Un análisis elaborado por Jorge Day y Gustavo Reyes, economistas del Ieral(Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana), de la Fundación Mediterránea, se planteó responder a la pregunta de qué está sucediendo en el comercio mendocino, en el marco de una recuperación de la economía, pero también del cierre de locales.
El documento señala que, en los últimos meses, el consumo comenzó a mostrar señales de recuperación, aunque con una dinámica desigual entre los distintos sectores. Mientras que algunos rubros, como el de los autos 0 km, registraron un importante repunte impulsado por el mayor acceso al crédito, otros —como supermercados y mayoristas — apenas lograron mejorar sus ventas. En estos últimos, persisten caídas especialmente marcadas en bienes básicos como alimentos y bebidas.
Tendencias
Uno de los factores detrás de esta disparidad podría estar en los cambios de hábito de los consumidores, que muestran una creciente tendencia a volver a comprar en comercios de cercanía, como almacenes y autoservicios. También influye el aumento del comercio electrónico, que ha diversificado los canales de compra. Pero más allá de estas transformaciones, lo más notorio es la fuerte caída en el consumo de productos esenciales como bebidas, carnes y artículos de almacén.
Hay además una explicación de fondo vinculada a la distribución del gasto en los hogares. En contextos estables, los consumidores tienden a destinar proporciones relativamente constantes de sus ingresos a distintos rubros: por ejemplo, un 30% a alimentos. Sin embargo, durante los últimos quince meses, esa estructura se alteró significativamente.
Aumentó la morosidad financiera entre los comercios mendocinos
El incremento sostenido de las tarifas de servicios públicos y combustibles, junto con fuertes subas en sectores como la salud privada, forzó a muchas familias a redirigir parte de su ingreso hacia estos ítems. A eso se suma un fenómeno cambiario: el abaratamiento del dólar blue volvió más accesibles las compras de indumentaria y productos tecnológicos en países vecinos, como Chile, lo que derivó en un aumento del consumo fronterizo y en el exterior.
Como resultado, una mayor proporción del ingreso disponible se destinó a estos nuevos gastos, reduciendo el peso relativo de los bienes tradicionales como alimentos y bebidas. Esto explica la lenta recuperación de ventas en cadenas de supermercados y canales mayoristas, aún con señales positivas en el resto del consumo.
En términos generales, el consumo en el país sufrió una fuerte caída durante la primera mitad de 2024, pero mostró una recuperación parcial en el segundo semestre. Lo mismo reflejan los indicadores del Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) vinculados al comercio. Este repunte estuvo asociado a una leve recomposición del poder adquisitivo y al regreso del crédito privado, aunque desde niveles históricamente bajos.
Unos 120 comercios mendocinos accedieron a créditos blandos para poder crecer y modernizarse. Foto: Los Andes
Perspectivas
De cara a 2025, las perspectivas iniciales eran optimistas: se estimaba un crecimiento del PBI cercano al 5%. Sin embargo, la reciente eliminación del cepo cambiario generó una corrección abrupta en el tipo de cambio oficial, lo que podría afectar el poder de compra en el corto plazo.
Pese a esto, si se mantiene el proceso de estabilización macroeconómica, se espera que la capacidad de consumo vuelva a fortalecerse a lo largo del año. En ese escenario, se mantendría también un dólar competitivo, lo que prolongaría las compras masivas en el exterior —en especial en zonas limítrofes— y seguiría representando un desafío para el comercio local.