La necesidad de los acuerdos para una buena política

El Congreso Nacional está virtualmente paralizado por cuestiones políticas. En una mirada superficial, su inactividad se podría vincular con las campañas electorales. Pero, si se observa con mayor profundidad, se advierte que es otro preocupante síntoma de la falta de diálogo para alcanzar acuerdos sobre leyes importantes.

Cuando se acercan las elecciones, es común que diputados y senadores procuren pasar el mayor tiempo posible en sus distritos para participar de numerosas actividades de campaña, en vez de hacerlo en sus oficinas porteñas. Sin embargo, el análisis histórico demuestra que en el pasado hubo un promedio de sesiones bien superior a los números actuales.

El Senado apenas sesionó una vez para tratar leyes en el primer semestre. Fue el 13 de abril. Además, se reunió en una sesión informativa para recibir al jefe de Gabinete, Agustín Rossi. Es la marca más baja en cantidad de sesiones de los últimos 10 años, período que registra un promedio superior a 7 en los primeros semestres.

Por su parte, Diputados tuvo dos sesiones para tratar leyes en el mismo lapso, cuando el promedio de la última década se ubica por encima de cinco, y en julio sumó una más. Resultado: tres sesiones desde que comenzó el período ordinario. En este caso, las sesiones informativas con el jefe de Gabinete fueron dos.

Hay, como es lógico, necesidad de legislar sobre distintas materias. Los temas en agenda son muy variados. Por citar algunos casos que atrajeron la atención de las cámaras, la ley de enfermería, la ley de tarifas para los servicios públicos, una posible reforma de la Ley de Alquileres, una nueva legislación para los deudores de créditos UVA y la aprobación de pliegos judiciales de jueces y fiscales, entre bastante otros.

¿Por qué no sesionan, entonces? Porque ninguna coalición puede imponer su número para aprobar su propio proyecto sobre cualquier tema de su interés y la negociación con la coalición opositora está totalmente cancelada.

El Senado es el más claro ejemplo de esto. El Frente de Todos perdió el cuórum propio cuando cuatro senadores decidieron conformar un bloque aparte, llamado Unidad Federal, junto con la schiarettista Alejandra Vigo. Quien maneja la cámara, recordemos, es la vicepresidenta Cristina Fernández. Cuando hace un llamado a sesionar sin acordar temario y contenido con la oposición, los senadores de su bloque no son suficientes para empezar la sesión y la convocatoria se cae por falta de cuórum.

Si Diputados ha sesionado un poco más, es porque su presidenta, Cecilia Moreau, intentó acordar algunas cuestiones puntuales con la oposición. Pero, en la práctica, no se logró avanzar porque los proyectos que se se aprueban luego no son tratados en el Senado.

Por supuesto, también pesa la disputa interna de ambas coaliciones, donde hay corrientes enfrentadas. Si no se legisla, es por temor a que en la discusión de ciertos temas afloren las discrepancias internas.

He aquí, entonces, otra deuda que la política tiene con la sociedad.

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