Tecnología: tenemos el código, ¿por qué no desbloqueamos la transformación?

El autor asegura que hay que liberarse de los prejuicios sobre quiénes son las personas que pueden integrar la industria. Bienvenida la diversidad.

Hay que liberarse de los prejuicios sobre quiénes son las personas que pueden integrar la industria. / Foto: Ilustración: gabriel fernandez.
Hay que liberarse de los prejuicios sobre quiénes son las personas que pueden integrar la industria. / Foto: Ilustración: gabriel fernandez.

Desde que el mundo es mundo hemos sido testigos y parte de transformaciones que elevaron nuestro nivel de vida en magnitudes asombrosas. Es muy frecuente asociar estos saltos con hitos y avances en el poder de la tecnología. De la máquina a vapor en la Primera Revolución Industrial hasta el smartphone, en gran medida así lo han sido. Sin embargo, por la complejidad de los nuevos avances, el cambio tecnológico por sí solo ya no alcanza para desbloquear todo su potencial transformador. Necesitamos también cambios profundos en nuestra forma de pensar.

Una idea que pudo haber sido considerada como visionaria en una época pasada, en el presente podría ser entendida como una locura. Así es entonces cómo vivimos dos tipos de transformaciones en nuestras vidas: una tangible, que emerge para cambiar todo lo conocido y se asocia a la tecnología, como puede ser la creación de internet y otra, difícil de percibir. Esta última no es disruptiva, sino que avanza en silencio y produce cambios estructurales. Por ejemplo, en cómo nos percibimos a nosotros mismos y de lo que nos creemos capaces.

Los cambios de paradigma sociales y los avances tecnológicos, han logrado que tengamos a disposición herramientas con el poder de multiplicar la potencia de nuestra mente y volver realidad casi todo lo imaginable. Tenemos los elementos creativos, cognitivos y científicos suficientes como para una disruptiva transformación nueva cada día pero el increíble potencial del que hablo, no podemos mensurar. Está bloqueado. El código de acceso se esconde en cada una de las personas que quiere ser parte de este cambio pero no se anima; quiere, no puede y termina simplemente por ya no querer.

Este potencial necesita liberarse. Para conseguirlo, necesitamos de nuevos talentos, voces diversas y narrativas alternativas, que existen y que faltan tanto en las industrias de tecnología como en las de los videojuegos. Los prejuicios sobre quién puede estudiar carreras STEM y quién no, o quién puede ser gamer y quién no, son cosa del pasado y no debemos dejar que trabajen sobre nuestro presente y futuro. De hecho, de acuerdo con Newzoo, ya son más de 2.800 millones los gamers en el mundo, de los cuales 47% son mujeres y 38% mayores de 35 años.

La tecnología facilita la vida de las personas pero también supera sus expectativas y deseos. Los videojuegos son una forma de contar historias y se han convertido en parte de nuestra cultura: no discriminan por edad, género, raza ni religión. En las últimas décadas se han roto muchas barreras, pero el bloqueo continúa. Según un informe publicado en 2019 por la Unesco, las mujeres representan sólo el 35% de todos los estudiantes matriculados en educación superior de materias STEM a nivel global. El menor número se ve en Ingeniería, Matemática, Estadísticas y TIC, entre otras.

Necesitamos más voces y más talento en el mundo, para explotar al máximo todo lo que el futuro nos depara, para contar más y mejores historias. La diversidad en el talento es el código para la transformación: ¿estamos listos para desbloquearla?

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