Juan Pablo Ledo: el bailarín del Teatro Colón que rompe con el mito

A sus 40 años, continúa siendo la figura principal del ballet en el teatro más importante del país y rompe con la idea de que los bailarines deben retirarse antes de cierta edad. Ledo regresa al escenario después de dos años.

Juan Pablo Ledo: el bailarín del Teatro Colón que rompe con el mito
Juan Pablo Ledo es el primer bailarín principal del Teatro Colón en ocupar su rol a los 40 años.

Alrededor de la danza, especialmente en el ballet, surgen un sinfín de dudas y certezas a la hora de hablar de una carrera profesional. Se conoce que ésta es una de las prácticas más complejas y exigentes a la hora de hablar de rendimiento.

Los jóvenes que deciden emprender una carrera profesional en el ballet tienen los años contados. Según se ha analizado en varias ocasiones, para mantener una extensa y saludable carrera en la práctica, los bailarines deben dedicar su vida adolescente a perfeccionarse para, con suerte, lanzarse a la profesión antes de los 20 años.

El reloj biológico continúa corriendo. No sólo se trata de la edad en número, sino más bien de la estabilidad física, mental y emocional que conlleva una danza de este calibre.

Sin embargo, existen excepciones a la regla. Una de ellas es el primer bailarín del Teatro Colón, Juan Pablo Ledo. El artista lleva más de dos décadas dedicando su vida al ballet, y hoy con 40 años, se convierte en el primer bailarín de su edad en ocupar el puesto principal del ballet más importante del país.

Hay ballets argentinos que a los 40 años decidieron retirarse, es muy personal”, comienza diciendo. “La gente pensaba que hasta esa edad se puede bailar ballet y no es así, hay artistas como Manuel Legris [bailarín francés] o Vladimir Malakhov, entre muchos otros, que bailaron pasada esta edad. El retirarse tiene que ver con cuestiones de lesiones, o que no pudieron tener una vida saludable”.

Juan Pablo Ledo interpretará una vez más "Giselle".
Juan Pablo Ledo interpretará una vez más "Giselle".

Después de dos años de inactividad debido a la pandemia, el profesional regresa al escenario y lo hace rompiendo con este mito: los bailarines de ballet no pueden bailar profesionalmente después de los 40 años.

“En mi caso el mito se rompe porque sigo bailando y además en uno de los roles principales. Estreno la obra, tengo 40 y soy el que más baila en las funciones. Y rompe con esa contradicción. No es por mí, sino por el hecho de mantener una coherencia durante tanto tiempo”, explica, y hace énfasis en que su situación es inusual por el rol que ocupa dentro de la compañía.

Artistas como Julio Bocca alcanzaron su carrera hasta esta edad, sin embargo, las condiciones no eran las mismas. “Soy el primero en el Teatro Colón que por más de 15 años se mantuvo en vigencia y que con 40 años puedo seguir en mi rol. Son excepciones”.

- Fueron dos años de inactividad y eso se ve reflejado en el rendimiento de un bailarín. ¿Cómo te sentiste al retomar la exigencia?

Yo me preguntaba estos dos años que intenté volver porque era muy difícil mantener el ritmo. Después estuve intentando mantenerme en mi casa, pero es imposible el retorno porque no es tu hábito saludable de siempre. Volví y me di cuenta que todo está acá. El hecho de enseñar mucho de la historia de la danza y ballet, es como si uno volviera a repetir con la mente y los movimientos todo lo que sabe, y se reorganiza su propia mente y su sistema.

- ¿Qué encontraste cuando volviste?

Pensaba que quizás no estaba a la altura de las circunstancias porque soy un bailarín que estuvo toda su vida dedicado a esto y no paré nunca como en este caso, el teatro y todos esos dolores musculares de regresar. Le estas exigiendo al cuerpo el ritmo de un bailarín principal de hace algunos años.

El desafío era ver en qué estado estaba físico, cómo podía volver y ver qué ganas tenía. A mí me mueve la pasión y eso claramente estaba intacto, es lo que está del todo sagrado.

“En mi caso el mito se rompe porque sigo bailando y además en uno de los roles principales. Estreno la obra, tengo 40 y soy el que más baila en las funciones. Y rompe con esa contradicción. No es por mí, sino por el hecho de mantener una coherencia durante tanto tiempo”.
“En mi caso el mito se rompe porque sigo bailando y además en uno de los roles principales. Estreno la obra, tengo 40 y soy el que más baila en las funciones. Y rompe con esa contradicción. No es por mí, sino por el hecho de mantener una coherencia durante tanto tiempo”.

- Esta es la pregunta del millón, pero, ¿cuál fue el secreto?

Primero esto tiene que apasionarte. La pasión, el compromiso y entender esto como una vocación con todas las letras. Son dones que Dios regala a cada uno y ese es mi caso. Y si bien es un trabajo, siento hasta el día de hoy que si me exigen lo hago con mucho placer, más que un trabajo es una pasión y es gratificante.

Soy muy responsable con la profesión. Mi vida de salir no la hice, era consciente de que tenía que estudiar [abogacía] y llegar a casa a descansar para poder rendir en el ballet. Y todo lo que se me dio fue porque lo demostré con ese grado de profesionalismo que puse siempre.

- ¿Cuáles son tus expectativas?

Y mis expectativas son volver a hacer esta obra que ya la había hecho, me llena de satisfacción y encuentro nuevas formas de contar esta historia, y poder seguir transmitiendo este acto artístico es dejarles a las nuevas generaciones un material valioso, que entiendan que el compromiso es fundamental, no sólo para los bailarines sino también para los directivos.

- Además enseñas, ¿te gustaría en el futuro dirigir en el teatro?

A los 25 años tuve mi propia compañía, sigo organizando funciones, organizo mis propios espectáculos, hago la parte de producción. Claro que me gustaría dirigir en el Colón, hago obras para bailarines, escribo, me gusta enseñar. Todo lo que está enfrascado en el mundo del ballet me encanta, soy un tipo meticuloso y, sobre todo, observador. Si me preguntás qué quiero ser mañana, te diría: que se cumpla la voluntad de Dios.

Con una destreza inigualable, el bailarín clásico se posiciona entre los más destacados del país.
Con una destreza inigualable, el bailarín clásico se posiciona entre los más destacados del país.

Un breve recorrido por su carrera

Juan Pablo es Primer Bailarín del Teatro Colón. Fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura Porteña 2015 y por el Partido de San Isidro en 2018, además de haber recibido infinidad de distinciones. Fue galardonado con el Premio Konex 2019 a “Mejor Bailarín” de la última década.

Comenzó ballet a los 7 años con los maestros Wasil Tupin y Lucía Wurst. A los 16 años es elegido por Julio Bocca para integrar el Ballet Argentino desempeñando allí sus primeros roles protagónicos por el mundo.

A los 24 años ingresa al Ballet Estable del Teatro Colón siendo el Primer Bailarín en todas sus obras hasta la actualidad. Ha sido invitado a Galas Internacionales de Ballet en diferentes partes del mundo, además de haber acompañado a Paloma Herrera en el YAGP (Koch Theatre New York) y en Los Ángeles Music Center.

Más allá de su rol como bailarín, Ledo es abogado egresado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UBA).

Juan Pablo regresa al escenario en “Giselle”

El bailarín volverá a interpretar Giselle, obra que protagonizó en 2014 junto a Paloma Herrera. Tendrá funciones el 5, 9 y 13 de abril en el Teatro Colón. Se trata de un ballet romántico, que tiene su historia en el 1800.

“Es un ballet que le da una buena bienvenida para nuestro regreso porque tiene cierta destreza y tenes que bailar en una especie de algodones como si fuese un cielo eterno, porque se trabaja desde el lugar de levitación, suavidad, de que nada costara, ver a la bailarina flotando, algo característico del estilo romántico”.

Según explica, la característica del Ballet Romántico es que “se utilizaban cuestiones de la vida cotidiana como las clases sociales, los problemas de amores, historias reales de la época que se intentaron pasar al ballet”.

"Si me preguntás qué quiero ser mañana, te diría: que se cumpla la voluntad de Dios".
"Si me preguntás qué quiero ser mañana, te diría: que se cumpla la voluntad de Dios".

Giselle es una bailarina frágil. Hay una historia de amor llevada adelante por ella y Albrecht, quien pertenece a una estirpe social diferente. Ella pertenece a una clase social más de pueblo, mientras que él tiene otros tipos de lenguajes y formas de ser. “Albrecht quiere meterse en su mundo porque se enamora de su inocencia, siente que puede ser más él”, relata el bailarín, quien da vida al personaje principal.

Con música de Adolphe Adam, coreografía de Jules Perrot y Gustavo Mollajoli, este ballet romántico en dos actos fue interpretada por primera vez por el Ballet du Théâtre de l’Académie Royale de Musique en el Salle Le Peletier en París, Francia en 1841.

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