Ante una crisis estructural, respuestas estructurales

Sólo un amplio acuerdo sobre políticas permanentes será el punto de partida de la recuperación, salvo, claro está, que se desee la profundización de la decadencia de la Argentina.

El país necesita políticas sustentables, con acuerdos permanentes de las principales fuerzas políticas y de los sectores sociales y económicos / Gentileza
El país necesita políticas sustentables, con acuerdos permanentes de las principales fuerzas políticas y de los sectores sociales y económicos / Gentileza

Desde la hiperinflación de 1989, que provocó el adelantamiento de la entrega del poder de Raúl Alfonsín a Carlos Menem, la Argentina ensayó diversas políticas económicas sin resultados que permitieran un crecimiento sustentable.

Aunque el país ya había sufrido varias crisis en años anteriores, a partir de ese quiebre los gobernantes comenzaron a ensayar soluciones más duraderas, que a la postre resultaron ineficaces.

Argentina atravesó por una convertibilidad entre el peso y el dólar; por la traumática ruptura de esa paridad; por el fortalecimiento de la moneda nacional en un contexto global inédito en los primeros años de este siglo, y por los vaivenes de los últimos períodos de gobierno.

En el fondo de estas políticas pendulares, se encuentra la necesidad de afrontar el gasto del Estado, que siempre es superior a los ingresos.

El déficit público se acentuó en los últimos años a partir de errores de política económica y ante las urgencias de los sectores más vulnerables, por el crecimiento del desempleo y de la pobreza.

El rojo en las cuentas públicas se financia con emisión de dinero, que luego se traslada a precios o al dólar, convertido en la moneda de ahorro para los argentinos.

El ministro de Economía de la Nación, Martín Guzmán, emprendió una batalla para reducir la enorme brecha que existe entre la cotización oficial y los llamados dólares financieros y blue.

Para ello, acentuó el cepo a la compra de la moneda norteamericana; restringió las importaciones; acudió a la colocación de deuda en pesos pero vinculada a la cotización de la moneda norteamericana y dispuso la venta de bonos por parte de organismos del Estado y por el Banco Central.

La estrategia apunta a reducir la brecha entre las cotizaciones paralelas, que llegaron a más que duplicar el valor del dólar oficial y que alientan las expectativas de devaluación.

En paralelo, Guzmán incluyó en el Presupuesto 2021 su compromiso de reducir al menos a la mitad el déficit del sector público nacional, al fijarlo en 4,5 por ciento del producto interno bruto (PIB).

Ante representantes de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), señaló que su objetivo personal es bajarlo aún más.

De inmediato, la reunión y el compromiso esbozado por Martín Guzmán, generó el rechazo en sectores del kirchnerismo que integran el Frente de Todos.

El país necesita políticas sustentables, con acuerdos permanentes de las principales fuerzas políticas y de los sectores sociales y económicos.

La reducción del déficit público primario y una cotización de equilibrio del dólar, que permita la producción y la inserción de Argentina en el mundo, debieran ser pilares de esos consensos.

Tales acuerdos forman parte de la prédica diaria de los principales dirigentes, pero de difícil concreción por las mezquindades políticas.

Sólo un amplio acuerdo sobre políticas permanentes será el punto de partida de la recuperación, salvo, claro está, que se desee la profundización de la decadencia de la Argentina.

Es hora de decir que frente a la gran crisis estructural argentina, o nos salvamos todos o no se salva nadie.

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