Duel: el debut de Spielberg que marcó su destino como amo y señor del cine

Tenía 25 años cuando su primer largometraje se estrenó en 1971, originalmente para la televisión. Con esta película, aquel joven que se metía en secreto a los estudios de Universal logró dar forma a su propia leyenda, que ya alcanza cinco décadas.

"Reto a muerte" (Duel, 1971) de Steven Spielberg
"Reto a muerte" (Duel, 1971) de Steven Spielberg

Hay grandes cineastas que impactaron con su debut. Aquellos que desde su primer largometraje salieron del anonimato por mérito propio y convencieron al mundo de que estaban destinados a erigirse como figuras inmaculadas. En este grupo suelen aparecer Luis Buñuel (“La edad de oro”, 1930), Sidney Lumet (“12 hombres en pugna”, 1957) o François Truffaut (“Los 400 golpes”, 1959), por nombrar a tres. Pero con “Reto a muerte” (Duel, 1971), un telefilme pequeñísimo, sólido y eficaz estrenado en la cadena ABC, también lo logró un veinteañero Steven Spielberg.

Años antes de cambiar la industria del cine con “Tiburón” (Jaws, 1975), el joven de 22 años había conseguido trabajar en Universal Television bajo el padrinazgo del por entonces vicepresidente Sidney Sheinberg. Como sucede en cualquier ámbito, la presencia de un imberbe, despeinado y rebelde levantó la resistencia de algunas estrellas del estudio. Pero a Steven le importaba poco y nada: le habían confiado en 1969 un segmento del piloto de “Galería nocturna” (Night Gallery), donde le llegó a dar directivas a Joan Crawford.

El antecedente empujó a Steven a insistir con algunos proyectos de largometrajes, aunque sin éxito de financiamiento. Entonces, el consuelo lo halló en la televisión, como guionista y director de distintos programas, donde aprovechó para ejercitar su talento y añadir experiencia y lazos con otros personajes de la época.

Los créditos iniciales en "Reto a muerte" (Duel, 1971)
Los créditos iniciales en "Reto a muerte" (Duel, 1971)

Dada su inagotable tenacidad, Universal le ofreció a Steven un contrato para que dirigiera algunos telefilmes. Lo que los ejecutivos nunca imaginaron es que el joven director entregara semejante nivel de producción para la TV, así que le pidieron que estirara el metraje de 74 a 90 minutos para venderla a algunos cines tras su paso por ABC. “Reto a muerte”, ópera prima de Spielberg basada en una historia de Richard Matheson para la revista Playboy, se ganó con justicia un lugar de adoración en su filmografía.

En la película, David Mann (Denis Weaver) es un cuarentón que deja su casa en los suburbios y emprende un viaje de negocios por la inhóspita carretera del desierto de Mojave, California. Todo marcha relativamente tranquilo hasta que sobrepasa con su Plymouth Valiant rojo a un vetusto camión cisterna que se mueve lento. Lo que parece ser una simple maniobra al volante, se transforma en una pesadilla para el temeroso protagonista: ahora es víctima de una cacería sobre ruedas en la ruta.

Duel (1971): una auténtica cacería en la ruta
Duel (1971): una auténtica cacería en la ruta

Aventurarse a filmar en el desierto estaba lejos de representar un desafío para Spielberg. Su corto “Amblin’” (1968), el que lo había acercado a Universal, ya lo tenía como escenario. Para el director, “Reto a muerte” era la prueba para demostrar a los mandamases de turno su precoz poderío en el manejo de la cámara y su capacidad autoral para construir un relato desde el lenguaje de las imágenes.

Spielberg sostiene la primera secuencia anclada desde el punto de vista del automóvil del protagonista, mientras se abre paso en su hábitat, la ciudad. Una vez salido de los suburbios, se apaga la radio, se cancela el bullicio urbano y aparece la verdadera bestia, a cuyo chofer nunca le vemos la cara. Tampoco es que lo necesitemos: hasta podría considerarse un Macguffin que explota en la escena del bar en la que David -sin éxito- se obsesiona con identificar al camionero.

El camión oxidado y destartalado aterroriza gracias a tres decisiones clave del director: el contrapicado que exalta la “cabeza” del vehículo, la fragmentación de planos que instala la monstruosidad en cuestión y las tomas generales que respaldan el potencial de destrucción. Así, el cartel de “inflamable” pasa a ser una redundancia accesoria.

Denis Weaver interpreta a David Mann, el temeroso protagonista de "Duel" (1971)
Denis Weaver interpreta a David Mann, el temeroso protagonista de "Duel" (1971)

A partir de “Reto a muerte”, Spielberg rotuló una de las inquietudes repetidas en sus películas y respectivos universos: el enfrentamiento del hombre común contra lo extraordinario. Más allá de la maestría narrativa y técnica aquí alcanzada (aún hoy sorprende asumir que sea un filme realizado inicialmente para la televisión), el realizador supo canalizar parte del bullying que vivió en su infancia. El conductor perseguido en el desierto no es más que el propio Steven indefenso contra la fuerza indomable, es decir, una persona que busca cómo sobrellevar las inseguridades y encontrar el modo de vencer al abusón, sin sacrificar su moral.

El elemento antagónico es también un prototipo del tiburón inmortalizado en pantalla cuatro años después. Y no solo por su rugido. Cuando David advierte a los chicos del autobús escolar sobre la peligrosidad del camión, es inevitable pensar en Martin Brody (Roy Scheider) avisando a los turistas de la playa de Amity sobre la amenaza en el agua. En ambas experiencias, Spielberg repara en lo provechoso de exponer al monstruo lo justo y necesario, algo que apenas un puñado de directores han sido capaces de entender en thrillers contemporáneos.

Sumado al chirriante manejo de la tensión, Spielberg deja fluir su admiración confesa por John Ford en algún coqueteo con el western, ya sea en la planificación de los espacios o en puntuales guiños como el duelo de miradas entre David y el camión. Lo mismo tamiza de Alfred Hitchcock en la persecución previa al choque frente al restaurante, una escena que poco tiene que envidiar al crimen de Janet Leigh en “Psicosis” (Psycho, 1960) y las icónicas cuerdas de Bernard Herrmann.

Un guiño anticipado a "Tiburón" (Jaws, 1975)
Un guiño anticipado a "Tiburón" (Jaws, 1975)

Pese a que una minoría aún le achaque la grandilocuencia a Spielberg, solo basta revisar el desenlace de su primer largometraje para tirar abajo semejante atrevimiento crítico. Cuando todos esperaban que el camión estallara cual show catártico, el director eligió que el monstruo padeciera una agonía lenta y dolorosa, una satisfacción auténtica y orgánica en términos narrativos frente al fuego exacerbado. Así es la magia spielberguiana en acción: manipular la cámara en una escena con una última imagen que modifica o condensa la intención de su autor.

¿Acaso la leyenda del director sería la misma sin “Reto a muerte”? Steven Spielberg había dejado atrás la fama de aquel novato inquieto que se escondía en los rincones de los estudios de Universal y enojaba a Hitchcock por inmiscuirse en el set de “Cortina rasgada” (Torn Curtain, 1966). Ya estaba listo para encarar su propia marca: la del amo y señor de Hollywood por las siguientes cinco décadas.

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