El Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) oficializó la habilitación de redes privadas de comunicación de cuarta y quinta generación (4G/5G) destinadas a proyectos productivos en áreas alejadas de los centros urbanos. La medida fue publicada en el Boletín Oficial de ayer, lunes 25 de agosto.
La iniciativa ofrece una solución a sectores como la minería, el petróleo, la energía y la logística, que necesitan conectividad confiable para operar en entornos donde las operadoras tradicionales no llegan.
El diputado Guillermo Mosso celebró esta decisión, luego de que publicara en El Economista una columna proponiendo que el Enacom habilitara redes privadas de comunicación para proyectos productivos que operan en zonas alejadas y sin cobertura de las operadoras tradicionales.
Proyecto San Jorge Minería
Vista de la zona donde se desarrollará el proyecto minero de San Jorge
Gentileza PSJ
Conectividad para zonas críticas
El esquema, denominado SPIBA (Sistemas Privados de Banda Ancha), utilizará la Banda 40 (2300–2400 MHz) para montar redes exclusivas dentro del perímetro operativo de minas, yacimientos, plantas o puertos. Se trata, explicó Mosso, de sistemas diseñados para priorizar el tráfico crítico de las operaciones, con latencias bajas y estables, que permiten controlar en tiempo real procesos sensibles: desde la operación de vehículos autónomos y la supervisión de miles de sensores hasta la activación de frenos o el cierre automático de válvulas en caso de incidentes.
Para la minería en particular, la iniciativa implica una mejora sustancial. Los campamentos mineros en alta cordillera, pozos no convencionales alejados como los de Vaca Muerta, plantas de proceso y salares en el NOA suelen operar sin cobertura adecuada.
Hoy, muchas compañías recurren a soluciones improvisadas —radios VHF/UHF, enlaces satelitales o redes Wi-Fi extendidas— que resultan costosas, lentas y difíciles de escalar. Con el nuevo esquema, podrán desplegar infraestructura propia que asegure comunicación continua y de calidad en entornos extremos.
¿Por qué no alcanza con la conectividad satelital?
Aunque servicios como Starlink ofrecen acceso a internet en áreas remotas, Mosso explica que no sustituyen a las redes privadas. Estas últimas se concentran en la comunicación interna de los proyectos -conexión entre equipos, sistemas de control y sensores- mientras que la conectividad satelital actúa como complemento para acceder al exterior.
La combinación de ambas tecnologías permite integrar seguridad operacional con conectividad global, pero con un diferencial clave: la baja latencia y la priorización del tráfico crítico que exige la actividad minera y petrolera.
Desde el organismo regulador subrayan que no se trata de una competencia para las operadoras de telecomunicaciones, sino de un complemento. Estas redes privadas se instalan únicamente en lugares donde no hay mercado ni cobertura para un servicio público. Allí, la prioridad no es la masividad, sino la operación segura y eficiente de un proyecto productivo que funciona las 24 horas.
Países como Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Australia, Brasil y Chile ya avanzaron con esquemas similares, habilitando a las compañías a desplegar sus propias redes LTE o 5G en entornos de difícil acceso. Argentina ahora se suma a esta tendencia, lo que abre la puerta a que sus proyectos extractivos y energéticos operen con estándares internacionales de conectividad y seguridad.
Un paso estratégico para la competitividad
Con la puesta en marcha del esquema SPIBA, el sector minero y energético contará con una herramienta clave para sostener operaciones de alta complejidad en entornos hostiles. La posibilidad de transmitir datos en tiempo real, garantizar seguridad y optimizar la productividad representa un salto de calidad que impactará directamente en la competitividad de las economías regionales.