Rafael Mauleón Castillo, un escritor “puente” - 1° Parte

En San Rafael formó su familia. Desarrolló asimismo una intensa labor cultural, que incluye la creación, el 20 de marzo de 1948, del Museo de Bellas Artes.

Un dibujo que Juan Solano Luis envía a su amigo, el poeta Rafael Mauleón Castillo.
Un dibujo que Juan Solano Luis envía a su amigo, el poeta Rafael Mauleón Castillo.

“Rafael Mauleón Castillo es, en América, lo que podríamos llamar un hombre puente; y lo es porque ha logrado vincular con su labor de las ‘Brigadas Líricas’ solitarias islas de emoción en un maravilloso continente de poesía”. T. Mieses Burgos. 1/10/49 Santo Domingo

Acabo de regresar de San Rafael, donde tuve oportunidad de compartir varias horas con dos de los hijos de Rafael Mauleón Castillo: “Pampa y Toro”, como los llama cariñosamente el poeta al dedicarles uno de sus libros de poesía. A ellos les agradezco infinitamente todo el material y la información que me proporcionaron y, sobre todo, la posibilidad de conocer a través de sus anécdotas y recuerdos, algo del talante espiritual de ese hombre jovial, verdadero militante de la cultura, capaz de llevar a cabo empresas culturales tan meritorias (e increíbles) como esas “Brigadas Líricas”, a las que luego me referiré.

Rafael Mauleón Castillo había nacido el 14 de enero de 1902. Su niñez y adolescencia transcurrieron en Córdoba; en esa provincia realizó sus estudios primarios y secundarios y también conoció a Carlos Washington Lencinas, con el que entabló una amistad que motivó su traslado a Mendoza. En 1929 se radicó en San Rafael con el cargo de Director del Hospital Schestakow, pero su desempeño en él fue breve, ya que el asesinato de Lencinas (acaecido el 10 de noviembre de 1929) le puso fin a los pocos meses.

Sin embargo permaneció en el departamento sureño y allí formó su familia. Desarrolló asimismo una intensa labor cultural, que incluye la creación, el 20 de marzo de 1948, del Museo de Bellas Artes, que concreta así “la aspiración de dotar a San Rafael de una institución para el fomento de las Artes Plásticas” (H.B. de Vázquez). Las primeras donaciones para el Museo fueron realizadas por Julio Aguirre y su esposa, Elvira Bombal Villanueva; así comenzó a reunirse un valioso caudal artístico que contiene pinturas, dibujos, grabados y acuarelas, recibidos en los “Premios Adquisición” de los Salones de Primavera, donaciones del Fondo Nacional de las Artes y de particulares. Su patrimonio incluye obras de Raquel Fornier, Juan Carlos Castagnino, Benito Quinquela Martín, Antonio Berni, Norah Bores, Horacio Butler, Fidel de Lucía, Víctor Delhez… entre otros prestigiosos artistas.

Durante años, el museo fomentó las vocaciones artísticas a través de la organización de diversos salones: Juveniles, del Poema Ilustrado, Tout Petit, de Primavera… Estos salones se realizaban anualmente durante el mes de setiembre y en ellos participaban pintores y escultores de todo el país. Se realizaban numerosas exposiciones y funcionaba un Taller de Arte “Rafael Mauleón Castillo”, que recibía alumnos sin límite de edad. Mauleón Castillo fue un animador incansable de todas estas actividades. En la actualidad, el museo ha pasado a denominarse “Omar Reina”.

Para acercarnos a lo que era la vida intelectual, artística y literaria de San Rafael por aquellos tiempos, podemos recordar que allí coincidían entonces varios de los más grandes escritores que prestigian nuestras letras, como Alfredo Bufano, Fausto Burgos, Tudela, ligado por distintas razones al medio sanrafaelino, o el mismo Mauleón. Todos ellos participaron en empresas culturales de envergadura, como la creación de la filial Mendoza de SADE (Sociedad Argentina de Escritores).

Precisamente, en la correspondencia mantenida entre Alejandro Santa María Conill y otros socios fundadores, figuran algunas misivas de Mauleón Castillo, en la que el residente en San Rafael se presenta a sí mismo como trabajador incansable de la cultura; así, en la carta fechada el 13 de enero de 1942, dice “Me dirá que este ‘sordo’ no tiene nada que hacer. Se equivoca, tengo hoy una buena fagina [sic] que se repetirá mañana y continuará siempre”. Entre las tareas que enumera a continuación figura “un trabajo inmenso en la Biblioteca (en la mía se prestan los libros, y es la más grandecita del contorno”. Esta biblioteca, según testimonio brindado por sus hijos, le permitió centralizar su hacer, que con el correr del tiempo habría de ser fecundísimo y que puso a San Rafael en contacto con la cultura universal y a la vez, hacer conocer San Rafael en el mundo entero.

Fue también director de la Biblioteca Mariano Moreno, fundada en 1919.

Igualmente se contó Mauleón Castillo entre quienes dirigieron otro fecundo foco de cultura: la Universidad Popular de San Rafael. En 1928, con Francisco Gallardo, editó un semanario humorístico llamado La Púa, que tuvo una existencia efímera; en 1931, con José Parada Juanto, lanzó varias ediciones de Cuyo - Buenos Aires. En 1938 editó la revista Mástil, y en 1948 iniciará su magna obra, las “Brigadas Líricas” serie de cuadernos en los que, en sucesivas ediciones artesanales, dio a conocer a autores americanos, europeos y locales (sobre ello volveremos en una próxima nota). Fue corresponsal de los diarios La Palabra y La Libertad, de Mendoza, y también de La Nación, de Buenos Aires. Presidió asimismo la Comisión Municipal de Cultura y se desempeñó como Delegado para la Zona Sur de la Dirección Provincial de Cultura de Mendoza

Viajó a Chile, Brasil, Montevideo y Europa, llevando numerosos trabajos de grabadores mendocinos “en su afán de romper fronteras para el arte lugareño, crear vínculos y mostrar el progreso alcanzado por la provincia en esta materia en los principales centros de arte” (documento manuscrito suministrado por la familia Mauleón).

Paralelamente a estas acciones de promoción cultural llevó a cabo su propia labor de creación, que incluye los siguientes títulos: El linyera (poesía); Cánticos de vigilia (poesía); Los días obscuros de César Rivero (novela); Las búsquedas (poesía); Las coplas y sus coplas; Raíz y ala (poesía); España en la sangre; Albricias de la patria y Una campana vegetal llamando (poesía). Ha quedado inédita su novela La luna contra el muro (en una nota posterior nos ocuparemos de su obra).

El Consejo del Escritor le otorgó en 1962 el premio “Álvaro Melián Lafinur”, por su labor artística. En noviembre de 1966 se le rindió un expresivo homenaje, el de “un pueblo al que se le sumaron los más altos valores del intelecto y de las artes […] para un hombre de tierra adentro, sencillo y humilde, cordial, profundo en sus sentimientos y gran amigo” (documento inédito suministrado por la familia).

Murió el 29 de octubre de 1969, rodeado del cariño delos suyos y de toda la población de San Rafael).

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