Malargüe: la “tierra prometida” para el futuro económico de Mendoza

Con más kilómetros cuadrados de superficie que habitantes, el departamento sureño concentra en su territorio todas las posibilidades de crecimiento que tiene la provincia. Guiados por la experiencia de algunas decepciones, los malargüinos son escépticos, aunque apoyan los planes oficiales para el petróleo y la minería. El Gobierno toma todos los recaudos para poder avanzar y evitar la resistencia social.

Exploración de cobre en la mina Cerro Amarillo. Prensa Gobierno
Exploración de cobre en la mina Cerro Amarillo. Prensa Gobierno

La ruta 40 al sur de Bardas Blancas es, quizás, la más clara metáfora de la historia reciente de Malargüe. Durante unos pocos kilómetros, se alternan tramos pavimentados y tramos de ripio. Hasta que el asfalto no vuelve a aparecer y entonces el viajero sabe que por delante, hasta Neuquén, sólo hay camino enripiado que, dependiendo de cuánto tiempo lleve sin pasar la máquina que lo empareja, transcurre sereno o se hace sentir en el auto y todo el cuerpo.

El departamento ha vivido al ritmo del petróleo desde la explosión de la actividad en los ‘70 y ‘80. Luego de aquel esplendor vinieron años malos, muchos, y algunos años buenos, pero nunca tan buenos como hace cuatro o cinco décadas.

Esos tramos de pavimento y ripio también sirven como metáfora de lo que generaron las promesas de los gobiernos nacional y provincial en la historia reciente malargüina.

Esos 80 kilómetros de la ruta 40 sur son una de esas promesas. La reconstrucción fue licitada en 2009, adjudicada e iniciada. La empresa favorecida fue OPS, de Mario Cifuentes, muy vinculado al kirchnerismo, que luego se presentó en quiebra y abandonó los trabajos. Hubo un traspaso a otra constructora, Chediack, pero la operación fue frenada por la Justicia.

Hoy, el conflicto continúa. Pero la esperada resolución judicial ya no puede reactivarla porque la decisión de Javier Milei de no hacer más obra pública anuló cualquier esperanza.

Portezuelo del Viento es la otra gran promesa trunca por la que los malargüinos aún mascullan su bronca. La apertura de un registro para trabajar en la obra, en 2019, los hizo sentir que era una realidad. Pero luego todo se fue diluyendo. Las objeciones de La Pampa y la dilación del arbitraje de Alberto Fernández no sirven de consuelo ante la decisión provincial de reorientar el dinero a otros destinos y por eso reclaman que se haga, aunque sea el proyecto más chico que se pensó previamente.

El dique iba a hacerse sobre el Río Grande, el más caudaloso de la provincia y que paradójicamente acompaña el recorrido de la ruta 40 desde Bardas Blancas al sur.

Esas dos heridas paralelas y que aún no cicatrizan hacen que ahora, cuando se les pregunta por las oportunidades que parece ofrecer el futuro al departamento, mande el escepticismo. “Si se da...”, es la respuesta que repiten los consultados. Siempre con el condicional adelante. Descreídos.

Malargüe concentra hoy todas las oportunidades de crecimiento económico que se avizoran en Mendoza. No hay ningún proyecto fuera de ese departamento que implique un cambio rotundo en el producto bruto geográfico ni de las exportaciones como los que se pretenden desarrollar allí.

Del éxito de esos planes depende revertir una economía estancada hace más de una década y una situación social preocupante que pone el Gran Mendoza con indicadores de pobreza por encima de la media nacional y de las vecinas cuyanas. Y con más indigentes que todos los grandes centros urbanos del país. Esto es consecuencia, en gran medida, de los bajos salarios que se pagan en la provincia.

El menú de actividades y proyectos que se concentran en Malargüe incluye la reactivación petrolera a partir de la ilusión que generan los dos pozos perforados por YPF en la lengua norte de Vaca Muerta. Como anticipó Los Andes el 21 de febrero, ya está saliendo crudo y los resultados obtenidos hasta la semana pasada alientan el optimismo, pero hay que esperar hasta mediados de mayo para tener datos concluyentes.

También están en proceso la recuperación secundaria y terciaria de áreas ya explotadas. De hecho, el plan que diseñó la nueva gestión de la petrolera estatal implica traspasar todas sus operaciones en el norte provincial a empresas más chicas y sólo conservar sus yacimientos malargüinos porque entiende que allí está el futuro. El plan del gobierno de Alfredo Cornejo, coincidentemente, es licitar áreas y sumar nuevos jugadores tanto en la extracción de petróleo convencional como no convencional para no depender sólo de YPF.

La minería es la otra gran apuesta. El año pasado se adjudicó el paralizado proyecto de Potasio Río Colorado a Minera Aguilar para que inicie la explotación con un plan de inversión de 1.000 millones de dólares en 5 años. Generaría 1.500 empleos directos durante la construcción de la mina y 500 luego, cuando empiece a operar.

La ilusión llevó al Gobierno a decir que cuando produzca a pleno exportará 600 millones de dólares anuales. El año pasado, todas las actividades económicas provinciales sumaron 1.300 millones de dólares de ventas al exterior.

Los tiempos ya empezaron a correr para la minera de José Luis Manzano. Las dudas, por sus antecedentes, es si cumplirá. Sobre todo porque depende en gran medida del transporte ferroviario. Con el Estado nacional decidido a no hacer obras, el tendido correría por cuenta de la empresa y sumaría algunos cientos de millones de dólares a la inversión.

El primer gran anuncio de la nueva gestión de Cornejo fue, a principios de marzo, desde Canadá, la creación del Distrito Minero Malargüe, apuntando a la extracción de cobre, el mineral clave para la transición energética. El objetivo es comenzar la exploración concentrando las declaraciones de impacto ambiental de todos los proyectos que puedan desarrollarse allí en un solo trámite. Así, se busca evitar el tedioso debate uno por uno en la Legislatura.

Con el antecedente de la reacción social en las calles en diciembre de 2019, tras la modificación de la ley 7722, el Gobierno ha aclarado en todo momento que todo se hará dentro de esa ley. Es decir, sin usar las tres sustancias químicas prohibidas, todo gracias al desarrollo tecnológico.

Prevención

En el despacho de la ministra de Energía y Ambiente, Jimena Latorre, hay un gran mapa de Mendoza donde Malargüe tiene un protagonismo notable. Están señalizadas allí las áreas naturales protegidas, los yacimientos petroleros y las zonas ricas en cobre que ya están identificadas. Puede ser, si se prioriza la mirada optimista, el mapa del futuro económico provincial.

“El Distrito Minero no toca el nacimiento ni la cuenca del Atuel para no generar problemas con La Pampa. Tampoco toca ninguna reserva natural, ni los glaciares. Y se han tenido en cuenta también en su delimitación las comunidades originarias, los puesteros y los cuerpos cavernosos”, aclara Latorre. En el mapa que hay detrás suyo se ve cómo sí se solapan el cobre y la cuenca petrolera.

El Gobierno quiere tomar todos los recaudos posibles para evitar precisamente el rechazo social. De hecho, está gestionando con la Agencia Ambiental de Europa el financiamiento de un relevamiento previo de todos los acuíferos subterráneos de la zona para poder contrastarlo en el futuro con nuevos estudios.

“Quienes quieren invertir en minería deben recurrir a los mercados financieros y hoy los mercados no le prestan un dólar al que no presenta un proyecto sustentable ambiental y socialmente”, argumenta la ministra.

Jimena Latorre ministra Energía y Ambiente de Mendoza 

Foto: Orlando Pelichotti
Jimena Latorre ministra Energía y Ambiente de Mendoza Foto: Orlando Pelichotti

Los planes del Gobierno en Malargüe buscan unir pasado, presente y futuro. Por un lado, apunta a aprovechar al máximo todos los recursos fósiles que aún hay enterrados, manteniendo la meseta del crudo convencional y empezando a extraer el no convencional. Por el otro, busca extraer un mineral que como material conductor es imprescindible y tiene demanda asegurada para sustituir los ingresos cuando caiga el petróleo.

Hay identificados en la montaña de Malargüe 30 pórfidos (o formaciones) de cobre, pero se cree que un relevamiento con las nuevas tecnologías disponibles ampliaría ese número. Por eso la apuesta es a seguir explorando. Hoy son cuatro los proyectos de exploración en marcha, con distintos avances: Cerro Amarillo, Las Choicas, La Adriana y El Burrero. El tiempo de la explotación llegará en algunos años recién.

Latorre estuvo hace algunos días en Malargüe y dice que es clave la licencia social que hay en el departamento para el desarrollo de la minería. “Lo clara que la tienen los chicos hasta en las escuelas primarias es increíble”, cuenta.

Celso Jaque está iniciando su tercer mandato como intendente 20 años después de haber concluido el segundo. De 2007 a 2011 fue gobernador. Y no tiene dudas de que “el futuro de Mendoza pasa por Malargüe”.

“No utilizar los recursos naturales sería un error”, dice Jaque. Pero enseguida aclara que debe discutirse cómo será el control ambiental, clave para dar garantías a la sociedad y ahuyentar los temores. Propone para eso un sistema mixto, público-privado, que incluya a las universidades.

Celso Jaque, intendente de Malargüe
Celso Jaque, intendente de Malargüe

También dice que debe definirse cuál va a ser la regalía adicional para la provincia y el destino para los recursos que genere la minería, además de la remediación que deberán garantizar las empresas. Pero sobre todo apunta a una condición para todos los que quieran invertir: deben contratar mano de obra y empresas de servicios mendocinas “para no repetir lo que pasa con las petroleras en el sur departamental, que contratan personal y empresas de Neuquén”.

En el peronismo aseguran en off que Jaque se enteró por los medios del Distrito Minero. Él no ratifica la versión, pero cree que Provincia y municipio deben trabajar como un engranaje perfectamente sincronizado para poder avanzar, incorporando a las empresas y las organizaciones de la sociedad civil.

Hay otras condiciones que debería garantizar el Estado para atraer inversiones. Porque así como puede poner requisitos al inversor, éste a su vez le va a exigir más conectividad vial y aérea, energía eléctrica y por supuesto una base para asentarse, que sería el prometido polo logístico de Pata Mora.

Hay en esa necesaria conectividad vial, además de varias rutas por hacer, una urgencia en la que coinciden los malargüinos: el viejo puente sobre el río Malargüe, a la salida de la ciudad. Su estado es crítico y de colapsar dejaría incomunicado todo lo que está al sur del centro urbano, desde atracciones turísticas, como La Payunia, Llancanelo y la Caverna de las Brujas, al paso El Pehuenche y la actividad petrolera. El problema se agiganta cuando se ve lo ocurrido con los puentes sobre la ruta 40 entre Luján y Tunuyán, caídos hace cuatro y tres años y sin reparar aún.

Esperanza

Malargüe tiene más kilómetros cuadrados de superficie (41.317) que habitantes (33.107 según el último censo). La ciudad, que concentra cerca del 80% de los pobladores, ha ido creciendo no tan ordenadamente como pretenderían algunos de los consultados. Dominada por las casas bajas, de una planta, pueden contarse con los dedos de una mano las edificaciones de tres pisos (entre ellos la municipalidad).

Atravesada por la ruta 40, hay en su trazado una característica que llama la atención: los amplios bulevares. Su barrio más moderno es el Procrear, en el extremo sur del casco urbano. Pero por estos días la novedad es el primer barrio cerrado, que ya se está desarrollando cerca del ingreso norte.

Es justamente al norte de la ciudad donde se encuentran las explotaciones agrícolas, principalmente de papa semilla y ajo. Malargüe es la única zona semillera provincial libre de virus. Pero igual, dicen en el departamento, se ha reducido 40% la superficie cultivada.

La otra gran actividad agropecuaria le ha dado fama nacional a Malargüe: los chivitos. La cría de ganado caprino sufrió este verano las inclemencias de las abundantes nevadas del año pasado, que mataron a muchas cabras y eso bajó la producción. Siempre lejos de todo, expuestos a las inclemencias del tiempo, algunos crianceros se han reconvertido aprovechando la oleada turística y pasaron a ofrecer lo que mejor saben hacer a los visitantes.

El presente económico de Malargüe depende, como siempre en las últimas décadas del petróleo. Los mejores sueldos están allí. Pero el turismo le abrió hace unos años una ventana que ha ido ampliándose. Cabañas, hoteles, restaurantes y agencias de turismo se han multiplicado. El que va, recorre. Nada está cerca. Ninguna excursión requiere transitar menos de 30 kilómetros para llegar. Y la aventura ha ido atrayendo cada vez más a turistas extranjeros.

La oferta incluye bellezas únicas como La Payunia y la increíble experiencia de internarse caminando en el volcán Malacara, además de Las Leñas o el Valle de las Lágrimas, entre otras tantas.

Una obra clave para el departamento fue la pavimentación de ruta 40 de Pareditas a El Sosneado. “Acercó” Malargüe a la capital provincial 120 kilómetros. Ahora, queda más cerca la Ciudad de Mendoza que Pata Mora, ubicada en el extremo sur departamental, a 350 km y que demanda más del doble de horas.

Marcelo Schajnovetz preside la Cámara de Comercio malargüina y no puede ocultar el escepticismo. Es de los que antepone el condicional a su respuesta: “Si se da lo que dicen que va a ser, la proyección es fabulosa. Para la minería y para el departamento. Va a llevar un tiempo, porque recién se está hablando de la exploración, pero se ve que hay buenas intenciones del Gobierno”.

En la municipalidad creen que es clave capacitar a los lugareños para que puedan trabajar en los proyectos que se vienen. Por eso apuestan a los convenios con empresas para ayudarlos a conseguir empleados que sirvan a sus requerimientos. Con una planta sobredimensionada de 2.270 empleados entre planta permanente y locaciones de servicios, hoy la comuna es el gran empleador departamental junto al petróleo y el turismo.

La defensa en Malargüe del petróleo y la minería tiene que ver con que saben que les ha traído beneficios. Los sueldos petroleros son los más codiciados. Y cuanto más actividad ha habido, más empleo hubo. Y también se beneficia la comuna. De hecho, en los dos primeros meses de este año recibió 1.750 millones de pesos sólo por regalías petrolíferas y gasíferas.

Gracias a la devaluación de diciembre y la cotización a precio internacional del barril de crudo, es el único ingreso que ha crecido en términos reales (por sobre la inflación), cuando todos los demás caen. Por eso, Malargüe fue el octavo departamento que más dinero recibió de la provincia en el bimestre.

Con esa experiencia a cuesta, Jaque es concluyente cuando habla de la minería: “No podemos desperdiciar la última oportunidad”.

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