El nombre del CCK: por la grieta, el centro cultural tiene cuatro distintos

La nueva estación del subte que para allí fue bautizada Correo Central. Casi no hay referencias a su nombre original: Néstor Kirchner.

El nombre del CCK: por la grieta, el centro cultural tiene cuatro distintos
El nombre del CCK: por la grieta, el centro cultural tiene cuatro distintos

El conflicto estaba en suspenso, pero seguía vivo. Tanto es así que la extensión de un subte lo reactivó. Ahí, donde nadie lo imaginó pasó: en los andenes de la línea E y, en forma específica, en la cartelería sobre los hitos urbanos de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante casi dos meses, en las nuevas estaciones Correo Central, Catalinas y Retiro, lo que en los carteles debió aparecer como Centro Cultural Kirchner (CCK) se sustituyó por Centro Cultural del Bicentenario. Un nombre viejo -se usó en el proyecto original para rebautizar al ex Palacio de Correos-, pero no el real.

¿Un error o una provocación en época de elecciones? Desde el Gobierno porteño hablan de error, uno que iba a saldarse la semana próxima con el reemplazo de la señalética, pero que frente a esta nota periodística se apuró y empezó el jueves.

El cambio de denominación salió de "Ciudad Legible", el área que traduce el espacio público porteño y sus medios de movilidad en un sistema gráfico. En los subtes está a cargo de los "esquemas topológicos". Son diseños que muestran el recorrido de la línea, con sus estaciones y la combinación con otros transportes. También, informan sobre los lugares de interés e hitos urbanos que están en el entorno de cada parada. Ahí, aparecieron los nombres alterados.

Pocos advirtieron la modificación, los carteles quedaron a la vista de todos y el conflicto volvió a salir a flote. Porque el nombre que tiene -o debe tener- el centro cultural del Palacio de Correos genera controversia desde hace rato. Ya en los primeros meses de la gestión de Mauricio Macri, el titular del Sistema Federal de Medios, Hernán Lombardi, manifestó en forma pública su deseo de rebautizarlo.

Lombardi tiene bajo su órbita el centro cultural que funciona en el edificio del viejo palacio, pero ese cargo no le alcanza para cambiar su nombre. Un eventual renombramiento del centro cultural "Presidente Dr. Néstor Carlos Kirchner" -su verdadera denominación legal- tiene que pasar por el Congreso. Es decir, se necesita una ley para "sacar" otra ley.

Desde el inicio de la puja por los nombres, el espacio quedó entre la ley porteña y la nacional. La Ley 83/1998 de la Ciudad de Buenos Aires regula las condiciones que se tienen que cumplir para cambiar o imponer nuevas denominaciones a los espacios públicos. Y en su artículo 5 establece que "en ningún caso deberán designarse calles o lugares públicos con nombres de personas antes de haber transcurrido diez años de su muerte".

Es que si bien el Centro Cultural Kirchner está en Capital, delimitado por Alem, Sarmiento, Corrientes y Bouchard -a 150 metros de Plaza de Mayo-, el edificio es de propiedad nacional. Por ese motivo, lo regula una ley sancionada no en la Legislatura porteña, sino en el Congreso.

En noviembre de 2012 el bloque del Frente para la Victoria logró aprobar la Ley 26.794 que reemplazó con el nombre de "Presidente Dr. Néstor Carlos Kirchner" a la denominación original, Centro Cultural del Bicentenario. Hoy en los alrededores el nombre votado por ley parece silenciado: no está en la plaza ubicada en la entrada principal -la llamaron Plaza del Correo-, ni en la estación nueva de la E -la bautizaron Correo Central-, ni en los carteles verticales que guían a los peatones y dicen Correo Central. Sí se lee "Centro Cultural Kirchner" tallado en piedra en lo alto del edificio. Y esa misma nomenclatura figura en algunos carteles que guían hacia la salida en la estación de subte. Es lo único, mientras que desde el oficialismo se conforman con llamarlo "CCK" a secas.

Con De Vido y López

Desde los primeros meses de 2016 se empezó a hablar de la intención de renombrarlo.

Y pese a que fueron cinco los proyectos girados al Congreso, hoy sólo dos quedan vigentes. Hasta ahora, ninguno fue tratado en comisión.

Uno pertenece al macrista cordobés Javier Pretto, quien pide tres cosas. La primera es que se establezca un mínimo de 20 años entre la muerte de una persona y la inclusión de su nombre en calles, monumentos y espacios públicos. La segunda es que no se puedan usar nombres de autoridades que hayan ejercido una función ilegítima. Y la tercera, que se modifique la Ley 26.794 y que el edificio se llame "Centro Cultural Bicentenario de la Independencia".

Mientras tanto, el otro proyecto lleva la firma del radical salteño Miguel Nanni. En su caso sólo pide el cambio de denominación. Al igual que Pretto, propone "Centro Cultural del Bicentenario de la Independencia".

Puertas adentro del Centro Cultural Néstor Kirchner, el impulso por concretar la modificación del nombre se mantiene. "En un primer momento propusimos un plazo mínimo de 20 años para cambiarlo para dar tiempo a la reflexión de la sociedad.

Entonces intentamos construir una mayoría en el Parlamento para que voten la modificación, pero esa mayoría no se alcanzó. Nunca llegamos a la cantidad necesaria de legisladores para darle el tratamiento", dice Lombardi desde su despacho.

“Pero lo que sí hicimos -continúa el funcionario-, bajo nuestra facultades y dentro del edificio, fue sumar a las placas instaladas por Cristina Fernández, que llevan su nombre y los de (Julio) De Vido y (José) López, un atril que explica que fueron colocadas por la ex presidenta en mayo de 2015. Así no las sacamos, sino que les sumamos contexto para que sirvan como testimonios de una época, preserven la memoria y alimenten la comprensión crítica sobre lo que pasó”.

Ese no fue el único cambio, otro es todavía más reciente. La semana pasada Lombardi rebautizó la sala sinfónica del CCK, en su origen llamada "La Ballena Azul", como "Auditorio Nacional". Para eso, desde el escenario y junto al director de orquesta Daniel Barenboim descubrió una placa, que pronto será instalada en la puerta.

¿Maneras de "deskirchnerizar" el centro cultural? Quizás. "Otra microcirugía optó por colgar en la cara sur del edificio una máxima de Borges en neón celeste: 'Nadie es la patria, pero todos lo somos'. La noción de una patria personal y a la vez colectiva, en primera persona del plural, se opone a la patria como causa rectora de un pensamiento nacional", reflexionó al respecto la periodista y escritora Matilde Sánchez.

Y mientras los nombres se silencian, se vacían de contenido, se superponen o manipulan por cuestiones políticas, la historia recuerda que esto ya ocurrió. Rosas y Perón son los ejemplos más obvios. Es que las palabras construyen el mundo y los poderosos quieren su porción en esa nomenclatura que otorga sentido. Y mejor si pueden dejar su nombre para la posteridad, tallado en piedra.

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