Feria CES: los drones aterrizaron… para quedarse

El aire del futuro es de ellos. Cada vez se popularizan más, y está claro que si se pudiera superar el problema de la autonomía de las baterías serían una respuesta aún más viable a servicios de mensajería y hasta transporte.

La feria tecnológica CES celebrada la semana pasada en Las Vegas dejó en claro que los drones no son una moda pasajera. Sus creadores y promotores dicen que estos aparatos voladores podrían ayudar a encontrar aventureros perdidos en el desierto o dejar ver lo que hay más allá de las copas de los árboles. Otros prometen llevar pasajeros con el toque de un botón.

Por supuesto, nada de esto ocurrirá de la noche a la mañana.

Entre otras razones, la duración limitada de las baterías significa que muchos modelos comerciales no pueden volar por más de 20 minutos, cuando mucho. Los fabricantes aún no han descubierto la mejor manera de mantener volando a muchos de estos diminutos zánganos robotizados, teniendo en cuenta que la geolocalización de GPS absorbe demasiada electricidad para sus baterías minúsculas.

Se siguen desarrollando los sistemas que permiten a los drones pilotar por sí mismos cuando se trate de evitar obstáculos.

Encima de todo se ciernen las nuevas reglas del gobierno estadounidense, que aunque buscan garantizar la seguridad de la gente, también pueden frenar la innovación.

Sin embargo, con todo y obstáculos la industria de los drones avanza a todo lo que da. La Consumer Technology Association (Asociación de Tecnología para el Consumidor) estima que el gasto en Estados Unidos para drones crecerá más del 100% a 953 millones de dólares el año próximo.

La firma ABI Research cree que el mercado mundial de aeronaves teledirigidas llegará a los 8.400 mil millones de dólares en 2018, con usuarios que van desde empresas militares y de petróleo a agricultores, periodistas e inventores de traspatio.

A medida que aumenta la capacidad de los drones, estas aeronaves podrían volverse un producto para los mercados de los consumidores promedio en unos tres años, según Patrick Moorhead, analista principal de la firma de investigación Moor Insights & Strategy.

“Deberíamos de poder conseguir un dron que pueda seguirlo de manera efectiva, sin que choque contra las cosas, y que pueda hacer cosas por su cuenta”, aseguró.

Durante la feria, la firma Fleye presentó una especie de esfera voladora que sirve como una especie de camarógrafo personal, pues es capaz de seguir a un usuario mientras lo graba. En vista de que está encerrado en lo que parece un casco ligero de fútbol americano, sus hélices representan menos peligro para los transeúntes.

¿Se podrán tripular?
Al lado de pequeños drones, el fabricante chino EHang expuso un cuadricóptero de 1,50 metros, el EHang 184, que puede transportar a una persona y cabe en una plaza de estacionamiento.

"No es un dron, es un vehículo aéreo autónomo", aclaró Claire Chen, vicepresidenta encargada de desarrollo comercial de la compañía, y explicó que basta con programar el destino del viaje y apretar un botón para que el aparato se maneje solo durante el vuelo y el aterrizaje.

"Estamos listos para vender a todo el mundo", sea para uso personal o como parte de una flota, asegura.

Pero el precio anunciado (entre 200.000 y 300.000 dólares por un aparato con 23 minutos de autonomía) está muy lejos del alcance de todos los bolsillos. Y el EHang 184 se halla aún en fase experimental en China.

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