rafael y General Alvear.

Cialone es escéptico en cuanto a este tipo de medidas por considerar que el productor en general es poco adepto a créditos del gobierno: “Por ahí imagínate que un ente gubernamental te llena de papeleo y el productor no está preparado, no tiene un contador interno, entonces termina siendo muy difícil que te den un crédito porque suele trabarse con algún requisito”.

Además, la persona que va a ampliar su producción ya suele tener un contrato con un industrial que le financia. “Nadie planta tomate sin contrato y sin anticipo. El productor necesita dinero para trabajar y se asegurare de que le vas a comprar. El contrato lo necesita tanto el productor como el industrial de la fábrica para asegurar el tomate, y hay dinero en el medio para asegurarse el contrato”, explica Cialone.

Navarro Canafoglia comenta que, más allá de los instrumentos usados, lo importante es que a nivel provincial se está logrando el crecimiento paulatino del sector. “Otra cosa que se hizo en 2020 fueron incentivos a través del aporte no reembolsable del programa Mendoza Activa. Productores que aprovecharon el reembolso del 40% de la inversión que te da el programa, fueron alrededor de 90 hectáreas”, comenta esta ingeniera agrónoma.

Además de considerar que el plan de financiamiento fue una estrategia de promoción al igual que Mendoza Activa, Navarro Canafoglia mira hacia adelante: “El tomate para industria es un cultivo más que hay que impulsar porque es rentable, tiene agregado de valor y posee un encadenamiento productivo con el sector industrial. Actualmente tiene demanda. Vamos a seguir en contacto con Tomate 2000 y otras asociaciones para atender las necesidades del sector”.

Otro de los datos que esgrime la titular de Agricultura es que en 2019 se exportaron 11.901 toneladas de productos industrializados de tomate y se importaron 33.322 toneladas. Según los cálculos, después de las 900 hectáreas que se aumentó este año contando Mendoza y San Juan, harían falta alrededor de 1.700 hectáreas más para cubrir esta demanda.

Los datos del sector

Algunos números del INTA pueden ayudar a tomar dimensión de la importancia del tomate para industria en el país y la provincia. Vale aclarar que su manejo es muy distinto al de tomates para consumo en fresco, que quedan fuera de este artículo. La última cosecha de tomate industrial, que terminó en mayo, alcanzó a nivel nacional las 454 mil toneladas (millones de kilos), mejor aún que la cosecha de 2019 cuando se cosecharon 395 mil toneladas.

El consumo interno de Argentina es de tal magnitud que actualmente se importa pasta de tomate desde otros países para poder procesarlo, sobre todo desde Chile y Perú, y en ocasiones algo de Brasil y China cuando tienen sobrante. Las 454 mil toneladas cosechadas en 2020 no fueron suficientes para cubrir las 650 mil toneladas de tomate que se procesan en total. Aún con el aumento de cosecha que habrá esta temporada, quedará margen para completar la demanda.

Si se habla de rendimiento por provincia, durante la última temporada en San Juan se consiguieron unas 88 toneladas promedio por hectárea. En Mendoza, en tanto, se estuvo en torno a las 70. Algunos especialistas señalan que el menor nivel mendocino estuvo dado por una menor tecnología de riego por goteo (el regado por surco y con pausas genera estrés hídrico).

Producir versus importar

El país actualmente importa pasta de tomate para satisfacer la demanda nacional. Hace 5 años, cuando había mayores restricciones a la importación, el sector estuvo cerca de autoabastecerse de materia prima pero, con el cambio de gobierno nacional y la mayor apertura de importaciones, se dio un retroceso.

La razón a nivel general es que, si el costo entre importarlo y producir es igual, entonces al industrial le conviene comprar afuera en el acto en vez de pagar por adelantado a un local y correr el riesgo de perder los cultivos.

“Hoy en costo podemos producir al mismo nivel que el mundo. La ventaja de importar es que si necesitás 5 o 10 camiones de pasta concentrada, hacés una transferencia y listo, lo tenés cuando querés. En el caso de Argentina tendrías que financiar a un productor en agosto, sortear el clima en enero, y ahí recién tener la materia prima”, explica Cialone.

Ante la pregunta de si se puede perder el trabajo logrado en expansión por una nueva apertura de importaciones, Nomikos cree que la respuesta pasa por la productividad interna: “Lo importante es si somos competitivos o no. Nosotros estamos en condiciones de competir, pero necesitamos las mismas herramientas que otros países.

En San Juan y Mendoza, un poco mejor San Juan, hay promedios de entre 90 y 100 toneladas por hectárea, pero hay algunos que han dado 150 toneladas. Estamos en condiciones de tener una alta productividad con calidad”. En opinión de Cialone, de momento todos los industriales seguirán importando algo, pero el común denominador es intentar aumentar la producción de tomate en el país. “Se importa cada vez menos. Intentamos ampliar la cartera de productores, las hectáreas cultivadas y buscando apoyos. Creemos que hay mucho por crecer, y desde la asociación nos vamos preparando con becarios e ingenieros agrónomos para trabajar en una mayor superficie y eficiencia”, subraya el presidente de Tomate 2000.

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