Por esfuerzos que pongan fin a la guerra en Ucrania

Independientemente de las lógicas previsiones y estrategias ucranianas en el aspecto bélico, se impone que la faz diplomática busque insistir con negociaciones que permitan atemperar los efectos de un escenario que Europa creía francamente superado.

Ataque de Ucrania, días atrás. (AP/Libkos)
Ataque de Ucrania, días atrás. (AP/Libkos)

La guerra generada por la invasión de Rusia a Ucrania sigue su curso sin avances en algún tipo de negociación para ponerle punto final. En ese aspecto, es indudable que la comunidad internacional esboza algún grado de fracaso, ya que no faltaron intentos para atemperar la situación desde que, el 24 de febrero de 2022, el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenó el avance sobre territorio ucraniano.

Sí es muy importante el aporte bélico a Ucrania por parte de las potencias occidentales. De no haber sido así, seguro el poderío ruso hubiese resultado nefasto para las posibilidades de defensa de un país humillado por un régimen, como el de Moscú, que no acepta perder dominios estratégicos en sus zonas de influencia.

Aunque con dudas por parte de algunos observadores, que prevén una todavía muy prolongada confrontación por la fuerte resistencia rusa, la acción de Ucrania podría dar un vuelco a la guerra.

El comando ucraniano se encarga de destacar que no se trata de una operación aislada, sino de cientos de acciones de diferentes características con el propósito de llegar a coordinar una avanzada de notable alcance sobre las fuerzas de Moscú.

Rusia, en cambio, considera que por el momento sus defensas resultan impenetrables para las ambiciones de las autoridades de Kiev.

Sin embargo, la información sobre el día a día del conflicto destaca que, de acuerdo con la opinión de la inteligencia militar británica, las tropas ucranianas han logrado avanzar en forma significativa en diversos frentes de la defensa rusa.

De todos modos, corresponde señalar que hay prioridades que la comunidad internacional destacan permanentemente.

Un ejemplo son las consecuencias para la población y la infraestructura por la reciente rotura de la represa hidroeléctrica de Jakowka, que derivó en una crisis humanitaria que afecta a poco menos que un millón de personas.

Por otro lado, se encuentra el riesgo que siempre corre la central nuclear de Zaporiyia, la tercera más grande del mundo en su tipo. Esta central ha estado permanentemente en peligro por la acción militar de las fuerzas en conflicto.

Las derivaciones de la rotura de la mencionada represa y el día a día en cuanto al cuidado de la central nuclear son preocupaciones de los especialistas de Naciones Unidas que no siempre parecen ser advertidas con la seriedad que imponen.

Los habitantes de Ucrania viven el constante tormento de los ataques periódicos de las fuerzas rusas, más allá del esfuerzo de sus propias tropas por contrarrestarlos merced al apoyo occidental ya señalado.

La infraestructura del país invadido ha sido fuertemente dañada en todo el tiempo de esta guerra, lo mismo que los bienes de miles de habitantes.

Hay ciudades y localidades menores que ha sido literalmente arrasadas por el atropello de Rusia y las violaciones a los derechos humanos, por ataques o abusos a la población civil ucraniana, son numerosos contra el gobierno de Putin.

Es por todo esto que, independientemente de las lógicas previsiones y estrategias ucranianas en el aspecto bélico, se impone que la faz diplomática busque insistir con negociaciones que permitan atemperar los efectos de un escenario que Europa creía francamente superado.

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