Changómetro: qué se compraba con $ 1.000 en 2017 y qué se puede comprar ahora

La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina lanzó un medidor de compras, que permite entender el impacto de la inflación en el precio de ciertos productos

Para comprar un changuito que a fines de 2017 costaba $ 1.000, hoy se deben gastar $4.401. “Mismo changuito, con mismos productos, cuatro veces más”. La Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA) lanzó el Changómetro, un medidor de compras que permite apreciar el impacto de la inflación para las familias, al ver la evolución del precio de ciertos productos.

“Si nos vamos cuatro años atrás, con $ 1.000 veríamos a cuatro familias comiendo un asado, pero hoy con esa misma plata, no nos alcanza ni para una sola familia”, destaca David Miazzo, economista jefe de FADA. “Esta puesta en imágenes cotidianas nos sirve para entender los datos duros: con los $ 1.000 del 2017, comprábamos 8 kilos de asado y hoy apenas nos alcanza para un kilo y medio, en el medio perdimos seis kilos y medio”, detalló.

Esta propuesta de FADA desgrana las cifras oficiales de inflación, cruzándolos con otros datos y tipos de análisis para que poder entender qué pasa con los bolsillos de los argentinos. ¿Y los mates? Con $ 1.000 se podían comprar 29 paquetes de yerba de medio kilo hace cuatro años. Hoy, sólo 5.

Natalia Ariño, economista de FADA, resalta que esto no sólo sucedió con los productos de supermercado, sino también con la ropa: las mismas prendas nos cuestan cuatro veces más. Y con lo que se gastaba en 2017 para llenar el tanque de un auto chico, con 40 litros de nafta súper, hoy alcanza para comprar 10 litros, 75% menos de combustible.

“El problema de la inflación no son los precios, son los pesos”, afirma Miazzo. “Lo que pierde valor es el peso. Cada vez necesitamos más billetes para comprar lo mismo. Eso es la inflación”, explicó. “El aumento sostenido de los precios afecta a la producción, salarios, empleo e inversiones. Además, la inflación impacta directamente sobre la pobreza. Si bien tenemos menor poder adquisitivo mes a mes, esto incide con mayor fuerza en quienes tienen menores ingresos”, expresó, por su parte, Ariño.

La inflación y la suba de precios, advierten los economistas de FADA, son una consecuencia de la pérdida de valor de la moneda. El peso pierde valor porque se imprime mucho dinero y porque no hay confianza en el país y su futuro económico. Para pensar en soluciones, plantean, hay que apuntar a esos dos puntos centrales: dejar de imprimir pesos y solucionar el desequilibrio monetario, y generar un plan económico que sea consistente y permita generar confianza en el país y en que sea capaz de solucionar sus problemas y crecer.

A su vez, indicaron que tener una cotización oficial del dólar “planchada”, congelar las tarifas de servicios públicos e implementar controles de precios no ataca las causas de la inflación y sólo la contienen a corto plazo. “El problema es que este tipo de políticas generan inflación futura, cuando llega el momento de ajustar las tarifas de los servicios públicos o el precio del dólar. Es decir, sólo retardan el problema y lo van haciendo más grande”, cierran desde FADA.

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